Otros siniestros de helicóptero en Madrid: el fallido despegue de Aguirre y Rajoy o el que cayó sobre un instituto de Aluche
No todos los días cae un helicóptero sobre la M-40, como ha sucedido en la mañana de este viernes en el madrileño barrio de Hortaleza. Igual de increíble parece que, afortunadamente, sus tripulantes estén vivos y fuera de peligro. Este tipo de accidentes dentro del casco urbano son inusuales, pero hay antecedentes y algunos de ellos pertenecen ya a la memoria colectiva, como veremos a continuación
Hace justo dieciocho años, el 1 de diciembre de 2005, otro accidente de helicóptero sin víctimas mortales llenó los telediarios del día. El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, y la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, sufrieron un accidente cuando despegaban de la plaza de toros de Móstoles para hacer una visita a la ciudad junto con el entonces alcalde Esteban Parro. Cayeron de una altura de entre cuatro y seis metros, en una zona en la que había otros vehículos.
El aparato se desplomó sobre el costado izquierdo sin grandes consecuencias –aunque Rajoy se fracturó un dedo–. Esperanza Aguirre declaró que salieron indemnes “gracias a que todos nos pusimos el cinturón de seguridad”.
Al parecer, una ráfaga de viento sacudió la aeronave en el momento en el que se alzaba sobre las gradas de la plaza de toros. José Antonio Rodríguez, el piloto, moriría diez años después en otro accidente de helicóptero mientras apagaba un incendio en Asturias.
Puede que el accidente de Esperanza Aguirre sea memoria de todos los madrileños, pero en Aluche aún recuerdan nítidamente el que se produjo el 2 de marzo de 1989.
Los capitanes Alfredo Vidal Montero, de 33 años, y Ramón Garrido de la Parra, de 30, junto con el mecánico José Rodríguez Montero (50 años), despegaron el Puma Aeroespatile SA-330, del 402 Escuadrón del Ejército del Aire, en el aeródromo militar de Cuatro Vientos. Lo que iba a ser un vuelo de instrucción se convirtió en el último episodio de sus vidas después de que perdieran el control de la máquina por la rotura de la transmisión en la hélice trasera.
Los alumnos del colegio La Latina y el instituto Blas de Otero en la calle Maqueda –que compartían patio– aún recuerdan cómo el helicóptero cayó aparatosamente, envuelto en humo, llamas y haciendo un ruido infernal. El piloto consiguió hacer una maniobra para no caer en un primer momento sobre el instituto, produciéndose la primera explosión durante el ascenso y cayendo una parte del fuselaje sobre el tejado del mismo. Una segunda explosión hizo que los restos se repartieran por todas partes pero la mayoría del aparato cayó junto a la valla del instituto.
Se trata de una zona de viviendas densamente poblada, a unos metros de la estación de metro de Empalme y con dos centros escolares que sumaban un millar de alumnos. El recreo había terminado, según detallaba la prensa de la época, solo cinco minutos antes de producirse el accidente. La suerte y la pericia de los tripulantes hicieron que no se produjera una tragedia mayor, como resaltó el alcalde de la época Juan Barranco.
El accidente mereció la preocupación de la Asociación de Vecinos de Aluche y el resto del vecindario, acostumbrados a convivir con el zumbido de los vuelos sobre sus cabezas. El desplome de Aluche recuerda, por cierto, a otro que sucedió muchos años antes en el barrio de Bellas Vistas. En 1935 una avioneta cayó sobre un edificio e irrumpió en la clase de un colegio de la calle de las Carolinas, muriendo el piloto y una niña.
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