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El antiguo canalillo de 6 kilómetros que podría convertirse en un corredor ecológico y cultural para Madrid

Fotografía del Canalillo en los años 50 o 60

Luis de la Cruz

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Se llama caminos del deseo aquellas sendas no oficiales horadadas sobre el terreno por la gente o los animales. Sendas insumisas que siguen lógicas no validadas por el planificador. Existen otros caminos ocultos –que acaso pueden convertirse en aparentes caminos del deseo– que trazan a través de señales arqueológicas lo que en su momento fue senda.

Es el caso del Camino del Canalillo, antigua acequia en el norte de la ciudad que regaba con agua sobrante del Canal de Isabel II las huertas de las afueras de Madrid hasta los años sesenta del siglo XX. A los habituales de la Dehesa de la Villa les sonará, pues el camino interno del parque, que transcurre por donde corría el agua, se nombra como Camino del Canalillo, pero el recorrido completo puede reconstruirse a través de numerosos tramos inconexos que conservan el arbolado original, un trazado sinuoso o cultura material asociada al viejo camino en los distritos de Tetuán y Moncloa-Aravaca.

La recuperación y puesta en valor del Camino del Canalillo es una vieja aspiración de las asociaciones vecinales de la Dehesa de la Villa, a la que en los últimos tiempos se ha sumado el interés de otros colectivos de los distritos de Moncloa-Aravaca y Tetuán (y que ha ido sumando adeptos al Canalillo a través de paseos vecinales).

De esta agregación de viejas y nuevas manos ha surgido ahora una plataforma vecinal y ecologista de gran actividad que suma hasta trece colectivos y presenta el Manifiesto por la recuperación del Canalillo, que tiene por lema Naturaleza, Historia y Salud.

En el texto, los firmantes afirman que “la recuperación de camino, acondicionamiento, señalización y puesta en valor es, por tanto, una oportunidad de primer orden que permitiría transitar sus 6 km de recorrido hasta la sierra paseando, corriendo o yendo en bicicleta”.

El proyecto vecinal es una ambiciosa propuesta de corredor verde para salir de Madrid. En palabras de José Vicente de Lucio, profesor Titular de Ecología y Ciencias Ambientales en la Universidad de Alcalá, “un corredor ecológico existente antes de que esta infraestructura empezase a ser diseñada en las principales ciudades del mundo. Es una oportunidad y un recurso público para la salud, el cuidado de la biodiversidad, el deporte, el ocio, la identidad cultural y la calidad de vida en general; y que está a punto de esfumarse como resultado de una sucesión de negligencias”.

La declaración de la Dehesa de la Villa como Bien de Interés Cultural en la categoría de Paisaje Cultural, en pleno proceso, pilló trabajando a los miembros de la Plataforma. El expediente se refiere expresamente al trazado del Canalillo como uno de los elementos patrimoniales a proteger, por lo que parece que el trabajo de los vecinos camina acompasado con los tiempos.

El recuerdo de El Canalillo y los obstáculos salvables de la recuperación de su trazado como paseo

El Canalillo original (1868) fue diseñado por el arquitecto Juan de Ribera aprovechando las pendientes, lo que dotaba a su recorrido de un trazado serpenteante que aún es perceptible para los ojos informados en la nueva trama urbana. Se construyó en ladrillo y estaba flanqueado de árboles que refuerzan su naturaleza como paseo. En la actual Avenida de Reina Victoria, en los límites del Ensanche, estaba el partidor de aguas, una construcción con forma de casa de donde salían los dos ramales de El Canalillo: la acequia del Norte (que es la que hoy reclaman poner en valor los vecinos), y la del Este. Un tramo ornamental reconstruido en el parquecito de Ofelia Nieto permite hacerse una idea fiel de cómo era.

 El Canalillo, cuya memoria impresa se puede rastrear en los escritos de Pérez Galdós, Pedro de Répide, Pío Baroja o Miguel de Unamuno, está aún muy vivo en la de los vecinos mayores, para los que la serpiente de agua es parte indisoluble de su infancia. Para los vecinos de Tetuán, la senda que acompañaba al agua era la de la salida de Madrid hasta la zona de huertas y, después, hacia la propia sierra. “Recuerdo que bajaba con mi abuela por Almansa y nos adentrábamos por el campo para ir a una huerta donde la dueña era conocida de mi abuela y vendía en el mercado”, rememora la vecina Elena Cabezón.

Esas mismas sendas, las mismas que la Plataforma quiere señalizar y convertir de nuevo en un continuo, tienen algunas barreras fácilmente solucionables con buena voluntad de las partes implicadas. Si caminamos el recorrido del antiguo Canalillo a través del camino adoquinado del Parque Juan XXIII nos encontramos con un muro que nos obliga a dar un rodeo. El recorrido pasa por los jardines del edificio residencia de profesores de la Universidad Complutense. Bastaría con abrir un acceso. De la misma forma, existe un tramo vallado en el borde externo de la Dehesa de la Villa perteneciente al Canal de Isabel II que conectaría con el camino interno del Canalillo. De nuevo, una conexión factible.

Por lo demás, el camino transcurre a través de cinco parques (Carlos París, Juan XXIII, Francos Rodríguez, Dehesa de la Villa y Rodríguez Sahagún) y otros tramos urbanos. El Camino del Canalillo es una senda de recuerdos cuyo cauce sin agua ha conseguido unir a viejos y nuevos vecinos en una experiencia colectiva de recuperación del patrimonio inmaterial (también material) y el reencuentro urgente de la ciudad con la naturaleza.

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