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La historia de la ruinosa expropiación en Tetuán por cuyo derribo saca pecho Begoña Villacís

Capitán Blanco Argibay 121

Luis de la Cruz

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La semana pasada se comentaba en la zona del Paseo de la Dirección el encendido nocturno de la iluminación de las gigantescas torres Skyline (estos días se sigue encendiendo una de las dos, la destinada a alquiler). El subrayado lumínico confirmaba que los dos rascacielos de 25 plantas y 100 metros de altura son ya una realidad insoslayable en el nuevo barrio resultante del proceso de reordenación urbana, del que el Paseo de la Dirección no acaba de salir en las dos últimas décadas.

Esta mañana de miércoles, Begoña Villacís anunciaba través de su cuenta de Twitter el desalojo y derribo de un edificio de la calle Capitán Blanco Argibay. En el mensaje, culpaba a la okupación del inmueble de la incapacidad de construir zonas verdes y equipamientos: “Este edificio en c/ Capitán Blanco Argibay, 121, en Tetuán, es de titularidad municipal, es decir, de todos los madrileños. Pero lleva años okupado, impidiendo que se desarrollen zonas verdes y equipamientos para los vecinos. Hasta hoy. Ni un paso atrás frente a la okupación”.

Algunos vecinos del Paseo de la Dirección consultados por este medio relacionan ambas apariciones de su barrio en prensa y medios sociales. Ahora que se van a entregar las torres con pisos de lujo es cuando se interviene de manera radical sobre el territorio y se saca pecho públicamente por ello.

En todo caso, el de este miércoles parece también un episodio relacionado con las operaciones de desmantelamiento de chabolas en distintos barrios de Madrid –la propia Villacís relacionó con la “okupación” unas infraviviendas creadas junto a un arcén de la M-30, lejos de la zona de viviendas– o antes en el propio Paseo de la Dirección, donde estuvo presente durante la demolición de una nave. En ambas ocasiones, hubo posado a cámara, hecho que fue tildado de frívolo por no pocos usuarios de las redes sociales y representantes políticos.

El edificio de Capitán Blanco Argibay 121 fue expropiado en el año 2010, aunque los propietarios se mudaron en 2016. Es entonces cuando, al quedar vacío el inmueble, fue ocupado por otras personas. El exiguo precio del metro cuadrado pagado a los vecinos expropiados en el plan de reforma interior, 868€/m2, no satisfacía, en ocasiones, ni los costes del realojo, y acabó en distintos procesos en los tribunales. Un camino complicado para los vecinos y vecinas que, en algunos casos, no han sido realojados hasta recientemente —queda, de hecho, una familia, que ganó en juicio al Ayuntamiento— y que ha llevado a diferentes situaciones anómalas. Un ejemplo: hace poco algunos vecinos se encontraron a una excavadora derribando por sorpresa parte de la finca que aún habitaban.

 En este vídeo del periódico Aquí Tetuán se pueden ver, a partir del tercer minuto, los desvelos de uno de los dueños de la vieja tienda de ropa del barrio abocada al cierre sin alternativas, cuyo letrero –Hermanos Ruiz– se podía contemplar hasta que el inmueble ha sido derribado.

Un local que en tiempos pretéritos había sido la tienda de Ramona, donde se vendían incluso animales y a crédito, antes de pasar a despachar ropa o productos de limpieza. Para seguir la estirpe de los Ruiz, una familia con mucha raigambre en el barrio, se puede escuchar el podcast Ateneo de saberes, en el que hace un año entrevistaban a Carlos Ruiz El Verduras, uno de los nueve hijos de Ramona, que después de la expropiación estableció enfrente Uniformes Yolanda, que ahora llevan sus hijos. Carlos fue en su juventud trapero y cisquero (hacía carbón de encina de El Pardo), toda una encarnación del barrio que se ha desvanecido a la sombra de los gigantes Skyline.

En la parcela resultante del derribo no se instalarán zonas verdes ni equipamientos, como parece desprenderse del tuit de Villacís: se construirá un edificio de seis plantas de vivienda pública. Las que sí están libres para construir equipamientos, sin embargo, son las parcelas públicas del área del Paseo de la Dirección. Además de las que albergarán el centro deportivo y la escuela infantil proyectadas (cuya construcción debería comenzar en 2023), hay otras cuatro parcelas esperando albergar las nuevas dotaciones de un barrio que pronto verá incrementar sensiblemente su población.

El tema de los equipamientos públicos es, de hecho, una llaga en el sentir de muchos vecinos que han visto en los últimos años crecer la vivienda libre sin que llegaran los prometidos equipamientos que dan sentido a la dilatada operación que prácticamente acabó con el viejo barrio.

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