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El Opel Insignia se renueva a la espera de su electrificación

Nuevo Opel Insignia.

Pedro Urteaga

El Opel Insignia es una de las berlinas más populares de los últimos años y habría que calificarla incluso de exitosa si no fuera porque el segmento D, que agrupa a los coches de tres volúmenes de toda la vida, pierde cada vez más peso en un mercado que demanda sobre todo carrocerías elevadas. A pesar de este estado de cosas, a la marca alemana le interesa renovar su sedán con vistas al goloso nicho de las flotas, donde ha reinado durante la década que pronto llega a su fin.

Junto con el Astra, el Insignia es el único modelo de Opel fabricado todavía según los estándares de General Motors, grupo al que pertenecía la firma del Blitz (rayo) hasta su absorción por parte de PSA. Esto significa que será el último en someterse a algún grado de electrificación y que, por tanto, dispone aún, como modelo de combustión convencional, de margen temporal para seguir engrosando sus estadísticas de ventas, superiores a los 1,2 millones de unidades desde su lanzamiento en 2009.

Además de actualizar el exterior, Opel se ha decidido a renovar por completo la gama de motores del Insignia para hacerlos más eficientes, así como a dotarlo de un compendio de tecnologías que solo suelen estar disponibles en modelos mucho más costosos, entre ellas los faros Pixel Matrix, el head-up display, navegación conectada, asientos delanteros con ventilación y función de masaje y traseros con calefacción.

Por fuera, el modelo luce una silueta en la que se ha reforzado el aire de cupé y donde los faros delanteros acogen la luz de marcha diurna en su parte inferior -no en el superior como hasta ahora-, de manera que se enrase con el listón que conduce al emblema del rayo. El perfil del coche es aún más afilado que antes; no en vano cuenta con un coeficiente de penetración (Cd) de 0,25, gracias a elementos como la parrilla delantera activa o los bajos panelados.

Los nuevos motores están fabricados en aluminio y, según versiones, pueden asociarse a una caja de cambios automática de nueve velocidades (AT-9) también de nuevo desarrollo. Más eficientes que nunca, arrancan en los 99 gramos por kilómetro de CO2 de emisiones medias, cifra destacable para un vehículo de este tamaño y segmento.

La gama de gasolina la integran dos versiones de un bloque de dos litros asistido por un turbocompresor: una de 170 caballos y otra de 200, ambas combinadas con la transmisión AT-9, que, con el mismo tamaño que la caja AT-6 a la que remplaza, reduce el escalonamiento entre marchas y mejora en agrado de uso. No se descarta que en un futuro recale en España la variante de 230 caballos a la venta en otros mercados.

Los diésel son dos motores distintos, un tricilíndrico 1.5 de 122 caballos y un 2.0 de cuatro cilindros que entrega 174 caballos. Los dos pueden llevar cambio manual de seis marchas o automático de ocho. Estrenado en el Astra en 2019, el primero homologa los 99 g/km antes mencionados, cuenta con eje contrarrotante para reducir vibraciones y es un 10% más ligero que el 1.6 D al que sustituye.

Pese a corta cilindrada, este 1.5D es un modelo relativamente rápido. Con 300 Nm de par máximo en la variante manual y 285 en la automática, acelera de 0 a 100 km/h en 11,4 y 12,2 segundos, respectivamente, y supera los 200 km/h de velocidad punta en ambos casos.

El motor 2.0D tiene los mismos diámetro y carrera que su hermano menor, pero con un cilindro añadido. Dispone de 380 Nm de par máximo desde las 1.500 revoluciones por minuto y sus emisiones parten de 108 g/km. Alcanza los 100 km/h desde parado en 8,7 segundos, con cambio manual, o en 8,9 segundos si monta el automático.

Por su parte, el poderoso 2.0T de gasolina es el primer motor de Opel con sistema de desactivación de cilindros, además de turbo de geometría variable e inyección de 2.000 bares. Este bloque puede desconectar los cilindros 2 y 3 cuando el conductor solicita poca potencia, funcionar con ciclo Miller para mejorar la eficiencia en las cargas más usuales y ofrecer todo su potencial cuando el requerimiento es exigente.

Opel es una de las marcas que más cuida el apartado de iluminación de sus vehículos. En el caso del Insignia presenta como principal activo los faros Pixel Matrix, opcionales y únicos en el segmento D, que se componen de 84 segmentos por módulo para proporcionar una capacidad de visión excepcional cuando se ponen las luces de cruce y carretera. De serie se sirven unos faros full led que albergan la luz diurna y los intermitentes, ambos también de led.

El equipamiento de seguridad del Insignia comprende control de crucero adaptativo, frenada autónoma de emergencia, mantenimiento de carril activo, reconocimiento de peatones y alerta de tráfico cruzado trasero, entre otros elementos.

En materia de confort hay que citar los asientos ergonómicos con certificación AGR, el equipo de sonido Bose, una nueva cámara de visión trasera digital y las funcionalidades en los asientos delanteros y traseros mencionados al comienzo de este artículo. La navegación conectada Navi Pro, que ofrece información en tiempo real al igual que aplicaciones como Google Maps o Waze, se visualiza en una pantalla central de 8 pulgadas.

Como es habitual, el Insignia se vende en carrocería berlina y familiar, que supone 1.500 euros extra. La gama está compuesta por cinco acabados: uno básico, Edition; dos dirigidos a flotas, Business Edition y Business Elegance, y dos de corte deportivo, GS Line y GS Line Plus. Los precios están comprendidos entre los 33.500 y los 47.100 euros.

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