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CRÓNICA | El XXII Jazz San Javier inaugura con dos grandes conciertos y un público entregado

Fernando Rubio desplegando sus historias musicales

Andrés Garrido

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Los aficionados murcianos que conocemos a Fernando Rubio desde hace 30 años sabíamos que su triunfo en Jazz San Javier era seguro. Los que no son de la Región de Murcia, algunos de nuestra Piel de Toro, conocen y saben apreciar mucho su música, sus canciones. Pero en la inauguración del XXII Jazz San Javier fue curioso contemplar cómo muchos de los que casi llenaban el auditorio del Parque Almansa (y se adivinaba que no estaban al tanto de este músico nacido a orillas del Mediterráneo), su interés y entrega fueron creciendo hasta rendirse plácidamente a este compositor, guitarrista, armonicista y cantante de Cartagena. Un músico que posee un largo recorrido en los últimos 35 años. Tal vez si recordamos que fue el guitarrista de una de las mejores formaciones de blues de esta tierra y de España que han existido, FERROBLUES, algunos lo sitúen rápidamente. Pero Fernando Rubio, desde que incluso andaba con este grupo, ya componía y guardaba en su mochila canciones que saben, como él mismo indica, pellizcarte el corazón. Sus letras hablan de sus vivencias junto al Mare Nostrum, en el que tantas veces ha estado navegando o simplemente contemplándolo desde sus orillas.

La música que fluye por la mente de este guitarrista y compositor tiene muchas y variadas influencias; las más destacadas, si acaso, sean las que tres décadas de auténtica creatividad internacional le hayan calado más hondo, como son las de los 60 (siendo muy joven), la de los 70 (creo que es la que más le ha influenciado) y la explosiva de los 80. Las tres en el pasado siglo XX del que proviene. Los blues, baladas lentas y medias, el rock o el jazz (Cartagena organiza uno de los primeros festivales de jazz de España, que Fernando ha vivido desde la primera edición) son estilos que han forjado su sólida base musical. Y la deja escapar para adornar sus letras que cuentan historias, sus historias vividas o presenciadas.

En este su último disco publicado a finales de 2018 y titulado “Cheap Chinese Guitar”, el guitarrista deja una docena de estas vivencias adornadas con músicas que recuerdan todo lo que les he citado anteriormente; es una síntesis de la vida de los músicos. Su concierto -que fue algo corto según mi opinión y la de muchos otros aficionados- se inició con “Love Song”, una canción que nos habla del amor, de las clases de amor que se dan en la vida que puede ser profundo como un océano o te puede romper el corazón. Amor que puede llegar a ser fuerte y cálido pero que, al tiempo, también puede ser violento, sucio y contaminado. Excelente comienzo que situó al público en el desarrollo de un concierto plagado de satisfacciones y alegrías musicales que Inner Demons supieron ejecutar con absoluta limpieza y profesionalidad, a cargo de Joaquín Talismán, el conocido guitarrista de Los Talismanes igualmente curtido en mil historias; la contundencia rítmica de Román García, en el bajo; un pilar fundamental para Rubio es el organista Carlos Campoy, que fue compañero en Ferroblues, junto con Paco del Cerro en la batería. Y una vocalista que no figuraba en el programa para hacer las voces y coros llamada Paloma del Cerro. Amigos, viejos amigos en suma, para llevar a cabo un concierto de los que uno sale plenamente satisfecho, con ganas de más y un recuerdo imborrable.

Así que abierto el melón, lo más acertado era consumirlo hasta el final. La música comenzó a fluir y sonó “Inner Demons”, que nos relata que todos convivimos con nuestros “demonios internos” a los que hay que mantener a raya porque te pueden hasta matar. Luego siguieron “Thank You For Being There”, que denota la influencia Beatles en Rubio y en la que Joaquín Talismán se mueve como pez en el agua (escuchen los discos de Ross y coincidirán conmigo), “Meteor Showers”, una balada de aire vaquero en la que, por primera vez durante el concierto, Fernando Rubio utilizó la armónica y nos contó que tras un periodo muy difícil la lluvia de meteoros que se avecinaba sería su cura y salvación.

El auditorio ya había abrazado a Fernando Rubio y sus Inner Demons, a los que premiaba en cada nueva pieza sin perder detalle. Y entonces sonó esa “Cheap Chinese Guitar”, armónica incluida, en la que Fernando Rubio resume lo de “pellizcarte el corazón”: “Puedes tener una guitarra china barata o una americana de preguerra. Llevas sandalias, sombrero de vaquero o anillos brillantes. Puedes tener veinte años y cantar el más puro rhythm’n’blues o soul. O tal vez tocar vanguardia en los setenta.

Tal vez puedas decir de memoria todas las últimas tendencias de las bandas… De acuerdo, aquí estoy. No me importa lo que necesites si haces que mi alma vuelva a cantar…“

Para entonces, el auditorio ya había acabado de completarse y el público deseaba continuar disfrutando con Fernando Rubio y sus músicos. Así que dejaron sonar piezas de ese nuevo disco y un par de su anterior “Tide”, que siguieron enganchando y pellizcando al personal en títulos como “It Ain’t an Easey Thing”, “Come Into My Dream”, “Tides” (que daba título a su anterior trabajo discográfico, en la que te recuerda el sonido que nos dejó George Harrison, el ex Beatle, durante su carrera en solitario) y de ese mismo disco “Back On The Move”, o “Sad Sad Day” para finalizar con “Bloody Black Soul” que puso en pie a un auditorio absolutamente entregado con Fernando Rubio & Inner Demons. Fueron muchos los que demandaron un bis, pero no llegó. Probablemente fue por los diversos “caprichos” que minutos después en la segunda parte de esta jornada inaugural, nos iba a exponer nítidamente el líder de The Waterboys, Maike Scott. Lo desconozco porque no quise ni preguntar. Mejor dejar las cosas como quedaron.

La noche resultaba menos calurosa de lo anunciado en los Telediarios. La ola de calor de estos últimos días se hacía más presente durante el día y en la noche del pasado viernes, las suaves brisas que deja escapar el Mar Menor tierra adentro llegaban al Parque Almansa. Así que aunque más mitigado el sofocón, no por ello el público iba a dejarse “enfriar” para acoger un concierto largamente esperado desde su anuncio: El que iban a protagonizar de inmediato, el grupo The Waterboys que lidera el guitarrista Mike Scott.

La banda apareció en el escenario, los primeros aplausos y silbidos se escucharon desde las gradas del auditorio y Scott mandó iniciar “Where The Action Is”, (que da título a su último disco) como signo inequívoco de que el concierto iba a transcurrir con esa fuerza y poderío. El público aplaudió entusiastamente y Mike Scott que les invitó a bailar y disfrutar. Antes soltó, obviamente en inglés, “así que esto es un festival de jazz”. Fue la primera de sus “perlas” en directo ya que antes, según cuentan algunas lenguas, mantuvo en absoluta tensión a la organización del festival pidiendo que lo cambiaran de hotel porque no le gustaba el elegido; pidiendo una sopa, con el calor tan acusado que se dejaba caer por más de media España o manteniendo una iluminación del concierto casi centrada en su persona dejando a oscuras, por ejemplo, el cartel del festival en el escenario. En suma, como indico, una perla de persona. Anécdotas aparte, la música del grupo británico se desplegó plenamente por todo el Parque Almansa a cargo de Steve Wickham, en el violín y guitarra (el único que permanece de la primera etapa del grupo), Brother Paul, en el Hammond, el bajista David Hood y Ralph Salmins, en la batería. No estuvo ni se le esperaba, a pesar de estar anunciado, el guitarrista Zach Ernst. Y el repertorio preparado para Jazz San Javier nos dejaba algunas piezas de ese nuevo trabajo discográfico recién publicado combinado con temas de su discografía desde 1983, fecha en la que Scott crea The Waterboys para publicar el primer disco del grupo que, curiosamente, la compañía discográfica pensaba que iba a ser sólo del guitarrista.

Temas como “All the Things She Gave Me”, “If the Answer Is Yeah”, “A Girl Called Johnny” o “Ladbroke Grove Symphony” pusieron en órbita a todo el personal si es que alguno de ellos quedaba aún fuera de ella. Y los “caprichos” y gracietas de Mike Scott seguían presentes a lo largo del concierto, parando un tema en los dos primeros compases, pidiendo que le acercaran su bolsa para tomar un chicle o simular limarse una uña de la mano… Mike Scott es un egocéntrico de cuidado o así se mostró durante su corta estancia en Jazz San Javier, aunque como músico sea grande. Nos hemos encontrado con personas así en varias ocasiones.

Regresando a lo que fue el concierto, Scott alternaba las guitarras eléctricas y acústicas con los teclados (mantuvo a su técnico de escenario trabajando buena parte del concierto), en canciones como “Right Side Of Heartbreak”, “When Ye Go Away”, “The Whole Of The Moon” o “London Mick” que enfervorizaron a un auditorio que en el foso, no dejaba parar el móvil fotografiando o grabando vídeos para el recuerdo.

Su recta final, antes de regresar con los bises, estuvo conformada por “Medicine Bow” (para volver a coger ritmo si es que se había perdido), “The Pan Within” e “In My Time on Earth”. Entonces llegó el pequeño descanso antes de regresar al escenario del auditorio, para sorprender (en cierta manera ya que muchos conocen de su admiración por Keith Richards, de los Rolling Stones) con una versión del viejo “Jumping Jack Flash” y decir adiós, definitivamente, a través de “Fisherman's Blues”. El público ardía aplaudiendo y alabando a The Waterboys aunque por lo visto sobre el escenario bien podría haberse indicado Mike Scott & The Waterboys. Quien sabe, igual cambian el nombre porque lo que es tan evidente casi sería mejor adaptarlo en el enunciado.

En suma, una jornada inaugural de este XXII Jazz San Javier que dio mucho de sí y fiel a su línea de estos 21 años que le preceden: Los contrastes musicales. Una excelente primera parte con el cartagenero Fernando Rubio & Inner Demons, al que auguramos una espectacular escalada con este su nuevo disco, para cambiar el decorado un poco en la segunda parte que en lo musical nos dejó otro excelente y magnífico concierto a cargo de The Waterboys al que, bajo mi criterio, le sobraron las excentricidades de su líder y creador Mike Scott.

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