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España vs Marruecos: más que un partido

Pexels,  Manu Mangalassery

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El destino es caprichoso, y quiso que, en octavos de final de la copa Mundial más polémica de la historia, se enfrentasen España y Marruecos, dando lugar al partido, quizás, más atractivo de este evento deportivo, al menos para la población marroquí o de origen marroquí que vive en España.

Este partido ha dado lugar a un sinfín de comentarios y publicaciones en las redes sociales, algunos de hermandad, que hacen prevalecer la buena vecindad y el buen rollo que hay entre los dos pueblos, y otros desafortunados, pues no han tardado en salir los mensajes estigmatizadores y racistas hacia la población marroquí haciendo referencia a la violencia que habría en las calles después del partido, adelantándose así a los acontecimientos.

No obstante, uno de los debates que se han generado, y me ha llamado especialmente la atención, es aquel que gira entorno al posicionamiento de los españoles hijos de inmigrantes marroquíes, los mal llamados inmigrantes de segunda generación, en este partido: ¿animarán a España o a Marruecos?

Se les formula continuamente esta pregunta, que puede ser a veces incómoda, pero es cierto que genera curiosidad saber a quién elegiría una persona española, pero con herencia marroquí, en un partido del Mundial en el que se enfrenta su país, el que les vio nacer crecer, y el país de sus padres, el cual también forma parte de su identidad, por su cultura, lengua, etc.

En un estudio que he leído hace tiempo -desafortunadamente no lo puedo citar porque no lo localizo-, se analizaba la aceptación que daban al país de acogida, en primer lugar, las mujeres inmigrantes que han ido a Francia, luego las hijas de inmigrantes y, finalmente, las nietas, las mal llamadas tres generaciones de inmigrantes.

El estudio concluía que, generalmente, las inmigrantes (primera generación) quieren aceptar la cultura del país de acogida para poder 'integrarse' en esa sociedad y ser aceptados y, por otro lado, suelen tener una especie de rechazo hacia el país de origen porque, de alguna forma, lo culpan de la situación en la que están, pues han tenido que migrar y 'pasarlo mal' para tener una vida mejor.

En cuanto a sus hijos, la situación suele ser totalmente contraria, pues estos han tenido ya el ejemplo de sus padres -que no les ha gustado, dadas las circunstancias-, y han decidido revelarse, rechazan la sociedad de acogida, que tildan de racista y que les trata como ciudadanos de segunda, para agarrarse a la cultura y país de sus padres, e intentar tejer lazos con esa comunidad.

Finalmente, las nietas de los inmigrantes son las que, de alguna forma, llegan a adoptar una identidad mixta, en la que conviven las dos culturas, y aceptan con total normalidad tanto su país de nacimiento como el país de sus antepasados.

Esto puede esclarecer la situación de los ciudadanos hijos de inmigrantes en España, pues el caso de Francia es muy parecido. No obstante, para terminar, y lejos de estudios científicos, me gustaría, asimismo, compartir y citar a dos españolas (hijas de inmigrantes), para seguir esclareciendo este tema desde un punto de vista vivencial:

Señaló Safiya:

“Con la euforia corriendo por nuestras venas y el puño en la mano, os digo que las victorias de Marruecos en este Mundial van mucho más allá de la realidad deportiva.

El apego a la bandera no proviene precisamente del patriotismo, muchas de nosotras ni siquiera somos fanáticas del futbol, además de haber crecido lejanos a nuestro origen. Las celebraciones en todos los países de occidente recalcan nuestra fortaleza comunitaria, un vínculo mínimo como es nuestro origen es lo que nos une.

El rechazo, la segregación, las vulneraciones constantes a nuestras vidas dentro de lo que deberían ser 'nuestros países' son el principal motivo de nuestra celebración comunitaria. Somos ciudadanos de segunda en todos estos países, es por ello que las victorias saben a revolución, simbolizan la pausa al menosprecio anclado a nuestros orígenes.

No me sabe igual una España ganadora a un Marruecos ganador, mi sentimiento de pertenencia me ubica en el segundo grupo, donde me siento más representada por mis paisanos quienes luchan día a día para sobrevivir con todas las trabas sistemáticas que implica estar en España.

Va más allá de la realidad deportiva porque es un cúmulo de sensaciones compartidas, entre ellas la rabia, el enfado, la dignidad y el orgullo, emociones ligadas a nuestras experiencias vitales en este país. Nuestro apoyo a Marruecos está cargado de significados simbólicos“.

Señaló Fatima Tahiri:

“Tampoco hace falta avisar del racismo e islamofobia que se nos viene en los próximos días. Son muchos los mensajes y conversaciones que he mantenido donde sale el tema del ”miedo a la violencia que pueda surgir en los aficionados marroquíes“. Algo que se puede ver también en los comentarios de las redes sociales en general por gente blanca en una gran mayoría. La violencia en el fútbol por desgracia es un hecho muy general sin nacionalidades. Es el deporte que saca lo peor de la sociedad: machismo, violencia y racismo. No adoptemos el discurso de que es algo innato de la población mora como quieren apuntar muchos comentarios. Es un partido muy simbólico por las dos partes prueba de ello es el racismo antimoro que no ha tardado en salir en las redes. No adelantemos acontecimientos”

Para terminar, hay que decir que cualquier persona es libre de elegir animar al país que prefiere: eso es un sentimiento difícilmente controlable, hay americanos que animan a México, australianos que animan a Argentina, lo hemos visto en el Mundial estos días, y eso puede ser maravilloso, y no significa que se odia a un país u otro, es una libertad que, afortunadamente, tenemos, pero no tiene porque suponer ningún prejuicio a ninguna de las partes.

El deporte puede ser maravilloso y hay que disfrutarlo porque puede unir a las personas del mundo con sus colores y diferentes costumbres, en un espacio temporal, centrarnos más en lo que nos une en vez de lo que nos separa, animar con respeto, porque respetando a los demás, estamos respetándonos a nosotros mismos.

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