Ya hace un tiempo que desapareció de la escena el que fuera otrora tesorero del PP, un tal Bárcenas, que para Rajoy era el innombrable, y aquí el presidente dejó en la forma auténticas perlas semánticas con sus juegos filológicos para esquivar su nombre, que si le añadimos las digresiones, en el fondo, cuando se tenía que referir al caso Gúrtel, darían material para hacer una tesis estupenda.
Ahora, en los nuevos tiempos, la tesis del bueno de don Mariano consiste en hacer 'malos malotes' a los de Podemos sin nombrarlos, al tiempo que culpa a los socialistas de haber pactado con extremistas, radicales, a las órdenes de Venezuela. En esta ocasión Rajoy se enrosca, tira balones fuera, como si el resultado de las recientes elecciones, y por consiguiente, los pactos de otros partidos, en ayuntamientos y Comunidades, no fueran con él; como si su política nada tuviera que ver con el nuevo mapa electoral.
Él sigue a lo suyo, con su lenguaje perverso y la utilización del mayestático, y afirma una y otra vez que el PP ha ganado las elecciones, cuando lo correcto sería decir que su partido ha sido el más votado. ¿Más votado, dónde? Eso ya sería otra cuestión territorial, pues en muchos ayuntamientos en donde tenían mayoría absoluta han dejado de ser el partido más votado.
En su lenguaje perverso con el uso del mayestático, los españoles de bien o votan al PP y piensan como él, o si no son sus enemigos y viene el caos. Por no hablar de los símbolos del Estado, ahora de la bandera de España, que si la muestra el PSOE eso ya sí que es pecado mortal. La bandera es patrimonio nacional. Y si la luce el PSOE, ¡Malo Mariano! Y si no la luce, pues también. ¡Malo Mariano!
Con ese lenguaje de 'malos y malotes' que utiliza Mariano Rajoy, el presidente con su estrategia quiere matar a dos pájaros de un tiro: por un lado tildar a Podemos de ser antisistema -antes los llamaban perroflautas-. Y por otro: presentar al PSOE como un partido irresponsable que no es capaz de mantener la centralidad y pacta con izquierdistas.
Sin embargo, hablando de antisistemas, había que recordarle a Mariano Rajoy que hay dos tipos de antisistemas: aquellos que no creen en el actual sistema porque lo consideran injusto y tratan de trasformarlo, y aquellos otros que son excluidos o expulsados del sistema contra su voluntad.
Precisamente la política social que aplica el Gobierno de Mariano Rajoy ha expulsado a cientos de miles de españoles, parados de larga duración, que no cobran ningún tipo de prestación económica. Estos miles de ciudadanos, cercanos a un millón, que llevan años queriendo trabajar y por lo tanto sin poder cotizar, tampoco tendrán derecho a una pensión mínina contributiva, al no poder cotizar 15 años.
¿De qué comen estos parados, cómo viven estos parados? Estaría bien que Mariano Rajoy se lo preguntara a la hora de hablar de los antisistema, pero el bueno de don Mariano está en otras perversiones con su lenguaje de 'malos y malotes', y buenos, pensando ya en los réditos de las próximas elecciones.
