Esa manía de Santiago Abascal de juntar churras con merinas. Esa tendencia de Vox de inventarse la realidad y manipularla a su antojo. Ese vicio insalubre de vincular delincuencia y migración. Esa desvergüenza de recordar a la mujer y la hija asesinadas presuntamente por el marido el martes en Esplugues de Llogebrat en la tercera jornada de la sesión de investidura para, acto seguido, retorcer los datos de una parte de un estudio y asegurar en el hemiciclo que “el 69% de todos los varones imputados en violaciones grupales han sido extranjeros”.
Y todavía seguir con la cantinela de que no se ha convocado ninguna manifestación en Murcia para denunciar la violación que presuntamente tuvo lugar en Nochevieja. ¿Cómo hacer política con la mentira sistemática? Ya no se trata de una interpretación de los hechos, o una valoración ideológica de lo que ocurre, se trata simple y llanamente de falsedades. Falsedades dichas en voz alta en el Congreso de los Diputados, en los medios de comunicación, en las redes sociales.
Lo peor de todo es que ya sabemos por la Historia que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, Göbbels dixit. Pues una y mil veces no nos cansaremos de responder con la verdad. Porque en este caso, como le dijo la diputada socialista Adriana Lastra a Abascal en las Cortes, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 73,9% de los condenados por delitos contra la libertad e indemnidad sexual en 2018 fueron españoles.
Desde el feminismo ponemos de manifiesto la existencia de un sesgo patriarcal en la justicia, de modo que, en muchas ocasiones, las mujeres que denuncian violencia sexual se ven cuestionadas por asuntos que no debieran y que nada tienen que ver con el abuso que han sufrido -como si era de noche o de día, qué ropa vestían, si andaban o no solas por las calles, entre otras muchas-. Eso no significa que defendamos una justicia que dé la razón a las mujeres por el mero hecho de serlo frente al hombre: ni nativo ni extranjero, ni rico ni pobre, ni tonto ni listo.
El feminismo progresista demanda ver un Código Penal que reconozca abiertamente lo que es una violación, independientemente de si la mujer ha tenido la capacidad de reaccionar frente a ella. Eso sí, sin olvidar que una sociedad democrática ha de tener siempre la reinserción como meta para todos los condenados, incluidos violadores y asesinos.
El hecho de que Abascal dé un giro al argumentario feminista para ser abiertamente racista en la tribuna del Congreso es algo que no podemos permitir. No vamos a permitir.
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