Murcia llevaba demasiado tiempo sin dar la nota a nivel nacional, y es que al final la cabra tira al monte. El Gobierno regional sigue pidiendo a gritos que le apliquen un 155, pues todas sus propuestas pasan porque el Ejecutivo de España solucione su incompetencia: cultura, educación, medio ambiente, empleo, hasta el pacto con sindicatos y empresarios se basa en que nosotros montamos la fiesta, contratamos la música, la bebida y la comida, y que la factura la pague Madrid. Y mientras, los diputados de Vox en la Asamblea están probando en sus propias carnes su medicina.
¿De verdad que les sorprende a los tres diputados de VOX que la dirección nacional los haya cogido por el pescuezo y los haya puesto de patitas en la calle?
¿De verdad alguien se creía que Vox es un partido internamente democrático?
¿Acaso no sabemos de dónde vienen y a dónde quieren ir?
Que alguien les recuerde a estos tres diputados lo que su jefe quería hacer con el presidente de Cataluña. Joder, que quería enviar a la guardia civil a detenerlo y luego Dios dirá. Y si hay que enviar los tanques, pues se envían y punto y pelota.
Lo mejor es que no engañan a nadie. Ni Abascal, ni el ‘pistolero’ Smith, ni la pareja más estrambótica y surrealista del panorama político español, Espinosa de los Monteros y Rocio Monasterio, que siguen sin asumir la más mínima responsabilidad de sus fechorías como empresarios de la construcción. Ellos son los putos amos del partido, y todo lo demás son soldados, y tienen que acatar las órdenes al toque de pito.
Pero lo peor de todo, es que otra vez la imagen de Murcia vuelve a relacionarse con bronca y corrupción (el propio Liarte ha amenazado con sacar papeles).
Y lo peor de todo, es que el Gobierno regional sigue haciéndonos creer que es un ejecutivo unido, fuerte, solvente, creíble y de confianza. Cuando en realidad es todo lo contrario.
Urge más que nunca que reaparezca que una nueva forma de hacer políticas públicas es posible, y eso pasa porque los Ayuntamientos dejen el miedo aparcado en la habitación del fondo, y comiencen a poner sobre la mesa toda su artillería en forma de proyectos y programas de acción.
Si la oposición sigue esperando que Madrid cruce la cara al Ejecutivo regional, se equivocará. Cartagena se ha hecho grande en los últimos tiempos cuando decidió empezar a andar sin Murcia, Gijón se mostró al mundo cuando se soltó de la mano de Oviedo, la alternativa en Murcia será una realidad cuando decidan andar sin la muleta autonómica.
Es cierto que la Comunidad autónoma ningunea, humilla y desprecia demasiadas veces al poder municipal, pero la opción de llorar en las esquinas de la incomprensión a lo único que nos lleva es a dar lástima y a la resignación, y cientos de miles de ciudadanos de la Región de Murcia se merecen conocer que otra forma de hacer política es posible. Ha llegado la hora de la micropolítica, la que tiene nombres y apellidos.
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