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Una murciana en la Antártida

Embarcada en Navidad

Embarcada en Navidad

Amparo Burguillos

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Pasaron los días y el hielo fue invadiendo al agua, hasta dejarla invisibilizada por completo. Durante muchos de ellos, más que de costumbre según años pasados, fue opacada, dejándonos paralizados, estancados, flotando sobre una rígida plataforma helada, bajo el sórdido silencio del motor parado y una placentera inmovilidad.

Navegamos de una zona a otra en búsqueda del codiciado róbalo y de las condiciones oportunas para poder faenar, y es que “este año la marea no empezó bien, pusimos proa al mar con mucho retraso, y ya anunciaba cómo se iba a dar, poca pesca y mucho navegar. Pareciera que el caladero se ha 'secado', no hay pescado, y es que con la tasa tan lenta de crecimiento que tiene esta especie, quizás nos la hemos cargado”, comentan algunos sabedores con algo de conciencia crítica.

Los ánimos están tensos, pues sin pescar lo que se debiera, la presión es constante: viene desde lejos, España, y desde arriba cala hasta cualquier rincón de este barco. Caras largas, y comentarios no muy acertados los tenemos a diario, lo cual no ayuda en demasía a la convivencia, al trabajo ni a que el tiempo pase rápido.

A pesar de no alcanzar las capturas previstas según los números de previas mareas en las mismas localizaciones, seguimos trabajando, pescando, explorando e invocando agua entre la blanca y majestuosa blanca inmensidad. 

Llegaron los días festivos, la 'Feliz Navidad' y con turrón, langostas, pulpo, vieiras, gambas, vino y sidra se celebró, siguiendo la tradición, tal y como en cualquier hogar español. En vez de tener media hora para cenar, como de costumbre, la 'Nochebuena' se alargó cual regalo hasta una hora, y acto seguido, sin sobremesa, cada cual a su posición para proseguir con su rol laboral. Extraño resultó el celebrar lo que no se puede ni te dejan festejar, con extraños con los que se simula ser 'familia', en un buque que se intenta disfrazar de hogar, con una falsa alegría que enmascara nostalgia y añoranzas varias.

Percibo la necesidad generalizada de cariño, intimidad, y libertad. Y es como si creciera en días destacados, como si fuera más patente y notable en tales fechas.

Y sin saber si estas palabras llegarán, pues apenas funciona el wifi debido a las latitudes que transitamos y por las que permaneceremos algún tiempo más, pedidles un favor, y es que disfruten mucho por los que no tenemos esa suerte o fortunio. Agradezcan los días venideros por estar en buena compañía y en familia que, aunque se tornan difíciles a veces, son el momento de reconocer que somos lo que somos debido a de dónde venimos. Quemen en el fuego de la hoguera lo que sobra, lo que os ata y aterra....Permitan que el fuego libere cadenas y genere la alquimia de lo que desean. Pongan el foco en la abundancia y belleza que impregna todo lo que les rodea. Ritualicen y sueñen, mucho, a lo grande, sin miedo y con merecimiento. Y bailen, coman, rían, jueguen, salten, pero sobre todo, amen mucho a quienes os aman, amen ante todo, a todos, amen la vida, sus ciclos, inicios y finales no tan felices .... Y es que en fechas de copiosa hipocresía, consumismo, ausencias, lejanías, excesos y defectos, nos reconecta lo sencillo, volver al origen. Y es que uno siempre vuelve a los momentos y a los viejos sitios donde amó la vida. Amor y gratitud como única medicina, como única salvación.

¡Felices fiestas y feliz año nuevo! ¡Buena proa y larga vida!

Un abrazo inmenso de un corazón caliente en el hielo austral.

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