Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La opa hostil del BBVA se enfrenta a la oposición del Gobierno, los partidos y el mercado
El PP se enroca en su defensa cerrada de Israel frente a la movilización contra la masacre
Opinión - Feijóo a la desesperada. Por Esther Palomera

PNV, el partido que combina con todos

La candidata del PNV, Izaskun Bilbao, en la candidatura pactada con CIU, CC y Compromis por Galicia.

Aitor Guenaga

Bilbao —

Era Napoleón el que decía aquello de que “lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes”. Y en política, casi siempre, lo imposible está muy lejos de poder ser real. Básicamente, porque da la sensación de que los políticos piensan que no hay nada imposible. Y si a pactos nos referimos, lo que hoy puede parecer imposible, el día de mañana se convierte en una realidad aceptada a veces, es verdad, a regañadientes por los militantes y cuadros de una formación.

El PNV, el de Román Sudupe, el de Xabier Arzalluz, el de Josu Jon Imaz o el de Íñigo Urkullu, ha sido capaz de estampar la firma del partido que fundó Sabino Arana con todos sus adversarios políticos. Y, la rúbrica, siempre ha venido acompañada de algún beneficio: bien sea con la entrada en un Gobierno, con un paquete de transferencias, con un puesto en determinados órganos reguladores españoles o con la creación de una operadora de telefonía móvil.

De hecho, el PNV de Andoni Ortuzar cerrará el círculo de los pactos al reeditar su acuerdo con CIU para concurrir a las elecciones europeas de mayo. Acuerdo al que también se sumarán Coalición Canaria y Compromiso por Galicia, y que deberá ser ratificado por la Asamblea Nacional en su reunión del próximo 22 de febrero. En este caso, la férrea posición de ERC marcando territorio soberanista y de poder frente a CIU ha supuesto una “alegría” para los peneuvistas, que reconocen que la decisión del partido que lidera Oriol Junqueras de concurrir en solitario en las europeas “nos ha devuelto a la coalición de siempre y situará a Izaskun Bilbao en la lista” en puesto de salida. Una coalición nacionalista en la que han variado los socios pero con la que el PNV ha logrado históricamente un escaño en el parlamento de Estrasburgo (Jon Gangoiti –sin CIU, en 1989-, Josu Jon Imaz (1994 en Coalición Nacionalista), Josu Ortuondo, –con ERC, en 1999- o Izaskun Bilbao –con CIU en 2009).

Con esta última unión de intereses nacionalistas el PNV se habrá situado en el centro del tablero político “con un circo de cinco o seis pistas, aunque desde la debilidad que aun arrastra con los 27 escaño en el Parlamento vasco, pese al acuerdo que mantiene con el PSE”. Quien define la situación de esta manera es Alfredo Retortillo, profesor de Ciencia Política en la UPV y miembro del equipo promotor del Euskobarómetro. El politólogo Retortillo considera que esa vuelta del PNV al pacto con todos tiene mucho más que ver con “el talante y el saber hacer de Ortuzar, que con la capacidad de liderazgo de Urkullu”. A su juicio, al 'fontanero' Ortuzar le han ido bien las cosas, después de haber “tenido que sudar un rato largo la situación de soledad en la que estaba el lehendakari”.

En realidad fue el propio Urkullu, después de la reunión de la mesa de partidos convocada tras sus fracasados presupuestos, el que delegó en el partido la responsabilidad de alcanzar un acuerdo, que llegó en septiembre pasado, tras meses de negociación con los socialistas. Urkullu pudo enderezar la legislatura y ganar una confianza que hasta entonces había brillado por su ausencia en Ajuria Enea.

Dicen que dinero llama a dinero y, en el caso de Euskadi, los acuerdos llaman a pactos en cascada. El PNV aprovechó la situación de descoloque del PP para sumarle a su acuerdo fiscal y por la reactivación económica que acababa de cerrar con el PSE. Pero de reojo, Ortuzar y el PP miraban la situación de minoría que arrastraba Javier de Andrés en Álava y la posibilidad de sacar adelante la reforma fiscal y contra el fraude y la elusión en un territorio como Gipuzkoa, gobernado precisamente por Bildu, los adversarios políticos en el tablero nacionalista del PNV. El acuerdo ha llegado también a los municipios más poblados: Gorka Urtaran y Javier Maroto han cerrado un acuerdo para salvar los presupuestos de 2014 en la capital alavesa, y hasta han abrazado al 'enemigo' Juan Karlos Izaguirre, para evidenciar su soledad en el consistorio. Mientras, los socialistas de Alfonso Gil se dejan querer en Bilbao por Iñaki Azkuna, señalando el previsible camino para después de los comicios locales de 2015.

“La cultura del pacto es consustancial a la historia de Euskadi”, como ha recordado recientemente el socialista Ramón Jáuregui, quien fuera vicelehendakari de los gobiernos de coalición PNV-PSE presididos por el lehendakari José Antonio Ardanza. Y el PNV casi siempre ha estado en la centralidad de esa sumas políticas: desde la etapa del lehendakari José Antonio Aguirre y su gobierno de concentración en plena Guerra Civil, hasta los por algunos añorados gobiernos de coalición de la etapa Ardanza. Una etapa de sosiego y de desarrollo del autogobierno que hoy conocemos y que saltó por los aires cuando el PNV perdió la centralidad y abrazó la acumulación de fuerzas soberanista con el señuelo de la paz. Era la etapa del Pacto de Lizarra (1998-99)

Pero la banca peneuvista no siempre ha ganado con el acuerdo. Al menos, no el 100% de las materias objeto de rúbrica. Xabier Arzalluz pactó la investidura de José María Aznar en 1996 tras haber mantenido casi un idilio con los socialistas de los sucesivos gobiernos de Felipe González. Y Aznar y Mayor Oreja le prometieron en ese acuerdo completar el Estatuto de Gernika. Algo que el PNV volvió a pactar con José Luis Rodríguez Zapatero en los estertores de su gobierno (finales de 2010), pero que ZP no pudo cumplir porque la situación de debilidad y descrédito –incluso ante su electorado- le obligó a adelantar las elecciones a noviembre del siguiente año.

En el txoko de Sabin Etxea se han cerrado acuerdos presupuestarios, se ha agasajado a ministros y hombres fuertes de los dos partidos nacionales. Desde Francisco Álvarez Cascos, a Txiki Benegas -cuando ambos mandaban mucho en sus respectivos partidos- pasando por lo más granado del PP y del PSOE y de sus formaciones en Euskadi. Nicolás Redondo Terreros también lo recuerda.

Antes más que ahora, pese a que Andoni Ortuzar pasa por ser un buen anfitrión y ama la buena cocina y un gin kas bien preparado. Otros líderes preferían el whisky envejecido en barrica o el licor de calvados. Sin olvidar las comidas a medio camino en el Asador Landa.

El horno de Madrid ahora no está para bollos, ni hay comilonas en el txoko de Sabin Etxea. Las dos mayorías absolutas de las que ha disfrutado el PP –con José María Aznar y ahora con Mariano Rajoy- siempre han colocado extramuros a los nacionalismos periféricos. Aitor Esteban, portavoz peneuvista en el Congreso de los Diputados, ha querido dejar claro que pese a que en los últimos meses de 2013 han podido dar “la sensación” de un acercamiento con el PP tras sellar determinados pactos en leyes como la de Seguridad Privada, normativa energética, etc, “nada más lejos de la realidad. Es un mero espejismo”, apunta Esteban. Habrá que esperar a la reunión entre Urkullu y Rajoy –prevista para las próximas semanas- antes de ver si ambos presidentes son capaces de lanzar y recoger los mensajes y las propuestas del contrario.

Etiquetas
stats