La comida
En la maraña de información de la vida contemporánea a menudo cuesta definir qué es un periodista o incluso qué es un medio. Lo que habitualmente ayuda son los estándares de cómo se ha conseguido, comprobado y publicado la información. Pero, para complicarlo todavía más, ¿qué pasa cuando esos estándares cambian, no se respetan o incluso confunden a una audiencia fragmentada y sometida al bombardeo de la propaganda?
José Precedo, nuestro director adjunto, explicaba en este detallado artículo el origen de las declaraciones del PP sobre su aparente cambio de postura en relación a un posible indulto para Carles Puigdemont y sus conversaciones con Junts antes de la investidura. Se trató de una comida en un restaurante de Lugo de un dirigente del partido con un grupo de periodistas de 16 medios, entre los que estaba elDiario.es, y en la que el PP estableció las condiciones. La información se podía publicar, pero sin citar a la persona que pronunciaba esas palabras: la información debía ser atribuida a “fuentes de la dirección del PP”. Es lo que se llama una conversación on background, es decir, literalmente, “de contexto” y que es algo que gusta especialmente a políticos y funcionarios cuando hablan con periodistas.
Como bien recuerda Precedo, algunos lo llaman equivocadamente off the record, que, en realidad, significa que la información no se puede publicar en absoluto a no ser que el periodista la consiga por otra fuente. Es una confusión habitual. Además, el formato en sí es fácil de manipular para políticos y portavoces. Es especialmente sencillo para gobiernos y partidos acostumbrados a tratar con los mismos reporteros en un círculo de confianza profesional inevitable. Es un problema común para muchos periodistas y no sólo en España.
Por ejemplo, la agencia de noticias AP se opone a esta práctica, aunque a menudo tenga que pasar por ella. “Los reporteros de AP deben objetar de manera enérgica cuando una fuente quiere dar un briefing a un grupo de periodistas on background y deben intentar persuadir a la fuente de que haga ese briefing on the record”, dice su guía de estilo. On the record (algo así como “registrando”) es cuando se puede publicar toda la información y citar con nombre y apellido a la persona que habla. La agencia subraya que es lo que se debe asumir por defecto que se puede hacer cuando un periodista habla con un político u otro servidor público.
En las reuniones “de contexto” los políticos suelen tener ventaja. Una de las escenas más lamentables que he visto de uno de esos encuentros sucedió hace años en Washington con Mariano Rajoy, cuando él era presidente del Gobierno. Después de la conversación con un grupo de periodistas, su portavoz de entonces empezó a dictar las frases que se podían publicar y que no siempre coincidían con lo que había dicho exactamente el presidente del Gobierno. La portavoz se empeñaba en llamar a aquello “off the record” cuando quería decir “on background”. La mayoría de los periodistas acompañaban a Rajoy en ese viaje y lo seguían habitualmente. Quienes nos quejamos entonces –reporteros de El Mundo y de varios medios catalanes– trabajábamos en Estados Unidos, con la ventaja de la distancia que eso supone.
Esto pasó en 2014, en lo que ahora parece otra era, cuando las redes sociales estaban todavía en proceso de consolidación y Trump y sus múltiples imitadores por el mundo apenas merodeaban por nuestras vidas.
Cada vez es más difícil entender reglas básicas de la información cuando el respeto de los hechos no parece ser la principal guía de actuación y los políticos –y no sólo– han descubierto que mentir –decir falsedades a sabiendas– tiene un precio relativamente bajo. ¿Qué hacer cuando la otra parte no respeta las reglas? El caso de Alberto Núñez Feijóo y otros dirigentes del PP desmintiendo el mensaje que el partido había querido transmitir, y con tantos periodistas de medios variados delante, es sólo un ejemplo más.
Hablar de la práctica periodística es un ejercicio de transparencia y una manera de que el resto de ciudadanos entiendan el valor del trabajo que intentamos hacer. Pero en este caso también toca cuestionar algunas de esas reglas que suelen beneficiar a los poderosos.
Algunos casos son más fáciles de resolver. En 2018, Donald Trump, entonces presidente de Estados Unidos, invitó al recién nombrado editor del New York Times, A.G. Sulzberger, y al jefe de Opinión entonces, James Bennet, a una reunión en la Casa Blanca off the record, es decir, cuyo contenido no se podía publicar en absoluto. Como había hecho con otros editores y periodistas, Trump quería quejarse del trabajo del Times. Poco después, Trump se puso a tuitear sobre la reunión y su contenido, que según él había sido sobre cómo “las noticias falsas” eran “el enemigo del pueblo”. El editor publicó sus respuestas a los ataques de Trump aquel día en la Casa Blanca y el Times aclaró por qué lo hacía: “Con el tuit de esta mañana, Trump ha puesto la reunión on the record, así que A.G. ha decidido responder a la descripción del presidente de su conversación, basándose en las notas detalladas que tomaron A.G. y James”, decía el comunicado del periódico.
Las prácticas periodísticas están en constante evolución como la sociedad, pero el asunto central es la buena fe con la que se ejercen. Y esto vale para las dos partes, aunque no siempre sea así en la práctica.
¿Y por qué seguimos aceptando conversaciones así? Como escribía un reportero del Times explicando las reuniones con fuentes que no querían ser citadas después de la polémica con Trump: “Muchas de nuestras exclusivas son fruto de este tipo de encuentros. Y me podéis citar en esto”.
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