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Biden y Sánchez: una alianza por Centroamérica

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c) conversa con el mandatario de Estados Unidos, Joe Biden, (d), antes del comienzo de la cumbre de líderes de la OTAN que se celebra en Bruselas, este lunes. Los líderes de la OTAN celebran una cumbre en la que repasarán su respuesta a los desafíos de Rusia o China, abordarán su salida conjunta de Afganistán e impulsarán una reforma para que la Alianza sea más competitiva. EFE/ Horst Wagner /POOL

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Wilton Eniel Gutiérrez, un niño nicaragüense de diez años, vagaba solo el pasado abril por el desierto en Texas cuando lo encontró una patrulla fronteriza. Las imágenes - escalofriantes - muestran al menor sollozando y explicando que el grupo de migrantes con el que viajaba le habían dejado “botado” la noche anterior. Ni siquiera sabía que estaba ya en los Estados Unidos. En la Casa Blanca esos sollozos entrecortados impactaron no solo emocionalmente - la vicepresidenta Kamala Harris es hija de migrantes - sino también políticamente: la situación en la frontera sur de EEUU amenaza con descontrolarse. Todo parece justificar las tesis de Trump sobre la “necesidad” del famoso muro fronterizo.

Guatemala y Honduras - los restantes países les siguen a escasa distancia - viven una explosión demográfica. Al mismo tiempo, la Covid-19 ha disparado en Centroamérica los indicadores de pobreza, desempleo e incluso de inseguridad alimentaria - Hambre, con mayúsculas -. El auge de las “Maras” - sanguinarias pandillas de delincuentes - hace insoportable la vida diaria. En el triángulo norte - Guatemala, Honduras y El Salvador - el índice de muertes violentas es superior a países en guerra como Irak o Afganistán. Incluso existen contra algunos gobiernos acusaciones en tribunales de EEUU de infiltración por los cárteles mexicanos. 

La migración de Centroamérica a Estados Unidos - México está reconvirtiéndose de país emisor a zona de tránsito - va a incrementarse en los próximos años. La Covid-19 es el nuevo acelerador migratorio. El cambio climático es otro: los huracanes “Eta” e “Iota” en Centroamérica han arruinado las cosechas y extendido - aún más - la miseria. Los gobiernos nacionales, sin distinción de ideologías, son duramente criticados pero frente a estas desgracias - huracanes y epidemias - no han recibido ayuda exterior significativa. Entre las contadas excepciones, España, cuya reina Doña Letizia se desplazó a Honduras con un amplio envío de la Cooperación Española. La retórica de Trump de que un muro puede detener fuerzas de esta magnitud es, simplemente, pensamiento mágico.

El presidente Joe Biden se juega en buena medida la continuidad en la Casa Blanca en Centroamérica. La migración es parte central del polarizado debate político en EEUU. Prueba de ello es el mandato a la vicepresidenta Kamala Harris y a un equipo de experimentados asesores - los latinos Juan González y Ricardo Zúñiga sobresalen - para construir una nueva política para la región.

Centroamérica es un desafío que algunos en Washington - y también en Bruselas - consideran irresoluble. No todos compartimos esa visión. El Departamento de Estado ha anunciado que ampliará y reconducirá la ayuda - para eludir la corrupción - a través de la sociedad civil. La ayuda exterior - recortada drásticamente por Trump - es un paso en la buena dirección. Pero ni los 4.000 millones prometidos por la Casa Blanca serán suficientes sin una estrategia integral.

En 2003 se firmo el Cafta, un tratado de libre comercio de EEUU con el área. El Cafta - de corte neoliberal - solo ha agudizado los desequilibrios. En cambio, si mañana EEUU firmase un acuerdo comercial preferencial real con los países del triangulo norte - extensivo a Nicaragua, Costa Rica y Panamá - la migración caería. Si este acuerdo preferencial se coordinase con el actual acuerdo comercial regional con la UE, impulsado por el entonces presidente Zapatero y firmado en Madrid bajo la exitosa presidencia española de la UE en 2010, la migración caería más aún. Al poder exportar Centroamérica sus productos y cosechas - a precios y salarios dignos - los campesinos y trabajadores urbanos se quedarían en sus casas en vez de arriesgarse en el peligroso viaje al norte. Las caravanas de migrantes se quedarían sin pasajeros.

También hay que avanzar en el control de la criminalidad. ¿Es imposible? En Centroamérica se desarticularon decenas de tramas de alto nivel de narco-corrupción. ¿La fórmula? Comisiones de apoyo a la judicatura y policía locales - en su mayoría honestas - enviadas por la ONU y otros organismos internacionales. Estas comisiones fueron retiradas en su día a pesar - ¿ o más bien a causa? - de sus éxitos incontestables contra los carteles del narcotráfico y las “Maras”. 

Este 2021 la sensibilidad política - tras la reunión de la vicepresidenta Kamala Harris con un grupo de abogadas centroamericanas - ha variado y la puerta a su retorno se está abriendo. Si estas comisiones internacionales de apoyo regresan veremos avances inimaginables en seguridad. 

El “Plan Centroamérica” que la vicepresidenta Harris está impulsando es una acertada iniciativa. La solución de las crisis ( en plural ) en Centroamérica requieren sin embargo incorporar a más actores internacionales. EEUU, en solitario, no puede hacer frente hoy a todos los retos y demandas de la región. Centroamérica tiene enormes potencialidades en turismo, energía, agricultura, industria, pesca, etc. Pero necesita infraestructuras y seguridad para crecer - con inclusión social - y competir en unas condiciones mínimas en este mundo global.

España fue decisiva en los acuerdos de Paz en la década de los 90. También lo fue nuevamente - con inversión y cooperación - en el posterior “Plan Puebla Panamá”  para la reconstrucción tras los conflictos armados internos. Fue Madrid quien lideró los esfuerzos de la UE en ambos procesos.

Pedro Sánchez - al igual que Joe Biden - se ha ganado el respeto de Centroamérica por su apoyo ante la Covid-19 y los huracanes “Eta” e “Iota”. La presidenta del Parlamento Centroamericano, la exfiscal hondureña Fanny Salinas así como varios gobiernos del área han planteado al presidente Sánchez en la reciente y fructífera Cumbre en Costa Rica con los lideres regionales una propuesta ambiciosa: incorporar a España y la UE al “Plan Centroamérica”, en particular en infraestructuras y seguridad. 

España y la UE son el primer donante en cooperación al desarrollo a Centroamérica y el segundo inversor en el área. La ampliación del Canal de Panamá o la red eléctrica regional son (excelente) obra de empresas españolas. La lucha contra los cárteles - liderada por la judicatura y policía locales en cooperación con la DEA y el FBI - ha alcanzado logros resonantes cuando ha contado, sobre el terreno, con la experiencia de la judicatura y las policías españolas. El “Plan Centroamérica” avanzará más rápido y más lejos con la contribución española y europea hacia sus metas.

Una alianza entre Biden y Sánchez a favor de Centroamérica sería sin duda una excelente noticia para la región. Una coalición entre EEUU, España y la UE en este 2021 - bicentenario de la pacífica independencia centroamericana - para dar esperanza y futuro reales a Centroamérica. 

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