Anguita, Aznar y los tontos útiles
Era un clásico de la propaganda anticomunista de los tiempos del franquismo calificar de “tontos útiles” y “compañeros de viaje” a aquellos que, no siendo del PCE, caían en manos de la estrategia carrillista de ampliar el bloque antifranquista. Se trataba, en los últimos años del franquismo, de buscar aliados, sumar diversos, unidos todos por el ansia de recuperar la libertad y posponiendo las diferencias ideológicas para cuando se pudiera volver a votar.
Se hacía en los setenta desde el franquismo un dibujo de los comunistas como elementos perversos, diabólicos, eficaces, capaces de sumar/embaucar a gente de derecha como Rafael Calvo Serer, editor del muy liberal –político- diario “Madrid”, persona vinculada al Opus Dei y miembro de la Junta Democrática, promovida por el PCE a mediados de los setenta.
Lo cierto es que se puede decir que el manejo del concepto gramsciano de hegemonía se inaugura en España en esos tiempos y con estos apellidos: la capacidad del PCE para sumar a su objetivo de libertad y fin de la dictadura a todos aquellos españoles hartos de Franco y deseosos de Europa. Daba igual que fueran de derechas o de izquierdas, con dinero o sin él, empresario u obreros, agnósticos o creyentes, ex franquistas o comunistas de toda la vida. Se trataba de montar un amplio frente de rechazo contra Franco que derribara la dictadura y abriera un periodo de libertades.
Esa inteligente, muy democrática y reconcializadora política del PCE, cuando era hegemónico en la izquierda y en la oposición a Franco, fue denostada por el franquismo, que trataba de atacar a los aliados de Carrillo tildándolos de eso, de tontos útiles y compañeros de viaje que serían engullidos por un comunismo intrínsecamente perverso.
Ese concepto de hegemonía se quebró con el paso del tiempo. De la capacidad del PCE para sumar, se pasó a la estulticia de Anguita para ser engullido por la estrategia de Aznar. Aznar, el de la guerra de Irak.
La derecha política, representada por Aznar, y la derecha mediática, encarnada por Pedro José, Anson y otros miembros del autodenominado sindicato del crimen, establecieron una estrategia de frente de rechazo contra Felipe González. Todo era bueno para el convento de hacer desaparecer a los socialistas del Gobierno. Como dijo el propio Anson, entonces director del ABC, o se conspiraba con todo contra el líder socialista, o no habría forma de desalojarlo por la mera fuerza de los votos.
¡Qué portadas del Mundo y del ABC en aquellos tiempos, legislatura 89-93 y , sobre todo, 93-96! Lo mismo se decía que la sequía era culpa de Felipe que se ensalzaban los valores de Anguita, cordero propiciatorio.
Con su narcisismo atolondrado, Anguita cayó como tonto útil -bueno, retiro lo de útil- en manos de la estrategia del frente de rechazo a los socialistas promovido por Aznar.
Viene ahora Anguita a decir, en mayo de 2016, que estamos en el 77; se presta al jueguecito de imagen y propaganda, aparece en un mitin recién comenzado para captar la atención y ganar la foto, y después de haber repetido hasta la náusea lo de programa, programa, programa, reconoce que ha votado la fusión (masticación) ¡sin haberse leído el programa!
Comparten los que salen en la foto un narcisismo levitante y vemos cómo Anguita está dispuesto a defender que un militar de la OTAN -contra la que surgió IU- puede ser lanzado en paracaídas en Almería, como la viejísima política de los cuneros -gente que se presenta en una provincia sin tener la menor vinculación con ella y, en este caso, con el rechazo de IU Almería-.
Todo es bueno para el convento de la masticación, incluido decir que no conoce de nada a Errejón, depurado al amanecer por negarse a la sopa de letras, por querer la transversalidad y no la izquierda rancia de Anguita, tonto útil de Aznar, el de la guerra de Irak.