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Todos a la cárcel

Una asistente a la concentración de Colón.

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Vaya por delante mi respeto a todas las personas que decidieron acudir a Colón a manifestarse. No tengo insultos, ni reproches, ni descalificaciones para ellos. Están en su derecho de protestar las veces que estimen oportunas y por las razones que consideren razonables. Igual que muchos estamos en nuestro derecho de pensar que se equivocan, sin que eso nos convierta en traidores, golpistas o indignos. Que me lo llamen no me importa, mucho menos me preocupa. Lo que no estoy dispuesto a aguantar es que además me den el coñazo mientras lo hacen.  

Respeto tanto el derecho de manifestación que, si no hubiera estado ocupado y no viviera en Galicia, a lo mejor también me habría acercado. Aunque solo fuera para ver jugar a las cuatro esquinas a Pablo Casado, a Inés Arrimadas y a Santiago Abascal, el hombre que intenta compensar no haber hecho la mili portando una colección interminable de mascarillas paramilitares. 

De tanto no darle importancia a la foto, desde el PP y Ciudadanos acabaron por regalarle todo el protagonismo al líder de la ultraderecha para que continuara ampliando su nómina de enemigos de España; a independentistas, nacionalistas, podemitas, socialistas, centristas, liberales o feministas ayer sumó a las otras dos derechas, por cobardes y chichinabos. Cada día que pasa, en Vox andan más cerca de conseguir hacer realidad un mundo ideal donde únicamente habitan ellos.

Tampoco me habría importado asistir en directo al momentazo cuando Díaz Ayuso se autoproclamó sacerdotisa mayor del constitucionalismo, emplazando al Rey a que nos diga si piensa firmar los indultos y a darle a ella las debidas explicaciones en su condición de suma guardiana de la soberanía nacional y el verdadero espíritu de la constitución. Otro ejemplo más de cómo la derecha española continúa firmemente convencida de que no existe cosa o institución que no pueda romper en su camino hacia el poder y que no pueda arreglar luego, una vez conseguido.

Más allá de esos momentos hilarantes en esta comedia de enredo que viven las derechas para acreditar quién es más constitucionalista de toda la vida, cuesta verle mayor utilidad al regreso a Colón. La manifestación dejó claro lo que ya sabíamos: hay mucha gente en contra de los indultos; más de la que piensan quienes los apoyan y bastante menos de cuanta creen los convocantes de la marcha. Menos claro quedó, tras escuchar cuanto allí se dijo, qué les molesta más, si los indultos o que gobiernen Pedro Sánchez y sus socios. Si no fueran los indultos, estarían allí los mismos, con el mismo entusiasmo pero con otra excusa, porque lo que realmente les irrita, les molesta, les parece inconstitucional y debería estar hace tiempo en la cárcel es este Gobierno y todo lo que se le parezca. 

Si el maestro Berlanga aún estuviera entre nosotros, haría otra gran película. Pero ni siquiera eso vamos a sacar de semejante espectáculo.

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