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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

El iPad de Cayo Lara

Hombre reparando electrodomésticos en La Habana, 2015 Foto: B.Huertas

Begoña Huertas

Cuando en 1924 un grupo de fabricantes de bombillas acordaron limitar la vida de cada una de éstas a un máximo de mil horas (lo que se bautizó como el Cartel Phoebus) comenzó de algún modo lo que hoy conocemos como obsolescencia programada. El asunto de las bombillas que no se apagan nunca quizás sea una anécdota, pero en la segunda mitad del siglo XX esa obsolescencia planificada se hizo masiva primero en Estados Unidos y luego se extendió por todo el mundo capitalista.

Hoy en día, cuando se nos estropea un aparato (impresora, frigorífico, lavaplatos…), lo normal es escuchar al técnico –si es que llamamos a alguno- afirmar que no vale la pena arreglarlo, que la reparación sale igual de cara que comprar uno nuevo. Reparar, arreglar, a este paso, podrían convertirse en verbos en peligro de extinción.  El derroche que esto supone para el planeta y la imposibilidad de continuar produciendo a ese ritmo es un asunto nada menor que ocupa ya a muchos grupos pro-decrecimiento.

El Congreso de los Diputados entrega un iPad a cada miembro de los diferentes grupos parlamentarios. Estos aparatos electrónicos –cuyas partidas son contratadas entre el gobierno y Telefónica-, ya generaron en alguna ocasión polémica debido al insólito número  de pérdidas o al deterioro inexplicable de muchos de ellos (ver aquí).

Al diputado de Izquierda Unida, Cayo Lara, hace tiempo que se le rompió la pantalla de su dispositivo. En lugar de pedir otro, el coordinador federal de IU lleva el cristal sujeto con papel celo. Para qué va a cambiarlo si funciona, dice. A lo largo de toda su actividad como dirigente político, Cayo Lara se ha distinguido por ser un hombre inteligente, amable y con cintura política. Este gesto ante la rotura de su iPad no es más que otro ejemplo de austeridad y seriedad por su parte, actitudes de las que tan necesitada está la clase política de este país, y por tanto muy encomiables.

Hace unos días, en este periódico, Lara afirmaba que no hay ningún enfrentamiento dentro de IUCM. Es una “falacia”, decía, que haya dos sectores, uno que encarne a la “vieja guardia, a las antiguallas” que no quieren converger y otro de “progres”. Quizás con esas palabras el coordinador federal de la formación de izquierdas lo que está intentando es señalar que el “dispositivo” no está roto y funciona. Y sí, que la herramienta funciona se ve en el ímpetu de Alberto Garzón y en la misma valía de Cayo Lara que lo apoya.

Sin embargo lo que no puede ocultarse es el rayajo en el cristal del iPad –por seguir con la metáfora-, grietas que pueden verse fácilmente en cuanto uno se da una vuelta por twitter o escucha en diferentes medios las declaraciones de algunos dirigentes de la formación. Es probable que esas grietas requieran algo más que un poco de celo para que la imagen en la pantalla no resulte distorsionada. De acuerdo, no hay dos sectores como dice Lara, pero sí seguramente un núcleo dirigente que pone trabas para la convergencia con otras fuerzas. ¿Es que no tiene el coordinador federal potestad para intervenir en la federación madrileña? Algunos dicen que no. Muchos creen que sí, y que además haberlo hecho con más determinación hubiera sido lo conveniente, ya que su solución revierte en todo el Estado. La voluntad política para coincidir con otras fuerzas frente a las políticas de derechas del PPSOE quedó muy clara en los resultados de las votaciones primarias –tanto de militantes como de simpatizantes-.

Vale. Os estais preguntando quién soy yo para hablar de todo esto. Bien. Tuve un novio del PCPE, y él y sus camaradas me consideraban “revisionista” (¡pero yo nunca entendí que significaba eso!) porque simpatizaba con el PCE. Hoy estamos todos de acuerdo y sin embargo no podemos tomarnos una caña juntos (es un decir).

Los fabricantes de electrodomésticos o dispositivos electrónicos hacen que cada vez sea más difícil desmontar los aparatos (a veces directamente es imposible) con el fin de que no puedan sustituirse piezas y el consumidor tenga que renovar todo el mecanismo. Da la sensación de que los dirigentes de IUCM son como uno de esos electrodomésticos construidos en bloque. Diseñado para que no se pueda abrir y reparar la pieza defectuosa. Confiemos sin embargo en todos los que continúan todavía dentro de la fábrica mejorando el producto. Cayo Lara, Alberto Garzón, Antonio Maillo, Marina Albiol, Esther López Barceló, Yolanda Díaz y muchos otros tendrán que vérselas con esas partes estropeadas y apartarlas.

La obsolescencia no es sólo física –las cosas se rompen, naturalmente- sino psicológica. También resulta agradable estrenar algo nuevo. Este aspecto, el de la obsolescencia psicológica, no deberían menospreciarlo dentro de la organización de IU. Es muy incómodo leer en una pantalla rayada, con trozos de celo en primer plano.

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