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Cuando el periodismo es la llave

La exclusiva de eldiario.es sobre los mensajes de los reyes ha tenido un escaso y tardío reflejo en la prensa

Rosa María Artal

El gobierno de Japón ha pedido a las universidades que cierren o reduzcan sus departamentos de Humanidades y Ciencias Sociales y al menos 50, de las 60 existentes, han obedecido. El Sr. Shimomura, ministro de Educación, argumenta que se trata de impartir a los alumnos “una educación más práctica, más profesional, que se anticipe a las necesidades de la sociedad”. En Gran Bretaña ya se ha recortado la financiación de estas materias obsoletas y poco provechosas para el lucro. Nuestro becado en París, José Ignacio Wert, también enfocó su mandato como ministro en potenciar lo práctico: “no hay que estudiar lo que apetece sino lo que es necesario”, declaró en varias ocasiones. Y sacó de la enseñanza la filosofía.

Una vida dedicada a las carreras técnicas y a producir y vender bienes materiales. Y a no pensar. A no indagar en porqués y consecuencias. Ése es el futuro que ya asoma por la puerta. La cultura y el razonamiento no son rentables. Para quienes manejan los hilos de nuestras vidas cada vez con mayor perversión y desfachatez en absoluto. Para cualquier persona que se precie de tal, en cambio, resultan esenciales: la única vía para escapar de un destino maldito. Con la información como llave que abre puertas. A salvo de míticas ciencias infusas, solo el conocimiento permite formarse el criterio para afrontar decisiones.

También puede cerrarlas. Estamos asistiendo al derrumbe en credibilidad de la prensa tradicional en España. Una auténtica caída a los infiernos. Los niveles de enfangamiento a los que ha llegado son tan escandalosos que invalidan sus propias campañas. Salvo para ese sector cuyas cabezas han sido ya derrotadas. “Os exprimiremos hasta la saciedad y luego os llenaremos con nuestra propia esencia”, escribía George Orwell en su libro “1984” que, como otros similares, resultó premonitorio.

Este miércoles eldiario.es publica una exclusiva procedente de sumarios judiciales, libres ya del secreto que ampara los primeros trámites. Pedro Águeda indagó en ellos como podía haber hecho cualquier periodista. Y ahí encuentra que los nuevos reyes de España apoyan a su amigo Javier López Madrid, cinco días después de conocerse que es beneficiario de una Tarjeta Black de Cajamadrid. Y cuando la sociedad española es un clamor contra los lujos suntuarios que proporcionaba, mientras la entidad se hundía para terminar cayendo sobre nuestras espaldas. Los reyes, escribe Letizia al “compi-yogui”, le quieren “Lo demás, merde”

Siguiendo la tónica ya habitual, la prensa generalista calla. La Compi-Prensa, en acertada denominación de Diagonal que analiza con pantallazos lo que ocurrió a partir de conocerse la noticia: Bajo un silencio ignominioso, todos se volcaron… contra Podemos. Y así desembocamos este jueves en una de las más degradantes colección de portadas que cabe imaginar. Portadas, editoriales, artículos, neolengua también en los medios audiovisuales que sin pudor asocia a los partidos “que ponen problemas a la investidura (de Sánchez)” con prácticamente su descomposición interna. Castigo divino por su maldad.

En el aciago tiempo que muchos españoles quieren dejar atrás, hemos visto cómo se cambian secretarios generales manu militare y se colocan candidatos digitum designandum. Y no en un solo partido. Luchas internas de tal calibre en las sedes que salpicaban a los transeúntes. Un partido, el PP, en el que los cargos públicos dimiten –o no- cuando llegan al Juzgado a responder de su saqueo de las arcas públicas. No es ningún “consuelo”, ni excusa, ni partidismo, constatarlo; es exclusivamente sentido de la justicia y la proporción.

La dimisión de varios miembros del Consejo ciudadano de Podemos en la Comunidad de Madrid y otros problemas territoriales son noticia por supuesto. Pero ni siquiera la principal de la política. Lo es la formación de gobierno con novedades notorias: Pedro Sánchez montado en una veleta a ver dónde encuentra apoyos para su investidura. Imponiendo hasta en las conversaciones a un Albert Rivera que contesta en las televisiones en nombre del PSOE y que declara sin disimulo alguno ya que podría dar su apoyo a un gobierno del PP si echa a Rajoy. Como si fuera el único problema Rajoy. Como si los 40 escaños (aún) de Rivera fueran necesarios si otros partidos se ponen de acuerdo.

Lo escandaloso es ese despliegue mediático a los problemas internos de Podemos. Por los reales lo sería, cuando además se añaden ficticios entramos en otra dimensión. El diputado del Parlament catalán, Albano Dante Fachín, se quedó estupefacto al verse abriendo portada en El País casi como cabecilla de una rebelión de Podemos en Catalunya. Por el único hecho cierto de que están sin secretaría general desde Octubre, eso sí, por la dimisión de Gemma Ubasart. Y, como suele ocurrir, hay distintos candidatos para sustituirle.

El análisis de lo que andan publicando sobre Podemos precisaría incluso un análisis psiquiátrico. Una prensa seria de un país serio no puede andar con especulaciones de creadores de líderes horripilantes formados en laboratorios del Averno con caldo de sabandijas y polvos de ársenico. Igual son de Fierabrás. En toda investigación criminal lo primero que se busca es a quién favorece el desenlace. Y ahí tenemos precisamente la clave.

De nuevo han conseguido apartar de la vista asuntos graves que nos ocurren. La agenda la marca la Compi-Prensa de alguna manera. La que se hunde en ventas en papel y la que crece en ellas a través de las pantallas. Menos mal que aún queda el periodismo, el que los propios colegas silencian.

Pero la desproporción en su alcance lastra los esfuerzos. Y aumenta los riesgos. Es enfrentarse a un poder que, como vemos, no se detiene ante nada. Al que no le importa ni mostrarse en su descarnada realidad. El gobierno en funciones, fiel a toda su trayectoria, reaccionaba este jueves con el anuncio de una investigación por la publicación de los mensajes de los reyes. Por la publicación. Son tiempos realmente tenebrosos.

El proyecto es evitar que los ciudadanos reflexionen. Expulsar de las Universidades y de la calle el pensamiento y la cultura. Está pasando ya. El objetivo es dirigirles en lo que deben creer, sentir, amar, odiar y... votar. Una sociedad creada para el lucro de unos pocos que no admite disidencias ni tropiezos. En la que ya hay niños que pasan del calor del vientre materno a dormir en el barro de los campos de refugiados sin techo. Nunca habían visto algo así, dicen en Médicos Sin Fronteras. Lo cuentan periodistas españoles sobre el terreno. Es, por ahora, el no va más de la sociedad de las desigualdades, la injusticia y la desvergüenza que con tanto ahínco defienden. En la que gobiernos que amparan la venta de armas, la promoción de los desequilibrios sociales, la corrupción troncal, se desentienden de sus víctimas. Y al que cada día arrojan a más personas que nunca pensaron verse en esa tesitura. Que ni siquiera parecen ver o dolerse de las mermas que ya están padeciendo. Incluso en su dignidad. Ignoran que todo empezó, que todo empieza, un día.

Huir de las propias responsabilidades es letal cuando impera la codicia. Por eso, la educación y la información son nuestra única esperanza.

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