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No enredes con la geometría variable si no sabes aguantarla

Espinosa de los Monteros compara la manifestación de Vox con la celebración por el Mundial de Fútbol

Antón Losada

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Se da en primero de movilización política. Una manifestación tiene éxito si consigues que se sumen los demás, no sólo los tuyos. Por eso triunfaron Nunca Máis, el No a la Guerra, o el 15M, porque trascendieron mucho más allá de sus convocantes originales y congregaron a gente que jamás se había apuntado antes, incluso a muchos votantes del gobierno de turno. Por eso las manifestaciones motorizadas de la ultraderecha han sido, sin ningún género de dudas, un fracaso; porque sólo han conseguido sacar a los suyos, incluso puede que únicamente a los muy suyos.

Por mucho que las caceroladas más anunciadas y promovidas mediáticamente de nuestra historia se hayan querido presentar como un movimiento de vecinos, o a quienes las han criticado se les haya tildado, a la vez y en abierta contradicción, como progubernamentales, radicales ultraizquierdistas y antisistema, la verdad siempre acaba encontrando su camino. Tal vez ocurra lo mismo con muchas de las cosas que se han dicho y oído respecto al ya mítico pacto con Bildu.

A lo mejor les sorprende leer esto, pero creo que el principal error del Gobierno no fue pactar con Bildu, incluir la reforma laboral o ponerle un plazo que todos sabemos era simbólico. El verdadero traspié consistió en rectificar el acuerdo y hacerlo a medianoche. La equivocación no reside en jugar a la geometría variable, la verdadera falta consiste en hacerlo sin estar listo para aguantar las presiones y el esfuerzo que exige.

Bien ejecutado y sabiendo aguantar la presión, el pacto con Bildu tenía muchas ventajas para el Ejecutivo de Pedro Sánchez. De entrada, ponía a jugar a cinco votos de diputados que, hasta ahora, estaban fuera de la partida, alterando más bien a su favor las reglas de cálculo de las mayoría y minorías de la legislatura. A los nacionalistas vascos les ponía en el mercado un competidor, mejorando las condiciones de negociación de cualquier acuerdo. A Esquerra Republicana le confirmaba aquello que el giro estratégico de Ciudadanos le había anunciado: la mayoría que sostiene al Gobierno de coalición ya no depende de ellos; su elección ya no es entre continuar o acabar la legislatura, sino si quieren jugar o no mientras dure.

Si no me creen, no tienen más que chequear las reacciones de los principales afectados por el supuesto “acuerdo secreto”. Ciudadanos protestó proforma porque no quiere perder la posición de clave de bóveda que le han regalado unos y otros, el PNV hablo de “confianza en la reserva” posicionándose para otra ronda negociadora donde va a haber más competencia y en ERC pasaron de dar por muerto “el espíritu de la investidura” a jurar su apoyo a la derogación de la reforma laboral y abrir otra tanda negociadora, por si acaso.

El criterio para evaluar la famosa geometría variable no es la lealtad, muy útil para entender un drama de Calderón, pero no la política. Lo que amortiza la geometría variable es la eficiencia de su funcionamiento y la eficacia de sus resultados. Lo saben muy bien los mismos socios que hoy reclaman lealtad, pero han negociado sus apoyos prórroga a prórroga y norma a norma, negando siempre ser socios estables o estar atados a nadie; o quienes se esfuerzan en que valga lo mismo y genere los mismos derechos una abstención que un voto a favor.

Pero para trazar con éxito la geometría variable hay que mantener la calma, confiar en tu estrategia, no ponerse nervioso y no lanzarse a rectificar los acuerdos a medianoche solo porque los demás socios protestan al ver reducido su margen de negociación, los empresarios se levantan de la mesa o alguien habla de avisos desde la UE, como si Europa fuera una diputación y lo importante fuera tener contactos en los despachos. Los socios volverán a sentarse porque les conviene, los empresarios volverán al diálogo social porque les interesa y pierden más fuera que dentro y en Europa, a día de hoy, tienen asuntos más urgentes para ocuparse que cómo afecta a la reforma laboral en España un pacto para que cinco diputados se abstengan ante la prórroga del estado de alarma en plena desescalada de la primera pandemia del siglo.

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