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Mujeres, con ellos y entre ellas

Andrés Ortega

Hay algo raro que indica que, pese a los cambios de hábitos y de educación de estos años, el machismo no ha desaparecido, o ha vuelto con nuevos bríos e instrumentos, como el móvil. Por no hablar de su consecuencia más extrema: la violencia de género. La campaña impulsada desde el Gobierno desde hace meses, primero como “Hay salida”, luego “Cuéntalo”, para incitar a las adolescentes que se sientan acosadas por sus parejas a denunciarlo, está bien hecha, pero es reactiva. No va al fondo de las causas. Se requiere un cambio de actitud en los varones, pero también en las chicas.

Aunque datos hay pocos, como indica Juan Carlos Ballesteros, sociólogo, de Sociologicatres, sí se hacen estudios cualitativos sobre esta temática. Uno de los mejores trabajos, del que él es coautor, es el realizado por el Centro Reina Sofía sobre “Adolescencia y Juventud: Jóvenes y Género: el Estado de la Cuestión”, actualizado en abril pasado. Parte de que “los avances hacia la igualdad de género en la sociedad española, y más concretamente entre los jóvenes, son notables e innegables”. Pero apunta a tareas pendientes en el ámbito del empleo, de las tareas domésticas y en la dinámica de relaciones sexuales y de pareja.

A este respecto, entre los jóvenes de 15 a 29 años, hay grandes diferencias entre chicos y chicas. Ellos buscan primero el atractivo físico (24%), la simpatía (22%), la sinceridad (20%), la inteligencia (14%) y la bondad (12%). Ellas, según este estudio, tienen otra jerarquía de valores ante ellos: la sinceridad (32%), la simpatía (19%), la bondad (15%), la inteligencia (13%) y el atractivo físico (11%, menos de la mitad que ellos). El resto de valores considerados por el informe (dinero, fuerza, liderazgo, fama, éxito…) representan “opciones residuales”. Pero 33% de los chicos estudiantes de 12 a 24 años están algo, bastante o muy de acuerdo en que está bien que los chicos salgan con muchas chicas, pero no al revés.

Respecto a los jóvenes y adolescentes, no se trata sólo de la educación de ellos, sino también de ellas. Según este y otros estudios cualitativos, persiste en ellas la primacía del amor romántico, del cuento de hadas, del Príncipe Azul. Y de que amar es sufrir: un sentido trágico, este último, que se ve reforzado, según este informe, por la idea de que no hay verdadero amor sin celos, y que estos “demuestran interés, atracción, incentivo, afecto”. 

De ahí que muchas jóvenes, como señala el informe, admitan el dominio, el abuso, psicológico y formas de maltrato como, por ejemplo, la humillación y los gritos, el control (llamadas constantes, prohibición de salidas, bombardeo de mensaje, lectura de wasap privados), etc. Es ese el punto de partida de la campaña desde el Ministerio de Sanidad: “Si tu chico te da miedo, cuéntalo”.

Las nuevas tecnologías influyen. No son todos, claro, pero hay una parte significativa de jóvenes que controlan a sus parejas femeninas a través del móvil, o les obligan a actuar sexualmente según las pautas que ven en las webs pornográficas. Pues estas son asequibles para cualquiera en Internet, lejos de las revistas de antaño. E influyen en los comportamientos sexuales, a lo que hay que añadir el creciente uso de la prostitución por los jóvenes, denunciado en la reunión de alcaldes en el Vaticano por la de Madrid, Manuela Carmena. Algunos sociólogos consideran que estos factores favorecen la imagen de la mujer objeto, sobre todo entre los de 15 a 17 años. También hay diferencias en el uso de estas redes sociales, siendo las mujeres más proclives a utilizarlas para contactos e intercambios con amigos y amigas, mientras que ellos las usan más para conocer a gente nueva, y “ligar”.

¿Las razones de esta situación? Mucho se debe a la educación en casa, la publicidad y el cine, o una cierta la frustración de los chicos de que en general las chicas estudian mejor que ellos, obtienen mejores notas en el colegio e instituto,  y ya son más (63%) en la Universidad (aunque en algunas carreras, como las ingenierías hay más hombres, las mujeres son ya mayoría en Medicina). También a la forma en que se educan las chicas, que han avanzado mucho en la cuestión estudios y elección de profesión, pero en números significativos son presas aún de antiguos estereotipos. Como insiste la Organización Mundial de la Salud, para atajar estos problemas, la educación funciona. Aunque de nuevo no quepa siempre relegarla al colegio, sino que también las familias se tienen que implicar.

Por otra parte, la amistad, las amigas, entre mujeres no son lo mismo que los amigos entre hombres, aunque para ambos las relaciones grupales empiecen en la adolescencia. Luego siguen de una manera u otra. En el cine, a media tarde de un fin de semana (viernes incluido), o por la noche, hay grupos de mujeres. Nunca de hombres. Fuera, en una terraza (o dentro por el calor o el frío), hay mujeres, en general más jóvenes, cenando entre amigas. Casi nunca un grupo de hombres solos. Esos se ven al mediodía, entre semana, almorzando. Vayan a ver una exposición, y como en el cine, casi siempre habrá grupos de mujeres, nunca de hombres. Algo nos falla.

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