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Los pobres de los que ustedes no hablan

El consejero de Educación, Ciencia y Universidades y portavoz del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio.

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En la política, como en la vida, hay verdades absolutas, verdades objetivas, verdades subjetivas y verdades relativas. Luego están las verdades incómodas, que son aquellas que uno se resiste a aceptar por dolorosas, por conveniencia o simplemente por estulticia. Para algunos, siempre es mejor vivir entre cómodas mentiras y realidades paralelas que aceptar la crudeza de los hechos o los datos. 

¿Dónde están los pobres?, se pregunta el consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio. Están en Usera, Carabanchel, Vallecas, San Blas, Villaverde, en la Cañada Real, Parla, Fuenlabrada, Leganés… En los comedores sociales, en los centros de acogida, en las instalaciones de las Hermanitas de los Pobres, en los albergues municipales y hasta en sus propias casas.

Madrid tiene miles de vidas. Diferentes. Desiguales. Antagónicas. Esta ciudad se divide entre ricos y pobres. Entre quienes no tienen necesidad de mirar cada poco el saldo de su cuenta corriente porque llegue el cargo que llegue, siempre hay fondos suficientes para afrontarlo y quienes el día 1 de cada mes ya sienten el agobio de los pagos: el alquiler o la hipoteca, la luz, el gas, el agua, la comunidad de vecinos, el abono transporte, las necesidades básicas de los hijos… ¿Cuánto quedará para sobrevivir  el resto del mes? ¿Cuánto para comida? ¿Cuánto para las medicinas? La realidad es tozuda, pero ni Ossorio ni Isabel Díaz Ayuso, que habla de demagogia y ha salido al rescate de su consejero, no quieren verla, aunque quien la descubra sea Cáritas, que no es precisamente una organización comunista, ni bolivariana, ni proetarra al servicio del maléfico Sánchez. 

El Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en la Comunidad de Madrid de la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de la Sociología Aplicada) alerta de un incremento del 5% (hasta el 22%) de las personas en situación de pobreza en la región como consecuencia de la pandemia. Pero el Gobierno regional sostiene que no es lo que se ve en la calle. ¿Por qué calles andará Ayuso? ¿Cuántos barrios ha pateado Ossorio? ¿Por qué pueblos se pasea? 

Cáritas constata que en la Comunidad de Madrid hay 1,5 millones de personas que se encuentran en situación de exclusión social, lo que supone cinco puntos porcentuales más que antes de la pandemia. Esto son otras 370.000 personas más en situación de exclusión social. Pero para el gobierno de Ayuso, a tenor del gesto con el que Ossorio miraba a ambos lados del suelo mientras decía no ver pobres en las calles, los necesitados son solo aquellos que duermen en las aceras o piden unas monedas a las puertas de los supermercados. Y lo expresan y escenifican sin el más mínimo sonrojo mientras ignoran que el 12% de los trabajadores madrileños son pobres aunque no vivan o deambulen por las calles.

Los pobres de los que no hablan ustedes, señores del gobierno de Ayuso, tienen trabajo y un rostro mayoritariamente femenino, de unos 44 años y nacionalidad española, según la última radiografía de Cruz Roja. Son familias con hijos que no pueden pagar la calefacción ni la luz y que se acercan peligrosamente al abismo de la pobreza severa y la exclusión. Esta es la realidad que las organizaciones sociales han detectado en los últimos años para alertar de una crisis social sin precedentes y con riesgo de cronificación.

Pero esto, claro, es difícil verlo desde la atalaya de quienes llevan años subidos al coche oficial, tienen sueldos por encima de los 107.000 euros o manejan fondos de inversión de más de un millón de euros, como es el caso del consejero Ossorio. 

Los datos de Cáritas no son nuevos, pero sí más severos que antes de que empezara la pandemia. Antes del COVID la desigualdad entre el 20% de la población más rica y la 20% más pobre en la Comunidad de Madrid ya era de las más altas de España, con un millón de personas -el 16% del total- en situación de exclusión social, solo por detrás de Andalucía y las Islas Baleares. 

Son cifras insoportables para una Comunidad que presume de ser la locomotora de España, además de la más rica en términos de crecimiento económico. Lo que esconde el gobierno madrileño es que esa riqueza no se ha traducido en un reparto equitativo de la misma, que la brecha de desigualdad sigue en aumento y que esta región es la que más menores acumula en situación de pobreza de todo el país. Pero, claro, esta es una verdad incómoda que ennegrece el discurso de la libertad, el crecimiento y el somos los mejores con el que cada día se entretienen Ayuso y sus palmeros. Son las cifras de la vergüenza, las que alertan de un aumento notable de la miseria en la región mas rica mientras ellos se erigen en negacionistas de la penuria.

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