Queremos hablar de la realidad, ¿qué cosa es la realidad?
¿Es el “tratado comercial”, un tratado de esclavitud para la ciudadanía europea, que está pactando la UE con los EE.UU., unas multinacionales con otras? ¿Es la visita de unos nuevos reyes (¿se acuerdan de que tenemos reyes que andan por ahí?) a un país que ocupó el “protectorado” español sobre el Sahara? ¿Es la nueva carnicería que comete Israel en un campo de refugiados a los que previamente encerró allí? ¿Son los sindicalistas que, como en el franquismo, vuelven entrar a prisión? ¿Es un nuevo manifiesto de intelectuales afines al PP y UpyD a favor de “la unidad de destino en lo universal” con todas sus consecuencias para quienes no estén a favor? ¿Es el fallo del Constitucional, presidido por un hombre del PP que diseñó la reforma laboral, sancionando el despido libre sin indemnización? ¿Es la entrevista que Rajoy le concede a Mas avisándole de que no servirá de nada y que será pública?
Es importante identificar qué cosa es la realidad para no volverse locos. Estos días los medios de comunicación oficiales nos dicen que una parte de “la realidad” es un ciudadano llamado Pedro Sánchez Pérez-Castejón, Pedro Sánchez, conocido en su casa y entre sus amistades, pero no por el resto de los mortales hasta hace unos meses, cuando tampoco conocíamos a otra ciudadana llamada Susana Díaz. Según los medios, y según la imagen que él representa en los medios, es alguien importante que efectúa ademanes de hombre poderoso.
¿Será cierto, se trata de algo real? No hace falta tener muchos años, basta con tener memoria de los últimos doce años en el PSOE, desde González, Almunia, Borrell, Bono, Rosa Díez, Zapatero, Chacón, Madina..., para saber que no sabemos nada al respecto. La política quema personajes y en el caso del partido socialista lo hace vertiginosamente.
Este nuevo personaje, Pedro Sánchez, se remite a Felipe González, al de su etapa anterior a la de empresario, cuando era presidente del Gobierno y reinaba Juan Carlos. Es interesante desde el punto de vista del discurso y la propaganda: nos están diciendo que puede llevarnos de vuelta a aquel pasado dorado, cuando Europa enviaba dinero por un tubo y nos metían en la UE y la OTAN. Las imágenes que el personaje representa estos días es ya la de un estadista que recibe y escenifica escenas de sofá con otros estadistas, Tomás Gómez o Susana Díaz.
Los medios y él mismo se comportan como si lo fuese cuando la sociedad aún no se lo ha concedido y no sabemos si lo hará. Dejamos de lado si le apoya o no eso que llaman “el aparato” del partido o, más específicamente, si lo puso ahí el aparato andaluz, me parece más importante la relación con la sociedad, lo que le están diciendo a la ciudadanía. La cultura pública de los países católicos con su escenificación de la solemnidad del poder, su falta de humildad, si siempre es ridícula más lo es cuando el público no se cree el espectáculo. Éste es el caso.
El reinado de Juan Carlos I y Felipe González fueron unos años irrepetibles, una verdadera embriaguez de la sociedad española motivada por una gran ansiedad que se explica por aquellas circunstancias históricas, ya hemos hablado aquí mucho de la Transición, y es irrepetible. Pero, además, aquello que muchas personas vivieron entonces con entrega ingenua hoy nos resulta mareante y casi vomitivo a muchos.
En abstracto, el razonamiento detrás de esta estrategia política parece sensato y astuto: saltémonos a Zapatero, que quedó asociado en el recuerdo de la sociedad a la llegada de la crisis con sus consecuencias, y remitámonos a la época de González, cuya figura supuestamente permanecería como el hombre que nos metió en la OTAN, la Unión Europea y la modernidad. No digo que no exista alguna encuesta en la que se basen pero creo de existir sólo confirmaría que se pueden hacer encuestas muy perezosas. Me parece que esa idea de la realidad en la que la época de González permanece como una edad de oro sólo existe en las cabezas de personas que vivan en una corte apartada de la sociedad. Creo que no contemplan la otra realidad que vive en las cabezas de la mayoría, para la que esas imágenes de políticos profesionales socialistas ya no representan esperanza alguna ni les encuentran sentido.
Me remito a una experiencia mínima en este mismo lugar. Hace dos semanas publiqué aquí una colaboración, “Sobre la ideología de ”Podemos“, en el momento en que escribo esto esa página tiene las siguientes cifras: 5.217 ”me gusta“ de ”Facebook“, 281 ”twittear“ y 105 ”comentarios“. Y, a continuación, hace una semana, publiqué ”El trance del PSOE“, las cifras en este momento: 50 ”me gusta“ de Facebook, 54 ”twittear“ y 29 ”comentarios.
Se puede decir que esos números no reflejan realmente el interés de la sociedad en esas dos ofertas políticas, yo mismo alegaría antes de nada que los lectores de esta y otras webs tienen un perfil muy definido, crítico, exigente, etc. Pero sí que me parecen unas cifras significativas de lo mucho que pasa la sociedad española del PSOE en este momento y de la curiosidad que por ahora tiene sobre una alternativa que suena no sólo a algo distinto sino a algo que cuestiona precisamente todo lo que Felipe González, el Rey, la Transición..., representan. La renovación que está ofreciendo el Partido Socialista se basa en pasar a González por una clínica de cirugía estética y rejuvenecimiento, me parece que no entendieron nada perdidos como están en esas escenas de poder imaginario entre palacios y sofás.
(Pensé en titular este artículo “La realidad y el PSOE” pero si lo hubiera hecho así , ¿cuántas personas de ustedes lo habrían leído? Eso también es una realidad.)