Vendo voto
Como parece que el mercadillo de compraventa de votos anda muy animado en este final de campaña, yo me adelanto y pongo mi voto en venta, al mejor postor. No es barato, aviso, así que absténganse curiosos y vendedores de humo. El anuncio quedaría tal que así:
“Vendo voto para elecciones municipales, en buen estado, con treinta años de experiencia y compromiso de fidelidad. Decisivo para completar mayorías progresistas o superar umbrales del 5%. Preferentemente partidos de izquierda, absténganse ultraderechistas y quienes gobiernen con ellos.
Se valorará muy especialmente la defensa de los servicios públicos, y de lo público en general: vivienda pública (se exigirá al menos un parque público de vivienda en alquiler social), transporte público (a precio popular y con más restricciones al coche) y empresas de servicios municipales con titularidad pero también gestión pública, que por ahí siempre nos la cuelan.
Advierto de que se trata de un voto de barrio, apto solo para quienes tengan en cuenta el barrio como unidad básica y eje de actuación, desde donde pensar lo urbano, no válido para quienes aspiren a una “ciudad-marca”. Se tomarán en consideración fórmulas como “ciudad de los quince minutos” o “urbanismo de proximidad”, siempre que no sean frases bonitas: con contenido, proyecto y plazos, y que favorezcan o al menos no obstaculicen las formas de auto-organización vecinales (entre otras, las comunidades energéticas).
Y aunque se trata de un voto acomodado en origen, el comprador estará obligado a utilizarlo para la mejora de aquellos barrios históricamente desatendidos, con mayores necesidades y que se mantienen en lo más alto del ranking de barrios pobres año tras año y ayuntamiento tras ayuntamiento. Barrios hartos de cortes de luz y de malas dotaciones, faltos de trabajo y de cultura pero llenos de casas de apuestas. Barrios excluidos de las políticas de ciudad escaparate y grandes eventos a las que son tan aficionados algunos alcaldes.
En relación con esto último, la compra de este voto implica el compromiso de fijar una moratoria para pisos turísticos y grandes hoteles mientras no se resuelvan las necesidades de vivienda de la población local. Una ciudad para los vecinos antes que para los turistas, con especial atención para la población que menos se ha beneficiado de los grandes eventos, infraestructuras y desarrollos urbanísticos; que garantice el derecho a la vivienda y los suministros básicos; y con más recursos para los servicios sociales y programas contra la desigualdad, aunque luzcan menos que organizar una final de fútbol o un gran congreso tecnológico. Sin dejar fuera a la población de origen inmigrante, facilitando su empadronamiento e inclusión; y a quienes carecen de hogar o habitan infraviviendas.
Ya avisé que no iba a ser barato, pero además esta oferta está solo al alcance de aquellas candidaturas que tengan en cuenta la crisis climática. No como un punto más (y vacío) en su programa, sino con medidas para preparar nuestras ciudades frente a la misma, que dejen de ser islas de calor y hagan innecesarios los refugios climáticos: renaturalización de espacios, más áreas verdes y árboles, corredores ecológicos, menos asfalto y cemento (especialmente en los centros escolares y su entorno), un uso racional del agua y otros recursos naturales, acondicionamiento y rehabilitación de viviendas y equipamientos, todo ello contando con la participación vecinal.“
Ea, pues ya estaría todo. A partir de este precio mínimo podemos empezar a hablar. Si hay alguien interesado en comprar mi voto, de aquí al domingo escucho ofertas.
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