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¿De verdad alguien cree que vamos a lograrlo sin las empresas?

La Justicia intergeneracional, clave en la COP25 para un futuro más sostenible

José Luis Gallego

La suma de voluntades por parte de los ciudadanos y las oenegés ecologistas para refrenar la crisis climática es un motivo de esperanza. Pero con nosotros no basta. Durante los últimos años esa gran alianza civil está logrando grandes avances, pero solos no vamos a lograrlo. Ante el mayor reto al que se enfrenta la humanidad debemos colaborar todos, incluidas las grandes empresas. La buena noticia es que muchas de ellas se están sumando.

Nos podrá gustar o no, pero como viene sucediendo en las últimas cumbres climáticas, quienes han vuelto a mostrar más ambición en la Cumbre de Chile que se ha celebrado en Madrid han sido las empresas: muy por encima de los gobiernos y de las instituciones, incapaces de alcanzar los acuerdos necesarios para eludir el riesgo al que su inoperancia (con honrosas excepciones) nos condena.  

Es cierto que, aprovechando que la cumbre recaía en Madrid, ha habido algunos intentos de greenwashing tan ridículos como intolerables. Pero esas malas prácticas de algunas grandes compañías no justifica que acusemos a todas. Eso no es justo ni veraz.  

Las empresas han tardado en reaccionar, es cierto, pero lo están haciendo. No todas, también es cierto, pero sí en número creciente y de todos los sectores. Y eso es una buena noticia para todos. ¿O de verdad alguien cree que vamos a lograrlo sin ellas?

El cambio de actitud que están mostrando algunas grandes compañías ante la crisis climática es realmente sorprendente. ¿Arribistas, oportunistas, especuladoras? Miren, es que me es igual el motivo que les mueve y el objetivo que persiguen: el caso es que han reaccionado y están cumpliendo lo que les veníamos exigiendo ¿o acaso alguien defiende mantener el statu quo de todos contra todos mientras arde el planeta?

Si queremos plantar cara de verdad a la emergencia climática vamos a tener que aceptarnos todos un poco más, caramba. Si seguimos en plan justiciero, acusando y señalando con el dedo al personal en lugar de ir pasando la manguera se nos va a quemar hasta el altavoz.

Es cierto que tenemos motivos para la desconfianza y que muchas de ellas se lo han ganado (y se lo siguen ganando) a pulso. Pero también es verdad es que durante esta cumbre hemos escuchado a muchas empresas renegar del greenwashing y hablar de responsabilidad, de autoexigencia y de aumento de compromiso para avanzar unidos hacia una economía circular y neutra en carbono. No todas, insisto. Pero sí muchas, incluidas algunas de las más grandes.

Solas o en alianza con su competencia directa (lo que no deja de ser encomiable) las empresas están asumiendo como propios los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, y muchas de ellas están yendo más allá, planteándose objetivos de mitigación propios en línea con lo que exigen los científicos para evitar los peores escenarios.

Ahí están iniciativas como Bussines Ambition for 1,5ºC en la que cerca de doscientas grandes compañías de todo el mundo han aceptado asumir el reto de la ONU de contener el aumento de la temperatura media del planeta en 1,5ºC. Un aumento que marca la última frontera del calentamiento global, más allá de la cual hay monstruos.    

Eso es así y a nadie debería incomodar aceptarlo. Pero las empresas también señalan que ha llegado el momento de reducir la carga ideológica, la soberbia y el sectarismo con el que demasiado a menudo son tratadas por algunos colectivos empeñados en mantener el enfrentismo. En su lugar apelan a la cooperación, a la participación de todos y a la armonía de intereses.

La conservación de la naturaleza, el cuidado del medio ambiente y la mitigación de la crisis climática no pueden recaer en la responsabilidad ciudadana, ni tampoco deben ser patrimonio exclusivo de las organizaciones ecologistas. Quien así lo defienda, o no está entendiendo el nivel de emergencia que vivimos o defiende otros intereses.

Dejemos de perder el tiempo señalando culpables de la crisis climática y empecemos a aceptar al otro, a ese otro del que les hablé hace unos meses. Ante la crisis climática que estamos viviendo, dejemos de acusar a todos y empecemos a actuar con todos. Porque lo cierto es que todos somos culpables y todos somos parte de la solución.

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