En el ocaso del día 2 de febrero, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) anunciaba los resultados provisionales de las elecciones presidenciales en Costa Rica. Para sorpresa de pocos, ningún partido político logró alcanzar el umbral del 40% de los votos haciendo necesaria una segunda ronda entre los dos candidatos con mayor porcentaje. Y para sorpresa de muchos, un partido cristiano representado por un líder evangélico, se posicionaba como la primera fuerza política del país.
La campaña para las elecciones 2018-2022 estuvo marcada por una oferta electoral de 13 partidos políticos; un caso de corrupción (llamado ‘Cementazo’) que involucró a la mayoría de fuerzas políticas y debilitó al gobierno oficialista; un electorado cansado de los partidos políticos; y propuestas poco profundas y poco innovadoras.
Durante los meses de octubre a diciembre, las encuestas arrojaron datos muy diferentes a los obtenidos el 2 de febrero. Fabricio Alvarado Muñoz, actual diputado, periodista y cantante evangélico del Partido Restauración Nacional (PRN) obtuvo un 24.9% de los votos, pasando de un quinto lugar en las encuestas al primer lugar en los resultados. El comunicador, politólogo y candidato del oficialismo, Carlos Alvarado Quesada del Partido Acción Ciudadana (PAC) pasó de cuarto lugar en encuestas a un segundo lugar en los resultados con 21.6% de los votos. El resto de los 11 partidos obtuvieron porcentajes menores y quedaron por fuera de la segunda ronda electoral.
¿Cómo se puede explicar que un líder evangélico representante de un partido cristiano que hace unos meses no representaba una fuerza política haya obtenido estos resultados? Las razones son contextuales y tienen su origen el 9 de enero 2018 cuando, tras la consulta realizada por el actual gobierno, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ordenó a Costa Rica reconocer y garantizar tanto el matrimonio para parejas del mismo sexo, como también garantizar el derecho a cambiar de nombre según la identidad de género en el caso de las personas transexuales.
Esta fue la plataforma que catapultó a ambos Alvarado. Por un lado, Carlos del partido oficialista PAC, apoyó de forma enfática acatar esta sentencia para promover la igualdad y la defensa de los Derechos Humanos. Por el otro lado, Fabricio del PRN, capitalizó el rechazo al matrimonio entre parejas del mismo sexo. Bajo un discurso ultra conservador y de populismo religioso, el líder evangélico acuso a la CIDH de violentar la soberanía nacional y expresó que, en el caso de ser necesario, sacaría al país de la Corte (cuya sede, vale la pena mencionar se encuentra en Costa Rica). Fabricio Alvarado fue más allá. Entre sus planes está transformar al Instituto Nacional de las Mujeres (institución que persigue la igualdad de género) en un instituto de la familia y liquidar las clases de educación sexual en escuelas y colegios del país. Su plan de gobierno (páginas 49 para consulta) acusa de “nazi-fascistas” a quienes promueven políticas de Derechos Humanos que, según el partido, son discriminatorias de los dogmas católicos, cristianos y evangélicos; y en los últimos días antepuso barreras a los medios de comunicación para realizar consultas a su partido.
Los resultados elecciones 2018 tienen otros asuntos de interés. Por ejemplo, el abstencionismo llegó al 33.8% a nivel nacional; Fabricio Alvarado (PRN) ganó en zonas rurales donde el Estado históricamente ha tenido poca presencia, mientras que Carlos Alvarado (PAC) ganó en zonas urbanas. El Congreso quedó altamente fraccionado. De 57 escaños legislativos, 46 puestos les pertenecen a cinco partidos de derecha ya sea neoliberal o fundamentalista religiosa y 11 puestos a dos partidos centro-izquierda. Además, por primera vez se llegó a la ocupación más alta de mujeres en el Congreso con 45% de representación. Sin embargo, paradójicamente, en su mayoría son mujeres predicadoras y pastoras evangélicas. Finalmente, se declaró el fin del bipartidismo: por primera vez en la historia ninguno de los dos partidos tradicionales, el Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), que dominaron la arena política por al menos tres décadas, se posicionaron entre las primeras fuerzas políticas del país.
El actual escenario de Alvarado (PRN) conservador versus Alvarado (PAC) progresista es complejo. No solo han emergido discursos de odio que han polarizado a una sociedad que se jacta a nivel internacional por ser promotora de Derechos Humanos, sino que también Costa Rica se une a la lista de países en América Latina en donde las iglesias evangélicas representan un nuevo actor político. La segunda ronda electoral entre los Alvarado es el 1 de abril y probablemente sean las elecciones más significativas en la historia reciente del país.
Vale la pena mencionar, que para bien de muchos y para mal de otros, es domingo de resurrección. Atentos.
