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Aznar marca la estrategia del PP frente a la epidemia a través de FAES, la fundación que Casado reintegró en el partido

Pablo Casado junto a José María Aznar, en una imagen de archivo.

Iñigo Aduriz

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Convertido en el principal asesor político del líder del Partido Popular, Pablo Casado, el expresidente del Gobierno José María Aznar ha pasado en solo dos años de renegar de su propio partido por las diferencias que mantenía con su sucesor al frente del PP –al que eligió a dedo–, Mariano Rajoy, a marcar la estrategia de la formación conservadora en la crisis sanitaria del coronavirus. Esa influencia la ejerce, principalmente, a través de su fundación FAES, que tras la llegada de Casado a la presidencia del partido ha vuelto a participar en todas las convenciones y congresos de los populares.

Desde el inicio de la epidemia, el think tank ultraliberal determina los pasos de Casado en su plan de ataque constante al Gobierno por la gestión de la emergencia sanitaria, mientras al mismo tiempo promete “lealtad” al equipo de Pedro Sánchez. FAES, a través de sus distintos colaboradores, publica los argumentarios que, después, el propio líder del PP y otros dirigentes del partido hacen suyos y reproducen en sus intervenciones públicas.

Una de las obsesiones de Casado desde el inicio de la epidemia ha sido la bajada generalizada de impuestos como medida para paliar los efectos económicos de la crisis, mientras pide aumentar el gasto público sin especificar de dónde debería obtener el Estado esos ingresos.

El 19 de marzo, pocos días después de que se aprobaran las primeras medidas económicas del Gobierno, FAES publicaba un análisis del profesor titular de Hacienda Pública en la Universidad de Oviedo, Santiago Álvarez, en el que criticaba a un Ejecutivo “desbordado y desnortado, que va muy por detrás de una crisis de consecuencias incalculables”.

En contra del “infierno fiscal”

“Hace unas semanas el Gobierno nos amenazaba con una importante subida de impuestos, llegando incluso a cuestionar las competencias tributarias de las Comunidades Autónomas como Madrid, que disienten de sus directrices. O rectifica rápidamente, aparca sus prejuicios ideológicos, y aprueba nuevas medidas que la situación requiere, o el infierno fiscal del que muchos alertábamos acabará por consumir buena parte de nuestra economía”, señalaba.

Solo un día después, Casado hacía suyas esas mismas tesis. Tras una reunión con dirigentes del PP de las distintas comunidades autónomas, reivindicaba “la puesta en marcha inmediata de un plan de reactivación económica, con rebajas fiscales y medidas para aumentar la competitividad, desterrando debates ideológicos entre lo público y lo privado”.

A través de una nota editorial de sus tradicionales cuadernos, FAES publicaba otra reflexión a principios de mes cargando contra la “agenda compartida por el PSOE con la izquierda radical populista de Podemos”. La fundación de Aznar hablaba de una “agenda de polarización ideológica, impuestos, gasto público y deconstrucción constitucional, llevada adelante mediante los pactos estratégicos sellados con los independentistas, incluido Bildu con su negacionismo de la violencia terrorista”.

Alertaba, asimismo, de “los cisnes negros que, de nuevo con un gobierno socialista, no se quisieron ver cuando ya se avistaban en el horizonte”. FAES hablaba así de otro de los mantras que repite una y otra vez el PP: que las manifestaciones del 8 de marzo fueron “alentadas” por el Gobierno a sabiendas de que podían constituir un foco de contagio tras las primeras alertas sobre el virus lanzadas por distintos organismos internacionales. Ese 8 de marzo se celebraron otros eventos masivos, como el mitin de Vox en la Plaza de Vistalegre de Madrid, un acto oficial de la Xunta de Galicia gobernada por el PP o distintas competiciones deportivas.

Culpar al Gobierno

El PP, sin embargo, ha centrado la diana en las marchas del Día de la Mujer, en las que paradójicamente también participaron dirigentes del PP sin cuestionar en ningún momento lo pertinente de las convocatorias.

FAES y Casado obvian en todos sus comunicados e intervenciones que la Comunidad de Madrid que gobierna Isabel Díaz Ayuso, una de las grandes apuestas personales de Casado, se ha convertido en uno de los principales focos de la epidemia en todo el mundo y es la más afectada en España con 54.884 contagiados y 7.239 fallecidos, según los últimos datos oficiales. Como el resto de comunidades, la madrileña tiene las competencias para gestionar la sanidad, las epidemias y las residencias de mayores, donde desde el inicio de la emergencia han fallecido 6.056 ancianos, 4.953 confirmados o con síntomas de coronavirus.

La Comunidad de Madrid envió el 5 de marzo –tras las primeras advertencias internacionales–, una carta a los funcionarios públicos pidiéndoles “continuar con su actividad con total normalidad”. La misiva, firmada por la directora de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, Carmen Yolanda Fuentes, sostenía que los ciudadanos podían “llevar su vida habitual en familia, con amigos y, en general, en el ámbito laboral”, y se limitaba a pedir que se extremaran “las medidas de higiene”.

Pese a todo, FAES siempre ha culpado exclusivamente al Gobierno de la “imprevisión” ante el virus, en los mismos términos que ha utilizado una y otra vez el PP. “El mes de marzo comenzó con la despreocupada convocatoria a la manifestación del 8M, con frívolas risotadas progresistas a cuenta del coronavirus, y ha terminado con la prórroga del estado de alarma (...). Hay mucho que conocer y mucho que aprender de lo ocurrido”, señalaba el editorial de principios de abril.

La reunión entre Sánchez y Casado

La estrategia de la dirección del PP ha seguido paso a paso la dictada por la Fundación FAES de Aznar también en la última semana. El pasado martes, el think tank conservador descalificó en otro editorial la propuesta de un gran pacto de “reconstrucción” planteada por Sánchez a todas las fuerzas políticas para hacer frente a las consecuencias económicas del coronavirus. Casado ha rechazado ese gran acuerdo desde que el presidente del Gobierno lo planteó hace dos semanas. El líder del PP lo ha descalificado tildándolo de “señuelo” o de “propaganda” para “tapar” la “mala gestión” del Gobierno de la epidemia.

“Resulta que la izquierda coaligada para la confrontación a campo abierto con la mitad de los españoles, propone grandes pactos transversales”, denunciaba FAES en su editorial. Para la fundación, la española es “una izquierda inasimilable a cualquier otra izquierda europea porque en ninguna otra parte de la Unión gobiernan los comunistas, rearmados en España con el repudio del compromiso constitucional de sus antecesores”.

No obstante, aunque la fundación considera que “una izquierda dogmática y sectaria en un gobierno fallido son interlocutores muy poco prometedores”, la organización cree que “si el presidente del Gobierno convoca, hay que acudir”, aunque para conformar “un acuerdo para la estabilidad y la continuidad básica de las políticas económica, fiscal y laboral en los próximos años”. Es lo mismo que propone Casado que, arguyendo una falta de comunicación por parte de Sánchez así como problemas de agenda, se negó a reunirse con él el pasado jueves tal y como le solicitó el jefe del Ejecutivo.

Fuentes de la dirección popular explicaron que el líder del PP ya tenía agenda cerrada para este jueves, lo que finalmente consistió en un acto de apoyo a Díaz Ayuso durante una visita al hospital instalado en la Feria de Madrid IFEMA. Por ello justificaron que finalmente se haya pospuesto la reunión a este lunes, cuando ambos dirigentes mantienen un encuentro por videoconferencia a las once de la mañana.

Un triunfante regreso a Génova 13

Aznar, padrino político de Casado –el hoy líder del PP fue su jefe de gabinete en la Fundación FAES durante años– se ha convertido en uno de los principales asesores de la dirección popular desde que el actual presidente de los populares ganó las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría, en el verano de 2018. El 24 de julio de ese año el expresidente del Gobierno volvía a pisar la sede nacional del PP de la calle Génova número 13 de Madrid años después de desvincularse del partido por sus profundas discrepancias con Rajoy.

El expresidente ha conseguido, además, colar sus tesis de la “reunificación” de la derecha dividida en tres –PP, Ciudadanos y Vox– en la estrategia de su partido. También ha colocado en los puestos estratégicos de la formación a algunos de sus principales colaboradores, logrando que en año y medio el llamado aznarismo haya asentado el poder que perdió en los anteriores tres lustros. A todos ellos les caracterizaron en los últimos años sus duras críticas a Rajoy, quien consideraban que había traicionado los “principios” de la formación conservadora por realizar una política más centrada que la de su predecesor en el cargo.

En diciembre de 2018 Casado contrató como jefe de gabinete al entonces exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid Javier Fernández-Lasquetty, encargado desde entonces de planificar la estrategia, la agenda y el mensaje del líder popular. El objetivo del fichaje, según Génova, era “fortalecer ideológicamente un PP que necesita recuperar la esencia liberal que le dio sus mejores triunfos electorales”.

Lasquetty fue secretario general de la FAES de Aznar, para quien también trabajó en su etapa de presidente del Gobierno en su gabinete en la Moncloa. Luego Esperanza Aguirre le fichó para su Gobierno de la Comunidad de Madrid primero como consejero de Inmigración, donde mantuvo un perfil bajo, y, después, en la cartera de Sanidad, donde ensayó la puesta en marcha de su ideario más ultraliberal, el que caracteriza al aznarismo. El pasado agosto Casado colocó a Lasquetty como consejero de Hacienda del Gobierno madrileño de Díaz Ayuso, que es heredera también del ideario aznarista y aguirrista.

Álvarez de Toledo, Lasquetty, Benjumea y Lacalle

El líder del PP también fichó como asesora a Isabel Benjumea, que había sido becaria de la FAES de Aznar. Casado situó a Benjumea en las listas para las elecciones europeas del 26 de mayo y logró ser elegida en las urnas, por lo que ahora es una de las eurodiputadas del PP en Estrasburgo. El líder del PP también incluyó en esa lista para las europeas a la mano derecha de Aznar en la Fundación FAES, Javier Zarzalejos. Y Daniel Lacalle, el gurú económico de Casado, es también otro conocido aznarista que durante el Gobierno de Rajoy se enfrentó a las iniciativas fiscales adoptadas por el exministro Cristóbal Montoro, a quien el sector más radical del PP acusó de aplicar medidas “socialdemócratas”.

Tras elegir a Díaz Ayuso como candidata para presidir la Comunidad de Madrid, Génova eligió a Miguel Ángel Rodríguez (M.A.R.), exdirector de comunicación de Aznar, como consultor de la campaña de la madrileña. Actualmente ejerce de jefe de Gabinete de Díaz Ayuso. Con Aznar como presidente del Gobierno, Rodríguez fue nombrado secretario de Estado de Comunicación en 1996, cargo desde el que ejerció la portavocía del Gobierno.

Otra declarada aznarista, Cayetana Álvarez de Toledo, era a finales de de julio del año pasado la escogida por Casado para ser la portavoz del PP en el Congreso en la recién estrenada legislatura. Cuestionada internamente por los principales barones del partido por sus posturas radicales, Álvarez de Toledo ejerce durante la crisis del coronavirus como la voz más extrema contra el Gobierno tanto en sus declaraciones públicas como con las cientos de iniciativas que llevan registradas los populares en el Congreso desde el inicio de la epidemia.

En la misma línea de FAES, esas proposiciones no de ley y preguntas parlamentarias cuestionan la labor del Gobierno, llaman “presuntos expertos” al director del Centro de Coordinación de Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, y al resto de técnicos, y lanzaron una durísima campaña contra la credibilidad de RTVE por su información de la pandemia.

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