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Soraya Rodríguez (Cs): “No podemos permitir que la imagen de España sea denigrada continuamente en el exterior”

Soraya Rodríguez, número tres de la lista de Ciudadanos al Parlamento Europeo.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

Soraya Rodríguez (Valladolid, 1963) dejaba el acta de diputada del PSOE el pasado 5 de marzo y el 2 de abril era presentada por Albert Rivera en Madrid como integrante de la lista de Ciudadanos a las elecciones europeas del 26 de mayo. Rodríguez, exportavoz socialista en el Congreso, exsecretaria de Estado de Cooperación con José Luis Rodríguez Zapatero, argumenta su entrada en la candidatura de Ciudadanos por la actitud de Pedro Sánchez con los independentistas: “Quienes han dado un golpe de Estado te dan los votos en una moción de censura, y luego te exigen contraprestaciones”.

Rodríguez ya estuvo en Bruselas como eurodiputada entre 1999 y 2004, y ahora aspira a volver como número tres de la lista –las encuestas dan a Ciudadanos en torno a diez eurodiputados–.

¿Por qué ahora Europa?

Tengo una experiencia europeísta, formé parte del Parlamento Europeo en 1999-2004 y en esta última legislatura mi trabajo ha estado centrado en la UE, como presidenta de la comisión mixta. La propuesta de Ciudadanos y Albert Rivera y Luis Garicano, me hizo pensar que podía defender lo que creo que necesita Europa en el proyecto de Ciudadanos.

¿Por qué en Ciudadanos y no el PSOE?

La decisión de darme de baja del PSOE es previa. He mantenido durante los últimos cuatro años una posición muy clara en lo ideológico de por donde debía transitar el PSOE en un momento clave para nuestro futuro. Tras el golpe de Estado institucional que el independentismo secesionista planteó al ordenamiento jurídico constitucional, yo formaba parte de una buena parte del partido socialista que pensaba que no podíamos hacer depender la gobernabilidad de un país en aquellos que habían decidido romper nuestra estructura territorial y nuestro marco constitucional. No solamente no pactar, sino no contar con sus votos, por la convicción profunda de que el secesionismo independentista, el nacionalismo identitario catalán, posiblemente no pediría nada para apoyar, como finalmente lo hizo en una moción de censura.

Pero que una vez que te haces rehén de sus votos, acaban pidiéndolo todo, como finalmente se vio en aquella triste negociación presupuestaria donde el Gobierno estaba dispuesto a comprar parte de la lógica nacionalista de crear espacios de diálogo al margen de las instituciones democráticas, como esa mesa de partidos excluyente, porque los partidos constitucionalistas como Ciudadanos y el PP no estarían. Y estaban también dispuestos a comprar la presencia de la figura de un tercero, llámese relator, mediador internacional, que supone que efectivamente hay dos partes en igualdad de condiciones, dos entidades soberanas que necesitan negociar con la presencia de un tercero.

Eso me parecía que había llevado al partido socialista a una deriva en relación con la política territorial que yo no quería seguir compartiendo. Me parece que es una cuestión esencial compartir el modelo de país, porque si no compartes ese modelo de país es muy difícil negociar políticas para ese país.

Por lo tanto, el paso fue claro. Fue previo, y después vino lo segundo, poder formar parte como independiente de este proyecto de ciudadanos europeístas.

En un momento crítico en nuestro modelo de país, la respuesta política al secesionismo catalán no puede ser poner en cuestión cuál es nuestro modelo de Estado. España no es una nación de naciones, no es un conjunto de naciones iguales, sino que es una nación de ciudadanos iguales, y tenemos que trabajar por preservar nuestro modelo territorial.

El otro día, en el debate de la Sexta, el número uno de su lista, Luis Garicano, defendió la reforma de la euroorden, incluso vinculaba el voto de Ciudadanos al comisario de Justicia a que se comprometiera con su reforma, lo cual tiene mucho que ver con Carles Puigdemont. ¿Hasta qué punto la agenda catalana está introduciendo en el debate de las elecciones europeas?

Hay dos agendas. El independentismo soberanista ha marcado ya desde hace tiempo dos agendas: una nacional una en España y otra en la comunidad internacional. Llevan tiempo utilizando todas las instituciones internacionales de las que forman parte para una estrategia de internacionalización del procés y colocar en la comunidad internacional la imagen de una España antidemocrática, de una España que no es democrática y que es un país opresor, que oprime a otra entidad soberana de las mismas condiciones que España y que por lo tanto genera un conflicto. Y como en cualquier conflicto internacional, como ellos lo califican, necesitan el apoyo de la mediación internacional.

Es esa agenda de internalización del conflicto, uno de los elementos que estamos absolutamente dispuestos a combatir de forma mucho más clara de lo que se ha hecho hasta ahora. No podemos permitir que la imagen de España, la imagen de una gran democracia muy consolidada con un Estado de derecho e instituciones democráticas muy fuerte sea utilizada denigrada continuamente en el exterior.

Creemos en el espacio Schengen, vamos a defenderlo, pero no podemos permitir que un espacio de libre circulación sea utilizado por aquellos que quieren eludir la acción de la justicia de los Estados miembros, con en este caso sido con Puigdemont, una persona que además ha utilizado su posición de privilegio como president de la Generalitat para huir de la acción de la justicia.

Y la euroorden debe ser modificada, debe responder de una forma más automática, porque el Estado que reclama es un Estado garantista y la persona que es reclamada tiene absolutamente preservadas sus libertades, su defensa ante cualquier tribunal de la Unión Europea. Para nosotros es una cuestión vital, y creo también que debe serlo para el resto de fuerzas políticas: una acción concertada por parte de todos los eurodiputados españoles en este sentido conseguiría realmente el objetivo de que la euroorden sea reformada en esta legislatura.

¿Existe consenso sobre esto en la familia política Ciudadanos, ALDE? La actual comisaria de Justicia es de ALDE y no ha impulsado la reforma.

Tenemos que conformar acuerdos y convencer a todos nuestros colegas europeos de que esta reforma es absolutamente necesaria. Estamos planteando una reforma de un instrumento muy importante para preservar el espacio de Justicia e Interior de la Unión Europea ante una situación concreta, lamentable, que nos ha pasado, pero en beneficio de toda la Comunidad Europea y de todos los países que la conforman.

Pero la capacidad es limitada. En 2014 el PSOE no voto a Miguel Arias Cañete como comisario ni a Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión. Y los dos lo han sido.

La posición de Ciudadanos es muy clara muy firme, y tiene como objetivo trabajar durante los próximos cinco años para la reforma.

¿Defienden mayores capacidades del Parlamento, entonces?

El Parlamento Europeo es una institución clave, y además es la institución que representa la democracia directa. Ha ido alcanzando poco a poco mayores competencias en algo que es esencial, la elaboración de leyes.

Nosotros pensamos que tenemos que seguir avanzando, y por eso planteamos que el Parlamento pueda tener iniciativa legislativa. El Parlamento Europeo tiene capacidad legislativa, pero la iniciativa sólo la tiene la Comisión.

¿Y la idea de listas paneuropeas para las elecciones?

Ciudadanos ha ha sido uno de los partidos que ha defendido de forma más clara las listas transversales y la necesidad también de que hubiera un único candidato el candidato, en esta necesidad de acercar las instituciones comunitarias y la política comunitaria a la ciudadanía.

Hay que despejar un poco la selva burocrática y acercar las instituciones a la ciudadanía es decir que todos los europeos y las europeas en las elecciones europeas sepan quién es el candidato de una fuerza política.

Sin embargo, ALDE presentó siete candidatos.

Una vez que no salieron las propuestas de las listas transversales, se planteó una posibilidad de un abanico de personas muy significativas, entre las que estaba Luis Garicano, nuestra cabeza de lista.

¿Cree que el presidente de la Comisión saldrá de los spitzenkandidaten? ¿De los candidatos designados por las familias políticas?spitzenkandidaten?

Somos conscientes de que las reglas de juego en esta nueva legislatura van a cambiar radicalmente, porque es verdad que tradicionalmente han sido los dos grupos mayoritarios de la Cámara, el Partido Popular Europeo y el Partido de los Socialistas Europeos, los que como dos fuerzas mayoritarias han jugado al reparto de los grandes cargos de los grandes puestos representativos de las tres instituciones comunitarias: Parlamento, Consejo y Comisión.

Indudablemente esa geometría política en el próximo Parlamento ya no va a ser la mismo. ALDE va a tener una posición mucho más importante, y nuestra asociación con el grupo parlamentario del presidente francés, Emmanuel Macron, nos hará tener un grupo mucho más numeroso y decisivo. Los demócratas liberales tendrán una posición definitiva para la elección de puestos decisivos en la próxima legislatura.

Pero el sistema de elección del candidato, ¿llegará hasta el final como con Juncker en 2014 o al final serán los gobiernos en el Consejo los que elijan a otro, un Michel Barnier, Josep Borrell o Mark Rutte, por ejemplo?

Desde luego vamos a intentar que no sea así, vamos a intentar que las personas que salgan sean aquellas que previamente se han colocado como candidatos a presidir la Comisión por cada uno de los partidos.

En el debate de los spitzenkandidaten dijo Timmermans que hay que buscar alianzas “de Tsipras a Macron”, rompiendo también con el equilibrio desde la Segunda Guerra Mundial entre democristianos y socialdemócratas en Europa. ¿Cree posible que al final el presidente de la Comisión pueda no ser tanto el que gana como el que consiga más mayorías en el Parlamento Europeo?

El Parlamento Europeo es la casa del consenso, de las alianzas y del entendimiento. No puede ser de otra manera cuando conformas una realidad plurinacional de 27 países, contando con el Brexit.

Tiene que haber necesariamente entendimiento, diálogo y consenso entre todas las fuerzas políticas, incluso mucho más porque los europeístas son quienes están llamados a entenderse. Y habrá un trabajo conjunto desde los verdes, liberales, socialdemócratas y buena parte del Partido Popular Europeo, porque hay algunas fuerzas políticas que forman parte del Partido Popular Europeo que no son europeístas. Estamos obligados a trabajar y a entendernos y a conformar acuerdos y mayorías.

En este sentido, no sería tanto la idea de Timmermans, que miraba más al centro y a la izquierda.

Yo creo que estamos llamados a intentar entendernos las fuerzas políticas europeístas para convertir esta legislatura en una legislatura de avances y de reformas. En la primera parte de la legislatura vamos a tener que decidir dos expedientes muy importantes, sobre todo el de las perspectivas financieras el Marco Financiero Plurianual: fijar asignaciones presupuestarias concretas para políticas muy importantes de cohesión fondos de desarrollo regional, la Política Agrícola Comunitaria, los fondos de innovación... Por lo tanto, hay que hay que buscar grandes acuerdos.

Hablaba de Macron, que esperan que se alíe con ALDE en el Parlamento Europeo, pero su candidata, ministra de Asuntos Europeos, precisamente fue muy crítica con Ciudadanos por el pacto andaluz. ¿Prevén alguna dificultad?

Es claro y evidente que la lista de la candidatura Renaissance va a trabajar y va a conformar un grupo con ALDE, con un nuevo nombre, que será el tercer o segundo grupo. Veremos finalmente los resultados de las elecciones europeas.

Está claro que la colaboración con Ciudadanos ha sido una colaboración abierta y una colaboración estrecha. Que no se ha cerrado ni obstaculizado en ningún momento. En la presentación de la lista de candidatos de Renaissance estaba una persona que va en la lista de Ciudadanos, y en la presentación de la lista de Ciudadanos había una persona de la lista de Macron.

La candidata, Loiseau, dijo en Bruselas que con la extrema derecha no se llegan acuerdos, ni tácitos, sino que se le gana las elecciones y luego posteriormente también criticaron que Rivera dijera que no quiere saber nada del Partido Socialista. Ellos decían que había que tener una mirada un poco más amplia.

Las estrategias políticas o las estrategias de cada partido a nivel nacional son respetadas, y lo que sí que está claro es que Ciudadanos no ha pactado con Vox en ningún momento, y Ciudadanos manifestó también su clara voluntad de no hacerlo: Esto es lo que tienen los extremos. Los extremos se tocan y creo que desde luego es una clara muestra.

No vamos a aceptar ningún nacionalismo identitario, que no sea basado en la identidad cívica, en los derechos y las libertades que en el caso de España nos da la Constitución española y que en el caso de Europa nos da el propio ordenamiento jurídico europeo.

No sólo somos una comunidad política, somos también una comunidad de Estado de derecho y no vamos a permitir que nadie establezca políticas xenófobas de discriminación por territorios por razón de nacionalidad ni por cualquier otra razón. De hecho, llevamos en nuestro programa una propuesta muy clara de suspensión de fondos europeos a aquellos gobiernos que no cumplan con este acervo comunitario.

Bueno, con el artículo 7, la censura iniciada con Hungría en septiembre, no termina nunca de resolverse porque requiere unanimidad en el Consejo y basta con un país que diga que no. ¿Ciudadanos es partidario de que se avance hacia las mayorías cualificadas?

Estamos absolutamente convencidos de que las reformas necesarias y los avances que tenemos que hacer en la integración europea no pueden estar condicionados a la voluntad de un solo país.

Por lo tanto, aquellos países que quieran avanzar que quieran construir que quieran avanzar en la integración en la construcción de políticas comunes deben poder hacerlo no tienen porqué cerrar la puerta a los que quieran finalmente y también a seguirnos, pero no podemos estar sometidos a una regla de unanimidad que lo que hace es paralizar el avance europeo.

No es nuevo que haya grandes políticas que tienen consecuencias enormes en nuestra realidad jurídica, política y social han sido impulsadas por parte de unos países, como la eurozona o Schengen.

Pensemos ahora en una política exterior común, en una política de defensa común, en acabar la zona euro no sólo como una zona monetaria sino como una zona de política económica común. No puede estar sometida al veto de uno o de unos pocos países.

En el Consejo, a través de los gobiernos, coaliciones de gobierno o alianzas, ya está presente la extrema derecha en la toma de decisiones de las instituciones europeas. ¿Por qué se está produciendo este avance?

Vamos a esperar que no lo haya, que estas fuerzas nacionalistas y populistas de extrema derecha y de extrema izquierda no avancen sustancialmente. Pero ya tienen una presencia importante en el Parlamento. Es cierto que el proyecto de construcción europea siempre ha tenido enemigos que han intentado poner obstáculos y dificultades a la creación de este gran área de unión política y económica que es la Unión Europea, pero siempre han estado fuera.

Hoy la dificultad es mayor porque están dentro. También es verdad que han cambiado de estrategia: antes fuerzas de extrema derecha como el Frente Nacional eran claramente antieuropeístas y lo decían: “Nosotros no queremos Europa, vamos contra Europa”.

Ahora se ha cambiado de estrategia y se dice que sí quieren Europa, pero una Europa diferente. 'Que vamos a hacer reformas'. Claro, esas reformas es acabar con el proyecto europeo, es la renacionalización, construir una Europa de fronteras aislacionista.

Por lo tanto, son más peligrosos. Por eso nosotros siempre decimos que somos claramente europeístas y que somos profundamente reformistas y que sabemos que esta legislatura es clave porque las reformas que el proyecto europeo necesita las tenemos que hacer los que creemos en ellas. Si no, las acabarán haciendo los que quieren cargarse este proyecto de democracia de paz y de crecimiento de prosperidad económica.

¿Cuáles son las causas de su crecimiento?

Son muchas las causas. Estamos ante un momento de cambio de nuestra realidad socioeconómica. La crisis de 2008 fue muy dura, muy profunda, y las consecuencias para la clase media trabajadora han sido muy costosas. Frente a esto también hay una revolución digital en marcha que va a una rapidez que no ha tenido ninguna de las grandes revoluciones que hemos vivido en nuestra historia: la inteligencia artificial, la automatización, amenaza muchos puestos de trabajo.

El populismo, la extrema derecha, Trump, Le Pen, Salvini lanzan un mensaje muy claro: el puesto de trabajo está amenazado por el otro, por la inmigración. Pero la realidad es que está amenazado por la automatización, y el miedo siempre ha sido el mejor alimento del totalitarismo. Y por lo tanto tenemos que hacer grandes esfuerzos por lanzar mensajes y hacer políticas que la clase media trabajadora europea las sienta, las perciba.

Esa idea que Macron puso en marcha de la Europa que protege tiene que ser traducida en acciones desde la Comisión, el Parlamento y el Consejo dirigidas a los ciudadanos, a la clase media trabajadora. Tenemos que acompañar este proceso de revolución digital con procesos de transición que favorezcan la formación continua de los trabajadores acompañados con apoyos a los presupuestos nacionales.

Por eso nosotros también llevamos en el programa electoral la creación de un seguro de desempleo que sea un complemento de los seguros de desempleo nacionales. Cuando la clase media se agranda, cuando la clase media europea trabajadora se siente segura y tiene expectativas de seguridad en su puesto de trabajo y en el futuro de sus hijos, la democracia se ensancha; cuando esta clase media se reduce porque se incrementa la vulnerabilidad en el trabajo, y sientes que tus oportunidades y las de tus hijos se ven amenazadas la democracia sufre.

Juncker ha dicho dos veces en este año que se maltrató a Grecia y Portugal durante la crisis. ¿Gestionó mal Europa la crisis?

No fue una crisis más. Fue la gran crisis que hemos sufrido, y nos pilló en Europa con una reforma a medio hacer. Teníamos una moneda común el euro pero nos falta concluir la reforma económica, un verdadero banco central que respaldara una moneda única. No hay moneda que pueda sobrevivir bien si no tienen una Reserva Federal, un banco central detrás que la respalde, y con políticas económicas comunes.

Y las grandes reformas, las duras medidas que se tuvieron que tomar les faltaban esta otra mirada a la que me acababa: las reformas eran necesarias, había que acometerlas, pero tenía que haber una política también dirigida a los trabajadores, a las trabajadoras, a los ciudadanos. Había mucha gente sufriendo. Había demasiada gente sufriendo, trabajadores que perdían su puesto de trabajo, familias que se veían abocadas a no poder pagar una hipoteca a final de mes.

Había muchos europeos temiendo por sus propios ahorros, por los ahorros de toda su vida. Y posiblemente faltó esa mirada, esa política la que se refería Macron con la Europa que protege: vamos a salvar la economía de la zona euro, vamos a intentar que los países no quiebren, pero a su vez había que poner la mirada y lanzar el mensaje de haber puesto en marcha alguna otra política para que los países no quiebren pero las familias tampoco.

Otra reforma que queda pendiente en esta legislatura es el sistema de asilo y refugio, cómo se gestiona a toda la gente que huye por el hambre, la guerra y el cambio climático.

Ha sido un espectáculo muy triste, terrible. La actuación de la Unión Europea ante la denominada crisis migratoria que realmente era una crisis de asilo y refugio. Y yo siempre digo que no ha sido una crisis de asilo, sino una crisis de las instituciones comunitarias.

La respuesta que podía haber dado la Unión Europea podría haber sido totalmente diferente. Pero nos encontramos con que de repente algunos países incumplieron la legislación internacional de asilo y refugio, normas que se habían acordado de forma voluntaria en el consejo a 28 de reparto, de reubicación y reasentamiento.

Y algunos países también de forma unilateral decidieron romper el espacio Schengen levantando controles y fronteras de forma unilateral sin contar con el acuerdo de aquellos que conforman este espacio común de libertad interior.

Por lo tanto, a partir de ahí la reflexión es que esto no puede pasar, necesitamos una política común de asilo y refugio, y necesitamos también una política. de migración común, regular la entrada de flujos regulares de personas que quieren venir a buscar trabajo, una nueva vida.

Y aquí la verdad es que hay que decir que tanto el Parlamento como la Comisión han hecho los deberes. La Comisión Europea presentó el Paquete de Asilo y Refugio que consta de cinco propuestas: la creación de la agencia la agencia europea común de asilo, la reforma del Reglamento de Dublín, una reforma un Reglamento de Procedimiento Común de Asilo para que no sea una verdadera lotería para la gente que viene dependiendo del país en el que caigas, modificaciones de la directiva de reasentamiento y otra directiva también sobre acogida.

Todas ellas las presentó a la Comisión y han sido discutidas y aprobadas por el Parlamento, pero falta el Consejo.

Tenemos que reforzar nuestras fronteras exteriores, pero también tenemos muy claro que hay que plantear la obligación de cooperar. Tiene que haber una corresponsabilidad y solidaridad en un reparto mucho más equitativo de la reubicación del reasentamiento. Conductas como las que han sucedido estos últimos cinco años son inadmisibles en la Unión Europea, en este espacio político que surge de ser el corazón de los derechos humanos, no puede volver a suceder lo que ha sucedido porque finalmente nuestro propio proyecto también sale golpeado.

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