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La enmienda del PNV a la prórroga del estado de alarma allana el camino a Urkullu y Feijóo para convocar elecciones en julio

Urkullu y Feijóo, en una reunión en Vitoria el pasado abril

Gonzalo Cortizo / Iker Rioja Andueza

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A la espera de “la nueva normalidad” los ciudadanos vascos y gallegos vivirán un domingo electoral cuyo preparación podrá darse en pleno estado de alarma. La enmienda presentada por el PNV a la prórroga de la alarma que se vota este miércoles en el Congreso despeja el camino para que ambos territorios puedan impulsar sus comicios y agendar el domingo de votaciones a julio, el mes preferido por Íñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo para la celebración de unas elecciones cuya fecha inicial era el 5 de abril. Urkullu se decanta por el 12 o el 19 de julio, mientras que Feijóo prefiere el 26.

El texto, a cambio del cual los nacionalistas vascos ofrecerán su apoyo a la nueva prórroga propuesta por Pedro Sánchez, dice lo siguiente: “La vigencia del estado de alarma no supondrá obstáculo alguno al desenvolvimiento y realización de las actuaciones electorales precisas para el desarrollo de elecciones a parlamentos de Comunidades Autónomas”. Dicho en otras palabras, se despejan todas las dudas sobre las atribuciones de los presidentes gallego y vasco para convocar sus elecciones en cuanto consideren oportuno.

La enmienda propuesta por el PNV despeja el lío jurídico en el que se había metido el gobierno gallego, en cuya normativa autonómica fijó por decreto que sus elecciones no podrían convocarse hasta el levantamiento del estado de alarma. Con el nuevo escenario, Alberto Núñez Feijóo vuelve a tener las manos libres tras semanas criticando el estado de alarma por un lado y asegurando, por el otro, que las elecciones no están en su agenda.

El Gobierno de Urkullu, apoyado en un informe jurídico, ha venido sosteniendo en las últimas semanas que no había problema legal en convocar e incluso celebrar elecciones durante el estado de alarma, pero el PNV ha optado por garantizar la seguridad jurídica del proceso. En Euskadi, aunque la voluntad del lehendakari siempre ha sido celebrar las autonómicas en julio, no se consideraba factible hacerlo en contra del Estado, que controla tres palancas muy importantes: el censo (a través del INE), el voto por correo (a través de Correos y que será crucial en una convocatoria tan especial) y el CERA (voto exterior). “Así podríamos hacer uso de todos los servicios necesarios para el normal desarrollo”, confirman fuentes de la Presidencia vasca.

Urkullu se reunió la pasada semana con los partidos vascos, en los que no encontró receptividad para su calendario. Les entregó un breve informe sanitario en el que, según “expertos” que no se concretaban, en otoño había riesgo de repunte de la pandemia y en el que se advertía de la “ablación” democrática que sería que pasasen más de cuatro años desde la última cita con las urnas, de septiembre de 2016. Todas las partes acordaron verse el 14 de mayo, ya en plena desescalada, para volver a retomar el asunto, aunque la última palabra será siempre del Urkullu.

Asimismo, el Departamento de Seguridad vasco ya ha elaborado un plan para poder votar con medidas restrictivas aún vigentes. Se fundamenta en impulsar el voto por correo, en reordenar colegios y mesas para evitar aglomeraciones y, sobre todo, en incorpora en la tarjeta censal del INE una franja horaria para acudir a los centros de votación. Está dispuesto a repartir mascarillas y desinfectante a miembros de mesa, apoderados, interventores y otros afectados.

En Galicia, la práctica totalidad de la oposición parlamentaria le ha afeado a Feijóo sumarse al debate electoral abierto desde País Vasco. El barón gallego se ha comprometido a comunicar la nueva fecha tras consultar al resto de partidos. Por el momento, la postura unánime es contraria a celebrar las elecciones en julio.

Tras semanas criticando la necesidad del estado de alarma Feijóo recibió este lunes la llamada de la vicepresidenta primera del Gobierno. Carmen Calvo le explicó al político del PP que no debía preocuparse por la celebración de sus elecciones. De todos los líderes cuyo teléfono descolgó Calvo ese día, solo había dos presidentes autonómicos: Urkullu y Feijóo. Poco después de trascender la llamada se dio a conocer la enmienda con la que el PNV escenifica su acuerdo con el ejecutivo para darle a Sánchez otros 15 días más de mando único sobre el control de la pandemia.

Está en el aire la posibilidad de que vascos y gallegos acorten sus campañas electorales. Feijóo propone retomar el proceso donde lo habían dejado y ahorrarse pasos como la precampaña o la proclamación de listas, pero su idea tiene un complicado encaje jurídico . En Euskadi califican como “imposible” una reforma de la ley electoral para aligerar el calendario pero proponen explorar un acuerdo político para no convocar actos en la primera semana de campaña y extender ese 'silencio' a los medios de comunicación públicos.

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