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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Los partidos no ofrecen ninguna pista para el desbloqueo en la cuarta campaña desde 2015

De izquierda a derecha, Pablo Casado, Pedro Sánchez, Santiago Abascal, Pablo Iglesias y Albert Rivera, momentos antes de comenzar el debate electoral del 4 de noviembre.

Gonzalo Cortizo / Alejandro Navarro Bustamante

Las elecciones del 10N están a la vuelta de la esquina sin que nadie despeje la incógnita que resuelva la situación de bloqueo que acompaña el actual reparto de poder en España. Durante el debate entre los cinco candidatos celebrado este lunes no se han producido avances clarificadores y sí una paradoja: Pedro Sánchez anunció la elección de Nadia Calviño como vicepresidenta económica para su nuevo Gobierno, sin explicar en quién se pretende apoyar para salvar una investidura que le permita empezar a nombrar ministros.

Durante el enfrentamiento televisivo, el candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, acusó a Sánchez de pretender un acuerdo con el Partido Popular, mientras el propio Sánchez y el líder del PP cerraban la puerta a esa posibilidad. Casado le dijo a Sánchez: Yo no voy a pactar con usted“ y Sánchez le respondió a Iglesias: ”No va a haber una gran coalición con el PP“. 

Todos menos Santiago Abascal, el candidato de Vox, le preguntaron al candidato socialista con quién tenía previsto pactar tras unas elecciones de las que, según todos los sondeos, saldrá como ganador pero sin apoyos suficiente para armar una mayoría en solitario.

“Dígalo, ¿va a pactar con los independentistas? ¿Cierra la puerta a pactar con Junqueras con Torra y con Otegui? ¿Sí o no?”. Las preguntas lanzadas por Pablo Casado quedaron sin respuesta y antecedieron a uno de los dos silencios más clamorosos del candidato socialista durante el debate. La otra ocasión en la que enmudeció fue cuando Casado y Rivera le atacaron al unísono con lo mismo: “¿Catalunya es una nación?”. Tras el segundo mutis del presidente en funciones, Albert Rivera deslizó su sentencia para las hemerotecas: “Quien calla otorga”. 

En una entrevista en eldiario.es publicada el pasado 29 de octubre, el candidato socialista aseguró que su objetivo era construir un Gobierno apoyado únicamente en la izquierda: “Me llama mucho la atención que el planteamiento sea o la derecha o los independentistas. Lo que yo planteo a la izquierda es, ¿y por qué no nosotros solos?”. En solo una semana, Sánchez ha cambiado las tornas. Ahora pide al resto de formaciones que dejen gobernar a quien tenga un escaño más que el resto. ¿A cambio de qué? Sánchez no lo explica. 

Ante 8,6 millones de espectadores el candidato a la reelección planteó su plan en los siguientes términos: “Si no llegamos a un acuerdo en el Congreso de los Diputados respetemos que gobierno la lista más votada, así desbloqueamos la situación que es el principal problema político que tiene España”.

El cambio del candidato socialista se explica en parte por últimas encuestas que, de manera unánime, señalan las dificultades añadidas que el 10N le traerá en la búsqueda de apoyos que sumen una mayoría. El último sondeo publicado por eldiario.es arrastra a esa misma conclusión: si se confirma la victoria del PSOE, la gobernabilidad pasaría por un acuerdo a la derecha con el PP o uno a la izquierda con la participación de los partidos independentistas. La posibilidad de un acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos, que sí era factible en abril, ahora no se contempla en ningún sondeo.

Ante este panorama y el paso atrás de Sánchez en su defensa de un entendimiento prioritario con Unidas Podemos, Pablo Iglesias aprovechó el debate para manifestar su convicción de que los votantes del PSOE están perplejos. Según el líder de Unidas Podemos, los electores de Sánchez se preguntan cómo es posible que el PSOE prefiera un acuerdo con el PP y Ciudadanos “antes que uno con Unidas Podemos”. 

El debate a cinco no ha aportado un solo elemento de análisis más para que los votantes puedan decidir sus opciones en clave de pactos. Frente a la convicción de que no habrá grandes diferencias entre bloques, el favorito en estas elecciones insiste en pedir el voto masivo para poder saltarse el trámite de acordar con el resto de formaciones. Es la única estrategia del PSOE: moverse como si aún estuviésemos en los tiempos del bipartidismo en los que que las victorias aplastantes era posibles. 

Los sondeos señalan que el territorio por el que se mueve Sánchez está alejado de la realidad. Mientras tanto, el candidato socialista se mueve como quien da por segura la victoria y realiza anuncios como el nombre de su virtual nueva vicepresidencia o anticipa medidas que ni siquiera le corresponden como la detención de Carles Puigdemont y su puesta a disposición de las autoridades españolas. 

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