“El problema es que en el PP nadie habla porque han expulsado a cualquiera que piense por sí mismo”
“El principal problema no es que una persona no pudiera hablar en la Junta Directiva sino que tampoco se habla en el Comité Ejecutivo porque han expulsado a cualquiera que piense por sí mismo”. La conclusión de uno de los dirigentes del PP crítico con la gestión de Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal es clara sobre que la falta de debate es la tónica habitual en el PP desde hace mucho tiempo. Y también que, para un sector del partido, en su cúpula no hay voces de peso capaces de disentir porque se prima la “obediencia ciega”.
Un día después de que todo el partido fuera convocado por Rajoy, Cayetana Álvarez de Toledo ha difundido su queja por no haber podido intervenir después del discurso del presidente. La diputada, del sector más afín a José María Aznar y responsable del área Internacional de FAES, ha lamentado que los reunidos se disolvieran rápidamente después de aplaudir a su líder y escuchar las consignas de la dirección.
En su carta, publicada en El Mundo y titulada “Lo que me habría gustado decir, presidente”, la parlamentaria se queja de que, tras los aplausos entusiastas al líder del PP, el acto se dio por concluido sin que nadie pudiera hablar. De esa forma, tuvo que guardarse las notas que llevaba para su intervención y en las que pretendía reprochar a Rajoy la “falta de política” del PP y el poco entusiasmo en defender las convicciones del partido.
Alguno de sus compañeros señalan que su carta, que se centra en la cuestión de las reivindicaciones soberanistas de Cataluña y elogia el discurso de Ciudadanos, no aborda el problema central del PP, la falta de debate interno y la adhesión incondicional a Rajoy cuando se le tiene delante.
La diputada fue firmante del manifiesto que dio lugar al nacimiento del partido de Albert Rivera, la principal formación que ahora compite con el PP y que obesiona a los de Rajoy. Por ese motivo tiene compañeros de partido que dan por hecho que le pasará factura si se suma ese apoyo a un distanciamiento del PP de Rajoy y de su discurso que viene de lejos.
Varios de los consultados, no obstante, se ríen y califican de “postureo” la actitud de Álvarez de Toledo: “Si hubiera querido hablar, lo hubiera hecho o avisado”. Esa fue la reacción de Ana Pastor, la ministra de Fomento, que aseguró que el martes “pudo hablar quien quiso”.
Los que ocuparon responsabilidades del PP hace ya bastantes años recuerdan que en reuniones similares sí se producían intervenciones en presencia de José María Aznar, aunque no recuerdan que muchas fueran “de calado” en situaciones importantes. Entre los aficionados a tomar la palabra, además del fallecido Manuel Fraga, se recuerda a José Manuel González-Páramo o Carlos Robles Piquer.
Los molestos con la obediencia ciega en el PP justifican que esa actitud se termina contagiando a todos cuando no se percibe libertad para disentir y las opiniones se acaban vertiendo fuera de Génova. “Siempre es igual, si no se habla en ningún lado, los líos saltan a la prensa”, expresa un veterano parlamentario.