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Vox recurre de nuevo a las querellas mediáticas tras sus bandazos y renuncias en las negociaciones con PP y Cs

El portavoz de Vox en el Congreso de los Diputados, Iván Espinosa de los Monteros; la diputada Macarena Olona; el líder de Vox, Santiago Abascal; y el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, durante una rueda de prensa en el Congreso de los Diputados.

Laura Galaup

Mientras da bandazos y asume renuncias en la negociación de los gobiernos municipales y autonómicos de derechas, el partido de Santiago Abascal retoma la estrategia que ha sustentado su actividad política durante los cuatro años en los que fueron irrelevantes en las instituciones: presentar denuncias para hacer ruido en los medios. Dos días después de admitir que se quedará fuera de gobiernos que contribuyó a formar con sus votos en los plenos municipales y de resignarse a no obtener representación en esos ejecutivos en función de su representación electoral –una de sus principales exigencias durante las semanas de conversaciones con PP y Ciudadanos–, Vox ha optado por airear una denuncia contra el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero por la negociación con ETA.

La estrategia de los tribunales no les ha propiciado demasiados éxitos: dos de sus últimas querellas presentadas en el Tribunal Supremo fueron archivadas. Una, contra Pedro Sánchez por su tesis y otra, contra el president de la Generalitat, Quim Torra, por un presunto delito de provocación por su apelación a la vía eslovena hacia la independencia.

Tras semanas sin comparecer en una rueda de prensa ante de los medios de comunicación, fue el propio líder del partido, Santiago Abascal, quien apareció este jueves para realizar el anuncio. Que la formación de extrema derecha quería que los focos apuntasen a su última iniciativa judicial lo evidencia la decisión de Abascal de no responder a preguntas sobre otros asuntos. El líder de Vox se limitó a contestar sobre la querella que acababa de presentar en la Audiencia Nacional y que atribuía al expresidente socialista “colaboración con banda terrorista” y “revelación de secretos”.

Abascal evitó pronunciarse sobre las renuncias que su partido ha ido anunciado en las últimas semanas ante las negociaciones con PP y Ciudadanos. La última vez que atendió en rueda de prensa a los periodistas para analizar los pactos, su postura estaba bastante alejada de la actual. “Nosotros queremos entrar en los gobiernos, pero no queremos un trágala”, comenzó reseñando, para subrayar después que desde la formación de extrema derecha no querían limitarse a apoyar un acuerdo que ya les diesen firmado.

Desde entonces, dirigentes de Vox llegaron a asegurar que si no se tenían en cuenta sus exigencias, no tendrían ningún reparo en favorecer gobiernos de izquierdas. Finalmente, y a pesar de que 24 horas antes de las votaciones en los Ayuntamientos llegaron a mantener ese pulso, el partido de Abascal no consumó su amenaza.

Esta semana se evidenció que ese apoyo ha sido a coste cero. La última plaza en la que han tenido que recular ha sido en Granada. Si hace diez días, tras apoyar al ejecutivo de PP y Ciudadanos, Macarena Olona, secretaria general de Vox en el Congreso, amenazaba con una moción de censura si su partido no entraba en el equipo de Gobierno, este jueves descartaban esa exigencia para facilitar que la ciudad andaluza siga teniendo un alcalde de la formación de Albert Rivera.

Este martes, el portavoz del grupo parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, anunciaban la renuncia de su partido a entrar en gobiernos en los que PP y Ciudadanos no les tuvieron en cuenta al conformar los equipos, a pesar de que los populares ratificaron un acuerdo que contemplaba “gobiernos de coalición” con Cs y concejalías para la extrema derecha. En Madrid, también se quedaban fuera del equipo de José Luis Martínez Almeida y Begoña Villacís y anunciaban que pasaban a la oposición.

Después de este anuncio cambiaron de estrategia. A partir de ahora, en las negociaciones para sostener gobiernos en la Comunidad de Madrid y en Murcia dejan a un lado las exigencias de sillones y reseñan que se ceñirán a exigir que se cumpla su programa. Entre las medidas planteadas exigen la derogación de artículos de las leyes de protección del colectivo LGTBI y de la ley de transexualidad, suprimir las subvenciones a organizaciones “de carácter ideológico” y las ayudas a los migrantes en situación irregular.

Ante estos bandazos en sus posicionamientos públicos, el partido de extrema derecha se ha aferrado este jueves al anuncio de la interposición de una querella para recuperar la estrategia que han agitado durante años con el fin de estimular a sus seguidores. En esta ocasión, contra Zapatero, por el proceso de negociación con la banda terrorista ETA durante un mandato que puso fin a la actividad etarra.

A pesar de que no han facilitado el texto de la denuncia, reseñan que consideran que Zapatero presuntamente “facilitó información obtenida por los medios de colaboración policiales de las actuaciones que tenía previstas la policía francesa, pudiendo con ello los terroristas evitar su acción”. Todo ello les lleva a acusar al expresidente del Gobierno de “colaboración con banda terrorista” y “revelación de secretos”.

La estrategia no es nueva. Como ya informó eldiario.es, en el partido hay instrucciones que se difunden entre las sedes territoriales en las que animan a sus delegados territoriales a poner denuncias para conseguir titulares. Uno de esos documentos, que se distribuye con el logo de Vox Madrid, explica que uno de los objetivos de estas denuncias consiste en “hacer de las acciones jurídicas un modo de lograr mayor repercusión social y mediática”. El partido de extrema derecha ha recuperado esta estrategia solo un mes después de llegar al Congreso.

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