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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Enmascarados

Mascarillas transparentes e inclusivas

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La COVID-19 nos ha enmascarado la vida. Impresiona el poder inclusivo del bicho. La mascarilla dificulta que el virus se nos meta en el cuerpo, pero su uso tiene un impacto directo en la comunicación. Sin verlo, detecto perfectamente cuándo alguien habla detrás de las pequeñas pantallas unipersonales. Mi audición es normal, pero me cuesta entender, a veces, a los demás cuando llevamos la mascarilla. Tengo la impresión de que oigo peor cuando la tengo y la tienen puesta los demás. En realidad, es como si todos nos hubiéramos vuelto un poco sordos, porque a los que veis bien os arrebata la posibilidad de apoyaros en el lenguaje gestual. Los que no vemos oímos las conversaciones amortiguadas por los tejidos preventivos. ¡Qué suerte!

Las personas sordas que saben leer los labios se quedan completamente sordas y los ciegos nos enfrentamos a cierta dificultad, tanto en la orientación y movilidad como a la hora de escuchar en algunos ambientes ruidosos. ¿Y qué hay de esos reporteros haciendo directos desde la calle mascarilla en boca? No se les oye igual, aunque supongo que con el tiempo nos iremos adaptando todos. De momento, me molesta no oír con claridad. Pero el poder preventivo de la mascarilla compensa sus inconvenientes.

Para las personas sordas que leen los labios se han ideado mascarillas con una ventana transparente. Gran solución ¿cierto? Pues no. Conviene no olvidar que la lectura labial no es una habilidad generalizada entre las personas sordas. No todas ellas se comunican de esa forma. Al hablar de ellas como colectivo, inferimos que todas tuvieran las mismas necesidades y habilidades. No es así. Se trata de un colectivo diverso. Hay quien puede leer los labios y se apoya en la lectura labial para seguir una conversación. Otras necesitan la lengua de signos para comunicarse. Hay quienes combinan ambas.

Las personas sordas que se entienden en lengua de signos también se apoyan en la comunicación visual. Miran el rostro para comprender mejor. ¿Se imaginan en qué situación quedan cuando alrededor todos llevamos la cara tapada? Los gestos, las sonrisas, una mueca… En estos extraños tiempos, más que nunca, hay que trabajarse la empatía, la escucha activa, la paciencia… para que quienes parten en desventaja no se queden más aislados aún. La mascarilla transparente es una solución y debe ser una solución sanitariamente segura. No es algo que afecta solo a las personas sordas, sino también a miles de profesionales que trabajan frente al público, en tiendas, consultas, maestros y profesores en clase. Estas mascarillas accesibles deberían estar disponibles y fabricarse tanto como cualquier otro tipo homologado.

El virus malo nos ha cubierto los rostros a todos. De todos depende que quienes no oyen no queden doblemente aislados, aunque enmascarados. 

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

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