No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.
Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com
Jugaba a hacer el pino en el rompeolas cuando una ola le revolcó fastidiándole la médula. Un simple ejercicio realizado en un lugar inapropiado. La de veces que yo misma habré jugado a hacer todo tipo de piruetas en la arena o en la orilla
Con la cabeza ya más en las vacaciones que en otra cosa, y leyendo la prensa, como de costumbre, he recordado la historia de mi vecino Javi, que se quedó “tocado” de una tonta zambullida en el mar. “Tocado” es en este caso sinónimo de lesionado medular.
Un seis por ciento de las lesiones medulares ocurren en España por malas zambullidas. Entre ochocientas y mil al año. Terribles y, sobre todo, evitables. Bastaría con seguir una serie de normas basadas en la prudencia. Cada verano el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo lanza una campaña informativa para prevenir estas lesiones por zambullidas. Tienen cartelería a libre disposición para todas las piscinas públicas de España.
El caso de Javi me impactó muchísimo, por múltiples razones. Era vecino del barrio, amigo de uno de mis primos mayores y solía cruzármelo mucho en el parquecito donde jugábamos. Un chico alto, guapo y simpático. Era unos años mayor que yo y me impresionó sobremanera el día que le vi caminar con dificultad con un armazón metálico que le cogía desde la cabeza hasta los hombros, por lo menos. Javi tuvo que adaptarse a una nueva vida a base de constancia, esfuerzo y, me imagino, no pocos sufrimientos. Incluso tenía que tomar medicación para no orinarse encima. Tuvo que aprenderlo todo de nuevo. Se me antojaba un astronauta con aquellos hierros que parecían atornillados a la cabeza. Nunca le pregunté nada al respecto y lo que ha pervivido en mi memoria es el recuerdo de un chico en la flor de la vida que había envejecido dos décadas de pronto.
Estaba así por culpa de una mala zambullida en la orilla del mar. Jugaba a hacer el pino en el rompeolas cuando una ola le revolcó fastidiándole la médula. Un simple ejercicio realizado en un lugar inapropiado. La de veces que yo misma habré jugado a hacer todo tipo de piruetas en la arena o en la orilla. La de veces que una ola nos ha revolcado con malas ideas en un día en el que hubiera sido mejor no meter un pie en el agua. Se suele salir indemne de esos revolcones, pero son realmente peligrosos. La gente tiende a hacer caso omiso de las advertencias de peligro en las playas, en lagos o ríos. Se tiran desde rocas al mar sin medir los riesgos, sin conocer el terreno, bajo el pretexto “a mí no me pasa”, cuando en realidad este tipo de accidentes le puede ocurrir a cualquiera.
Resulta llamativo que Canarias duplique el número de casos de lesiones medulares y que la mayoría de estos lesionados sean varones de una edad media de veintinueve años. Comportamientos temerarios, practicar deportes de riesgo sin la pericia necesaria, la combinación de agua, drogas y alcohol. Lo dramático es que lo serio de estos traumatismos es que la realidad se impone cuando es demasiado tarde. No hay cura. Solo rehabilitación para tratar de llevar una vida lo más independiente posible.
No subestimen los carteles de advertencia. Son silentes, pero elocuentes. Pasarlos por alto tiene consecuencias fatales.
Sobre este blog
No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.
Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com