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ENTREVISTA Adam Kucharski, epidemiólogo

“En 18 años hemos tenido el SARS, el MERS y la COVID-19, no hay razón para que no surja otro virus”

Adam Kucharski

David Noriega

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La tarea de Adam Kucharski consiste en observar el comportamiento de los virus para establecer modelos matemáticos que “ayuden a dar sentido al conocimiento y los datos de los que se dispone” y adoptar las mejores soluciones, por encima de las obvias, para superar una epidemia. Su trabajo como profesor asociado y miembro del Departamento de Epidemiología de Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres investigando la gripe, el ébola, el dengue y el zika y su labor de divulgación en publicaciones, conferencias y charlas TED le han convertido en un nombre de referencia en Reino Unido.

La oportunidad de su último libro, Las reglas del contagio (Capitán Swing), es evidente. Escrito antes de la irrupción del coronavirus, este epidemiólogo, que estudió ciencias exactas y trabajó para fondos de inversión antes de dedicarse a los virus, aborda qué hace que algo -desde enfermedades hasta crisis financieras, fake news o la violencia- se propaguen y por qué los brotes adoptan unas formas determinadas.

¿Qué parámetros es importante tener en cuenta al observar la COVID-19?

Los parámetros dependen de la pregunta a la que intente responder un modelo. Por ejemplo, si estás tratando de entender cuánto está creciendo o disminuyendo la epidemia, es importante tener en cuenta los retrasos en los informes, porque los casos que aparecen hoy reflejan la transmisión de hace una semana, aproximadamente. Al construir modelos, a menudo observamos los parámetros fundamentales y verificamos si cambiar estas suposiciones cambiaría la conclusión del modelo.

¿Por qué algunos modelos fallan o no encajan con la evolución de las epidemias?

Los modelos matemáticos sobre enfermedades no son como un pronóstico del tiempo, donde un mal pronóstico no cambiará el tiempo. En el caso de las enfermedades, si las personas perciben que son peligrosas, cambiarán sus hábitos. Los modelos suelen ser útiles porque puedes preguntar: “¿y si...?”. Pero, a veces, la gente lo olvida y luego pregunta por qué la “predicción” del modelo no se hace realidad. Es muy difícil predecir con exactitud qué sucederá con la pandemia de COVID-19, porque depende de lo que hagan los gobiernos y de cómo la población cambie sus hábitos.

¿Ha tenido Europa capacidad para responder adecuadamente a la pandemia de COVID-19?

Creo que en la respuesta en Europa han influido varios factores. Uno es la capacidad básica de salud pública, como la capacidad de aumentar el número de pruebas y responder rápidamente a los brotes. Otro es la cultura y el comportamiento de la población y la voluntad de cumplir las medidas de control. La situación política también es importante, ya que varios gobiernos han priorizado las medidas de control y reapertura de diferentes maneras.

¿Cómo valora los brotes que se están produciendo en España?

Siempre hemos esperado que hubiera nuevos brotes cuando se relajaran las medidas de control, porque la evidencia sugería que una gran parte de Europa todavía era susceptible al virus. Cuanto más se abra la sociedad, más oportunidades habrá para que el virus se propague.

¿Tendremos que volver a restricciones como las que se impusieron en abril? ¿Sería el confinamiento la medida más eficaz en este momento?

Esperamos que las medidas no tengan que ser tan duras, como hacer que todo el mundo se quede en casa, porque ahora sabemos más sobre la transmisión de lo que sabíamos en abril. Muchos 'eventos de superpropagación' pueden darse en lugares cerrados, como oficinas y bares. Zonas como Hong Kong y Corea del Sur han podido combinar cierres selectivos con pruebas para controlar los brotes.

Es importante asegurarse de que la transmisión local es baja antes de abrir las escuelas y monitorear de cerca la situación

¿Qué va a pasar cuando los niños regresen a la escuela?

Aún no está claro cuánto contribuyen los niños a la transmisión del virus, en particular los grupos de mayor edad, por lo que es importante asegurarse de que la transmisión local es baja antes de abrir las escuelas y monitorear de cerca la situación.

¿Y cuando llegue la temporada de gripe?

El riesgo de la temporada de gripe es que crea síntomas similares a la COVID-19, lo que hará que las pruebas sean mucho más difíciles. También supondrá una carga adicional para el sistema de salud.

¿Cómo cambiaría COVID-19 nuestra forma de vida a largo plazo?

Para reducir el impacto de la COVID-19, debemos mantener la infección alejada de los grupos más vulnerables. Hay varias formas de hacerlo, desde restricciones fronterizas y distanciamiento social, hasta pruebas y rastreo de contactos. Es probable que veamos medidas implementadas de una u otra forma hasta que esté disponible una vacuna.

¿Qué estrategia de vacunación es la más adecuada para este virus?

Lo ideal sería que tuviéramos una vacuna altamente efectiva que brinde inmunidad a largo plazo, pero tenemos que estar preparados ante la posibilidad de que tengamos una vacuna imperfecta, en cuyo caso sería importante asegurar que se distribuya de forma que proteja a las personas en mayor riesgo.

Los modelos muestran que pequeños cambios en el comportamiento de las personas pueden tener un gran impacto en la transmisión del virus

En su libro explica también cómo se difunden las ideas. ¿Se podría establecer un modelo que hiciera a la población consciente de la importancia de la responsabilidad individual frente a la pandemia?

Los modelos pueden mostrar cómo las pequeños cambios en el comportamiento de las personas pueden tener un gran impacto en la transmisión del virus. A medida que la pandemia continúe, será importante ofrecer a la población buena información sobre cuáles son sus riesgos, para que puedan ajustar sus hábitos.

Desde el inicio de la crisis sanitaria la OMS ha advertido de un aumento de fake news relacionados con la COVID-19. ¿Cómo influyen estas informaciones falsas en las medidas para detener la pandemia?

La información errónea sobre la COVID-19 también puede afectar a la enfermedad en la vida real, porque significa que es posible que haya personas que no tomen precauciones para reducir la transmisión del virus o que subestimen su riesgo. A medida que la pandemia continúe y la gente vaya cansándose de la situación, la difusión de desinformación podría ser un problema importante.

Con todas las expectativas puestas en encontrar una vacuna, los antivacunas también han tenido un altavoz en las redes sociales. ¿Cuál es la mascarilla contra estos mensajes?

Tradicionalmente, el objetivo era eliminar la información perjudicial, pero para las plataformas esto es difícil, porque el contenido en línea se difunde de manera amplia y rápida. En cambio, deberíamos analizar cómo luchamos contra los virus reales: cambiar la estructura de las interacciones en línea podría dificultar que las personas estén expuestas a información dañina y los mensajes preventivos de fuentes fiables podrían reducir la susceptibilidad al contenido anti-vacunación.

¿Cómo se aplica la dinámica de transmisión de enfermedades infecciosas para analizar episodios violentos?

Las investigaciones han demostrado cada vez más que la violencia puede propagarse a través de redes de interacciones sociales. Si se pueden identificar estas rutas, se crea una oportunidad de intervenir, igual que los rastreadores intentan detener la transmisión de enfermedades. Estos enfoques de 'salud pública' para la violencia se han utilizado en varias ciudades, desde Glasgow hasta Chicago, como explico en el libro.

¿Qué encaje tienen estos patrones con la privacidad de los ciudadanos?

Es más fácil controlar una infección cuando tenemos información sobre dónde está el brote y quién está en riesgo. Por ejemplo, países como Corea del Sur se han basado en gran medida en los datos para investigar los brotes de coronavirus. Pero, teniendo en cuenta el riesgo que esto conlleva para la privacidad, creo que es importante ser transparentes sobre qué información se necesita para abordar los brotes y cuáles son las compensaciones.

¿Cuándo y de qué será la próxima pandemia?

Siempre existe la amenaza de otra pandemia de gripe. El virus de la gripe aviar, como el H5N1 o el H7N9, se ha propagado en las últimas décadas de aves a personas en varios países, causando algunas muertes, pero aún no ha adquirido las mutaciones necesarias para transmitirse eficazmente de persona a persona. Es probable que sea solo cuestión de tiempo que veamos un virus de gripe o influenza pandémica nuevo y peligroso. Por supuesto, también podemos ver otros coronavirus con potencial pandémico. En los últimos 18 años hemos tenido SARS, MERS y ahora COVID-19. No hay razón para que no surja otro virus nuevo en los próximos años. Necesitamos estar preparados. 

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