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La desaparición de tres españoles en Siria evidencia el trabajo precario de los corresponsales de guerra

EFE

Raquel Ejerique

Antonio Pampliega, uno de los tres periodistas españoles desaparecidos en Siria, lo dijo por escrito y también en un corto documental: “No nos dedicamos a esto por amor al arte”. Entonces tenía 28 años, vivía con sus padres y tenía que pagar un crédito de 10.000 euros que pidió a un banco para ser corresponsal de guerra. Se marchó a Irak, Afganistán, Líbano y Haití. Las piezas periodísticas que vendió le reportaron algo más de 3.000 euros.

El precio que se paga por el periodismo de guerra se ha desplomado. La crisis se ha llevado por delante 364 medios de comunicación desde 2008 a 2014 en España y las condiciones laborales en los que existen han empeorado. Así lo recoge el Informe Anual de la Profesión Periodística, que destaca que los recortes los sufren especialmente los autónomos -ese es el modelo del corresponsal de guerra-. Al 60% les han rebajado sus honorarios en hasta un 30%.

En el caso del periodista en zona de conflicto, gana menos pero tiene que gastar lo mismo o más. El vuelo al país en guerra lo pagan ellos. También el hotel, cuyo precio varía mucho en función de cuántos haya, si es seguro o si tiene internet. El periodista español Mikel Ayestaran cuenta a eldiario.es que ha pagado en Siria 35 dólares al día por un alojamiento con conexión.

Por un chófer-traductor desembolsa cada día 150 dólares al día (gasolina incluida). Comer y gastos generales suponen unos 25 dólares. “Si a eso le sumas un seguro de vida, son 30 dólares más al día como mínimo”, cuenta Ayestaran. Así que son más de 200 dólares diarios (más de 182 euros). “Son gastos que forman parte de nuestro trabajo. Y también quiero recordar que nadie te obliga a ir a cubrir una guerra”, señala.

Un chaleco antibalas cuesta 3.000 euros

Además está el equipo de seguridad. El periodista y director Hernán Zin cuenta que por un casco y un chaleco antibalas se pagan unos 3.000 euros. “Depende, claro, de la calidad del chaleco, pero para una zona de conflicto tendría que tener placas cerámicas y categoría tres, si quieres estar verdaderamente seguro”. A veces estos chalecos los presta Reporteros Sin Fronteras. Otros corresponsales, en vez de comprarlos los alquilan. 

Ahora toca recuperar la inversión. Para ganar algo tendría que ingresar más de 200 dólares diarios. Ahí empiezan los problemas para algunos. En España, la figura del corresponsal asalariado se ha esfumado. Si hablamos de cubrir África o zonas en conflicto más al este de Israel es simplemente inexistente. Así que la información se paga a colaboradores.

Todos los periodistas y fotógrafos consultados coinciden: ser freelance no es algo malo en sí mismo, lo malo son las tarifas. Y dos, la variedad de precios es inabarcable y depende de si está pactado antes, quién es el periodista o fotógrafo, su relación con el medio, el interés por el conflicto... La presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, Elsa González, recalca que “los medios españoles viven en (la sección de) internacional de estos autónomos, y cuando pasa algo se ponen de perfil. Están mal pagados y sin respaldo”.

35 euros por una pieza desde la guerra siria

En España por lo general se paga mucho menos que en medios internacionales. El propio Pampliega denunció en Twitter que “periódicos nacionales” pagan 35 euros la pieza desde Siria y que a veces han pretendido no pagarle -el caso de un periódico deportivo nacional cuyo nombre no desvela-. La presidenta de Reporteros sin Fronteras, Malén Aznárez, destacó en un discurso que las empresas españolas estaban pagando 75 euros por un repotaje desde la guerra.

Fotógrafos profesionales confirman que una foto suelta se paga a unos 60 euros en España. Si es un trabajo completo –15 a 20 fotos sobre un conflicto– se paga entre 400 y 500 euros. En las agencias internacionales como Reuters, AP y en medios como The New York Times los números cambian y pagan unos 250 dólares al día cuando pactan un trabajo con un profesional. Los gastos de producción también se abonan.

Lo normal es que el medio y el periodista pacten un precio antes, en cuyo caso al menos habrá cierta seguridad. Otra opción es que los medios contacten con los reporteros cuando quieren cubrir algo puntualmente. En otras ocasiones son los propios reporteros los que ofrecen sus reportajes. En el caso de Siria, medios internacionales como AFP, The Guardian o The Times han anunciado que no aceptan trabajos de autónomos, en un compromiso moral para no contribuir a que pongan en riesgo sus vidas. “La agencia española Efe también lo ha hecho”, cuenta Ayestaran.

Él trabaja con “tarifa plana”, es decir, cobra un precio estipulado de antemano con medios con los que tiene una larga relación. Sin embargo, confirma también que los precios han bajado, “pero como ha bajado todo. Cuando empecé me dijeron que el kilo de periodista estaba barato. Hemos llegado a un punto que sale mejor cubrir un partido de fútbol regional que una guerra”.

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