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ENTREVISTA

Mariano Sánchez Soler, autor de 'La Familia Franco SA': “El capitalismo español se gestó bajo la dictadura”

Mariano Sánchez Soler, este jueves en Alicante

Clara Roca

Cuando hace 30 años Mariano Sánchez Soler (Alicante, 1954) empezó a investigar el patrimonio de la familia Franco se encontró con que nadie había publicado nada sobre ello. “Había habido un manto de silencio con respecto a lo que fueron cuarenta años de dictadura, los negocios y lo que había sido la Transición”, explica Sánchez Soler en conversación telefónica con eldiario.es. En aquel entonces era el jefe del equipo de investigación de la revista Tiempo y tras la muerte de Carmen Polo, el 6 de febrero de 1988, su jefe, Pepe Oneto, le propuso indagar sobre los negocios de la familia. Escribiría una serie de reportajes que darían lugar a un primer libro de cien páginas. El periodista se encontró entonces con muchas dificultades para conseguir publicarlo. “Era un incómodo libro para las grandes editoriales”, afirma.

“El dinero y los grandes negocios se hacían en el Palacio del Pardo, que era un gran centro de tráfico de influencias, un delito que entonces no existía”, explica. Un laberinto de empresas, negocios secretos, testaferros y adquisiciones irregulares fueron labrando la fortuna de la familia, que el autor afirma que “es imposible de calcular”, si bien las últimas estimaciones hablan de 600 millones de euros.

Finalmente lo terminó comprando la editorial Planeta y lo publicó bajo un nombre diferente al que había propuesto el autor. Así salía en 1990 Villaverde, fortuna y caída de la casa Franco. No sería hasta trece años más tarde que otra editorial mostraría interés por la fortuna de los Franco, “una familia que se ofreció como ejemplo a todos los españoles de los años cincuenta”. Esta vez sí podría publicarlo con el título original: Los Franco, S. A. (Oberon. Madrid, 2003). Ahora, dieciséis años más tarde, sale a la venta La familia Franco S.A. (Roca Editorial), la ampliación de esa investigación original donde se completa la trayectoria financiera y personal en los últimos años de los Franco, con información sobre las subvenciones de la Fundación Nacional Francisco Franco en época de José María Aznar, los vínculos de la familia con Vox o la exhumación del dictador.

Desde el franquismo se insiste con la idea de austeridad del dictador. Pero esto choca con el sueldo de Franco –que cobraba 700.000 pesetas al año cuando la renta per cápita anual del país era de 5.765 pesetas, según se explica en el libro–, o con el apodo de su mujer –La Collares–, o con los distintos negocios de su única hija, Carmen Franco, y el marqués de Villaverde. Algo no encaja.

El mito de la austeridad fue una operación de propaganda franquista. El aparato informativo de propaganda del franquismo, era un aparato formidable. Estuvieron 40 años vendiendo una serie de tópicos que luego la realidad destrozaba. Vivían en un palacio rodeado por una corte de sirvientes; sus actos eran actos cargados de pompa; cuando entraban en las iglesias lo hacían bajo palio; su hija y sus nietas tuvieron bodas palaciegas principescas;... La vida cotidiana era una vida de rey, sin corona en este caso, pero de rey absolutista, incluso. ¿Que no le gustaba beber? ¿Que no fumaba? ¿Eso es austeridad?

El dinero y los grandes negocios se hacían en el Palacio del Pardo, que era un gran centro de tráfico de influencias, un delito que entonces no existía. Su hija, su yerno y sus consuegro, los Martínez-Bordiu, y los hermanos de Franco hicieron grandes negocios en vida del general y participaron en grandes empresas y recibieron todo tipo de facilidades para hacer y deshacer. De austeridad ninguna, los datos dicen lo contrario.

¿Cuál era el capital de los Franco tras la dictadura?

Eso es imposible de saber. Cuando murió Franco hubo informaciones que hablaban de mil millones de pesetas. Otras, de cien mil millones de pesetas. Pero es imposible de saber porque durante 40 años todos los negocios han estado en el más absoluto secreto. Los negocios que hacían, los regalos de empresas, las acciones y los regalos de las audiencias públicas. Eso es incontable. No se investigaron jamás las propiedades que pudieron tener en Filipinas, por ejemplo, las propiedades en el extranjero, el dinero que tenían en Suiza y en América,... No se investigó absolutamente nada. Se les ha dejado en paz durante la Transición.

Las propiedades más importantes, excepto las que eran regalos entre comillas, como el Pazo de Meirás o el Canto del Pico en Móstoles, son propiedades que estaban encubiertas por sociedades anónimas. Ni siquiera aparecían ellos en los libros. Estaban detrás de sociedades anónimas donde estaban sus testaferros, como José María Sanchiz, secretario particular de Franco y tío del marqués de Villaverde, o Luis Gómez Sanz, que era un abogado y notario de Madrid ya fallecido. Estaban los testaferros, los intermediarios, los empresarios amigos que ponían su nombre. ¿Cómo cuantificamos eso? Cuando no hay ninguna manera de calcular 40 años recurrimos a los sueldos y recurrimos al valor catastral, que siempre es un valor para pagar impuestos. Pero de las propiedades de las que se tiene conocimiento. En el libro hay muchos datos. Por ejemplo, Ursaria S.A., que era la propiedad del edificio Hermanos Bécquer [el número 8 es un inmueble de la familia], en una de las amnistías fiscales aparecieron 21 propiedades tras su nombre.

¿Quién estaba a cargo del capital familiar?

Prácticamente hasta que ya estuvo muy mayor Carmen Franco, también su marido, eran los únicos que controlaban todo el patrimonio familiar. Los hijos podían estar de administrador de alguna de las fincas, pero no controlaban el dinero ni las propiedades, esas propiedades eran todas de Carmen Franco. Ellos podrían estar viviendo de negocios pequeños, pero la propiedad de la familia estaba en manos de su madre. Ahora, cuando han heredado es cuando se supone que ya todo lo que hay ha pasado a los siete hijos. Muchas veces se habla de la herencia de Franco, pero no estamos hablando de herencia de Franco, estamos hablando del capital que la familia Franco, el marqués de Villaverde y Carmen Franco atesoraron y acumularon durante 40 años de dictadura. Y luego , como no se les ha molestado, ellos han seguido haciendo sus negocios.

Y ahora tampoco es posible conocer el patrimonio de la familia...

Es imposible saber cuánto capital real hay. Últimamente se habla de 600 millones de euros. Es una estimación, calculando el desarrollo de la fortuna. Pero no hay una seguridad del capital que pueden tener. Es otro de los precios de la transición. Si tú no investigan las cosas, no mandas inspectores a los sitios, no investigas el capital que puedan tener o dejar de tener, solo nos quedamos con los episodios como el de las medallas del aeropuerto, que es un episodio porque lo deben de estar haciendo permanentemente durante décadas con el pasaporte diplomático. [En 1978 se le incautaron en el aeropuerto de Barajas una treintena de medallas de oro y medio centenar de insignias a Carmen Polo, que gozaba de pasaporte diplomático, cuando pretendía viajar a Suiza, según ella, para hacer con ellas un reloj. El Tribunal Provincial de Contrabando de Madrid la condenó a pagar 6.800.000 pesetas de multa, al considerar los objetos de valor “histórico-artístico”, pero el 9 de mayo de 1980 el Tribunal Económico Administrativo Central anuló la condena y la exoneró de toda culpa, según se explica en el libro].

Usted escribe: “En el capital financiero español del franquismo, el aparato del Estado, la empresa privada y la pública constituían los vértices del mismo poder”. ¿Es el franquismo el inicio de las puertas giratorias?

Hombre, claro. Por ejemplo, había una banca pública, una banca privada y una banca mixta. Había grandes empresas mixtas, es decir, participadas por el Estado y por el capital privado. Había una un statu quo bancario con el cual los banqueros controlaban el desarrollo, la creación de nuevos bancos y las cuestiones fundamentales de la economía. Incluso eran los mismos que tenían dinero, con lo cual intervenían directamente mayoritariamente en los negocios, en la industrialización. Ahí hubo una oligarquía, un grupo cerrado de fuerzas, de personas, que se llamaba bajo el franquismo 'las 200 familias', que era una metáfora no tan metafórica.

La historia está llena de ministros banqueros, de ministros industriales, gente de industria que va a la política y vuelve a la industria. O al revés, gente que está en la política y de la política salta a la industria. Estaba ese poder participado por el Estado y controlador en unas situaciones excepcionales. No había sindicatos democráticos ni de clase. Eran sindicatos mixtos, es decir, los jefes estaban dirigiendo el sindicato con los obreros o los trabajadores que estaban ahí. Era una organización social donde el aparato franquista estaba metido hasta la médula en todo.

¿Y cómo afecta a estas grandes fortunas afines a la dictadura la muerte de Franco y la transición?

Pues no les afecta, directamente. Ha habido una continuidad generacional: padres, hijos, sobrinos, nietos, que son los que en gran medida siguen ahí en la dirección.

¿De qué nombres estamos hablando, en concreto?

De todos. La banca Fenosa, son los sobrinos del conde de Fenosa... Lo que pasa que sí que ha habido una concentración bancaria diferente y si hablamos del Banesto, ya no existe. Pero si piensas en apellidos del franquismo clásicos todos están ahí. Es que el capitalismo español se gestó bajo la dictadura. La industrialización se dio bajo la dictadura. La gente que pudo participar en eso eran prácticamente toda gente vinculada al régimen desde muchos ámbitos. Era una oligarquía económica. Yo no creo en que los apellidos sean determinantes, pero sí que ha habido una continuidad de los grandes poderes económicos. Apellidos como Rato, por ejemplo, es un apellido del franquismo, Aznar es un apellido del franquismo, Oriol, Aguirre, el de la cerveza Damm,... Todo viene de ahí, todo el desarrollo económico llega bajo la dictadura y viene con esos nombres.

¿Y cómo afecta a la familia Franco la muerte del dictador?

Cambia todo porque pasan de vivir en el Palacio del Pardo, de ser mimados y ser agasajados permanentemente por una corte de empresarios, de banqueros, industriales,... al ostracismo. El abandono de alguna gente que se ha hecho rica por la proximidad al dictador supongo que les dolería bastante. En el libro también recojo esa crónica social, no solo la crónica económica, de cómo se ven abandonados y solo mantenidos por la extrema derecha. Lo vivieron sobre todo los cuatro mayores de los siete hijos. Porque los pequeños eran muy pequeños y no creo que fueran conscientes, pero los cuatro mayores sí que vivieron esa pompa.

A lo largo del libro vemos a los Franco envueltos en negocios fraudulentos, adquisiciones de bienes irregulares, como con el Pazo de Meirás, en estafas o incluso en los papeles de Panamá,... ¿Qué repercusiones legales ha habido para la familia?incluso en los papeles de Panamá

Que yo sepa, ninguna. Al revés, cuando había algún escándalo en el que estaba Nicolás Franco, su hermano el general, intervenía y se borraba el nombre del sitio. Es tremendo, pero es así.

Menciona que la “inmunidad” de facto durante cuarenta y cinco años de los Franco fue uno “de los precios políticos de la Transición”. ¿Se ha roto esa inmunidad, especialmente ahora con la exhumación del dictador?

Estas cosas son lentas, pero vamos a ver cómo evoluciona. Yo creo que la exhumación de Franco era una condición sine qua non para poder sacar los restos de la gran fosa común que es el Valle de los Caídos. Creo que es un paso muy importante desde el punto de vista político para tomar medidas. Pero, ¿qué va pasar? No lo sé, porque también, al mismo tiempo que se da este proceso, también aparece en España la extrema derecha, que estaba pero no tenía expresión política hasta ahora.

En el libro afirma que Pedro Sánchez no valoró las consecuencias de su decisión ¿Por qué?

No valora las consecuencias y lo complicado que era dar ese primer paso. Porque ellos creían, por lo menos así lo veíamos en las resoluciones de las comisiones que organizaron de expertos, que solo iban a tener problemas con la Iglesia y todo lo demás iba a funcionar bien. Y se encontraron con que era un momento político donde la extrema derecha estaba organizada y tenía un partido en el Congreso y en Gobiernos autónomos. Y se encontraron con más problemas de los que creían. Eso es por el momento político en que se decidió hacerlo, pero yo creo que era fundamental como primer paso. Es insólito que una democracia tenga un gran mausoleo para un dictador que ha estado 40 años y que además el Gobierno esté pagándolo todo, esté pagando a los monjes para que hagan misas de recuerdo al dictador. Eso era un despropósito.

Lo que pasa es que hasta este momento no se han atrevido a hacerlo. Porque la política que han tenido los gobiernos españoles, sobre todos los de la izquierda, ha sido de silenciar, de no meterse en el líos. Lo consideraban problemas menores sin entender que los “problemas menores”, juntos, son un gran problema. Por eso yo creo que ha tenido mucha valentía por parte de Pedro Sánchez el haber seguido para adelante, como ha seguido. La Iglesia decía sí, pero no; no, pero sí. Hasta que al final tuvieron que definir la posición, pero después de mucho asunto y sin tocar al prior ni hacer ningún tipo de acción, usando el método clásico: dejar que todo fluya.

¿Y cómo se entiende que todavía hoy exista una fundación en honor a Franco?

Se entiende por lo mismo, no se atrevieron a meterle mano. Vamos a ver, en la Transición se permitió que se quedaran con más de 20.000 o 30.000 documentos de Franco como jefe del Estado, que estaba en las casas, en los palacios. Se lo quedaron todo, cuando eran papeles como jefe de Estado no eran privados. Se les permitió también crear una fundación. Cada equis tiempo salía el tema, pero no hacían nada hasta que vino Jose María Aznar y entonces les dio subvención para que digitalizaran los documentos, que era una forma de darle el visto bueno, entre comillas. Dicen que es una fundación cultural, pero si uno entra en la página web,... Es interesante este concepto de la cultura que tienen algunos.

En su libro habla de ese 20 de noviembre de 1975 como el “principio del fin para los Franco”. Y en él habla de la degradación de la familia a lo largo de los años de democracia, sin embargo, como usted mismo expone, hay un aumento de socios de la FNFF –de los 200 socios en 2013, ahora han llegado a mil– y nos encontramos a las puertas de unas elecciones en las que Vox podría llegar a ser tercera fuerza. ¿Estamos viviendo un resurgir del franquismo?Vox podría llegar a ser tercera fuerza

Bueno, yo no creo que en esencia Vox sean franquistas. Ellos son de extrema derecha y lo que ocurre es que el tema del franquismo está muy vinculado, forma parte de su cultura, es una búsqueda de votos y de buscar un tejido social que les apoye. Pero cuando se pase esta oleada, ellos seguirán haciendo su política y no será un regreso al franquismo, aunque ellos cojan los axiomas propagandísticos del franquismo. En las elecciones anteriores prácticamente no citaron a Franco en toda la campaña. No querían ser identificados con el tema del franquismo.

En este país había una anomalía increíble. Era el único país de Europa que no tenía extrema derecha con representación política. La Transición, la llegada de la democracia, hizo que todo el mundo intentara tapar su pasado. Hemos estado 40 años sin extrema derecha, mientras en Francia hay una extrema derecha potentísima, en Italia ha gobernado. En Bélgica, en Alemania, en Austria,... En el continente ha habido esa expresión. No es un fenómeno nuevo. Yo escribí un libro que se llama Los hijos del 20N (Temas de Hoy. Madrid, 1993. Reeditado en bolsillo en 1996) en los 90 y ya hablaba de todo ese movimiento internacional de nueva extrema derecha, del neofascismo,... ¿Dónde estaba esa gente? Pues votaban al PP.

Pero sí que es cierto que hay cierta vinculación entre el partido de Abascal y la familia Franco. En su propio libro se menciona la relación del bisnieto del dictador Luis Alfonso de Borbón con el vicepresidente de Vox, Víctor González Coello de Portugal. O cómo la Fundación Francisco Franco, a pesar de declararse apolítica, defiende a Vox en muchas de las publicaciones en su página...

A ver, está clarísima esa vinculación y es una vinculación que les va a dar muchos votos, mucho más de lo que parece. Pero es la extrema derecha española. Responden a una parte de la sociedad española, a una parte del tejido social, que ahora tiene una expresión política, con unos diputados dispuestos a ponerlo todo patas arriba y que tienen un concepto del Estado nacionalista de extrema derecha.

El franquismo era el pensamiento ultra conservador y era una amalgama de pensamientos políticos, siempre dentro de un ámbito conservador. Dentro del propio aparato franquista, había desde católicos integristas, falangistas de distinto nivel, tradicionalistas, carlistas, militares monárquicos... No es un pensamiento, es una suma de pensamientos. El dictador no era un ideólogo, lo que hizo fue reunir a todos esos sectores. El franquismo forma parte del discurso, pero es que el discurso que tenía el franquismo era el discurso conservador de extrema derecha europeo. Además, estos son los “nietos” de los franquistas. La situación, desde mi punto de vista no es que hayan vuelto los franquistas, porque estamos hablando de gente que ni siquiera había nacido cuando murió Franco, estamos hablando de un pensamiento político de extrema derecha que tiene muchas ramificaciones, y que la reivindicación de las ideas del franquismo forma parte de eso.

El problema es que la extrema derecha ha estado en este país durante todo el proceso democrático y en la actualidad ha estado votando, actuando y gobernando en muchos sitios, pero el banderín de enganche político, el partido que tenía que articular eso no fue capaz de crearlo. ¿Por qué? Porque estaba muy cercana la dictadura y porque en la Transición también había una simulación de democracia: todo el mundo era demócrata. Pero eso ya ha pasado.

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