Esta antigua y enorme fábrica de tejidos hoy acoge rodajes, festivales o algunas de las actividades estrella de la Navidad en Barcelona

Esta antigua fábrica llegó a tener más de 1.500 trabajadores en 1915, de los que el 80% eran mujeres

Alberto Gómez

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Se trata de un edificio emblemático y muy arraigado a la historia del barrio de Sant Andreu, en la ciudad de Barcelona. Una de esas construcciones que, sin que hayan pasado siglos de su inauguración, recuerdan a un brillante pasado, la Barcelona como potencia de la industria textil, hasta el punto de que es fácil imaginarse la ingente producción que se debía llevar a cabo en los días de más trabajo. Se llama Fabra i Coats y, tras su cierre y el paso de algunos años, se ha convertido ahora en un atractivo espacio de creación artística en múltiples disciplinas. Este recinto, que fue una potentísima fábrica de hilos y tejidos, se encuentra hoy transformado en un polo cultural de un barrio barcelonés que no olvida la historia de un complejo que, además de acoger rodajes o festivales de toda índole, también es la sede donde se organizan cada año algunas de las actividades estrella de la Navidad en la capital catalana.

Los orígenes del recinto industrial de Fabra i Coats se remontan a 1839, cuando el industrial Ferran Puig i Gibert instaló una fábrica dedicada a la hilatura del lino, conocida popularmente como Vapor del Fil, junto al Rec Comtal, en el distrito de Sant Andreu del Palomar. Con el crecimiento industrial y demográfico propiciado por dicha pujanza económica, Sant Andreu de Palomar pasó gradualmente de ser una zona agrícola a una industrial a mediados del siglo XIX. Posteriormente, la hija de Ferran Puig se casó con Camil Fabra, quien también fue industrial, cliente de la familia, político y que llegó a ser alcalde de Barcelona.

La Sociedad Anónima Sucesora de Fabra y Portabella se creó en 1884, fruto de la fusión de la sociedad de la familia Fabra con la de Manuel Portabella. Justo al inicio del siglo XX, en 1903, se constituyó en Barcelona la Compañía Anónima Hilaturas de Fabra i Coats, resultado de la asociación con la multinacional escocesa del textil Coats, que producía el 80% del hilo de coser en Gran Bretaña y que representaba una fuerte amenaza para el liderazgo del sector en Catalunya, por lo que ambas compañías decidieron asociarse en lugar de competir. Con esta fusión, Fabra i Coats se consolidó rápidamente como uno de los productores de hilaturas y tejidos más importantes a nivel mundial. De ahí las dimensiones de la fábrica, que debían servir para sacar adelante una enorme producción textil.

La fábrica recibió el Premio Ciudad de Barcelona de Arquitectura y Urbanismo en 2012

El complejo industrial, que llegó a ser uno de los referentes para estudiar la industrialización en Catalunya, estaba formado por cinco fábricas, tres de ellas situadas en Barcelona. El crecimiento de la empresa fue muy importante durante el periodo coincidente con la Primera Guerra Mundial, alcanzando más de 1.500 trabajadores en 1915, de los que el 80% eran mujeres. La compañía fue pionera e innovadora, no solo por la aplicación de nuevos procesos de producción, sino también por la introducción de prestaciones y servicios sociales dirigidos a sus empleados. Para mantener la vinculación con los trabajadores, se proporcionaban prestaciones sociales como cobertura sanitaria, pensiones, guardería, viviendas, economato, un club deportivo y hasta se organizaban actividades culturales. De ahí que no sorprenda que Fabra i Coats tuviese un impacto innegable en la vida económica y social de Sant Andreu, llegando a ser conocida popularmente como “Can Mamella” por el volumen de trabajo que generaba en el barrio. 

Sin embargo, a partir de la década de 1970, la crisis económica global, con la crisis del petróleo como telón de fondo, marcó el inicio de la crisis del sector textil. La reconversión industrial del sector provocó un deterioro económico en la empresa, con un aumento de gastos, disminución de ventas y acumulación de stocks. Durante los años 70 y 80, la empresa aplicó medidas para reducir la plantilla, incluyendo jubilaciones anticipadas, no renovación de contratos y sucesivos expedientes de regulación, lo que llevó al despido de unos 900 trabajadores y al cierre de varias factorías. A principios de los 80, aunque la empresa modernizó la maquinaria y modificó procesos, los ingresos no aumentaron y los despidos continuaron. Finalmente, la producción en Sant Andreu se detuvo por completo en 2005.

Polo cultural

Ese mismo año, el Ayuntamiento de Barcelona adquirió el recinto fabril, después de que el movimiento vecinal iniciara actos de protesta para evitar que las naves pasaran a manos de una inmobiliaria, reclamando que se convirtieran en equipamientos públicos para la ciudad. Tras un proceso de participación abierto, en 2008 el consistorio barcelonés aprobó convertir el edificio de la fábrica 1, la nave central, en una fábrica de creación. Actualmente, dicho equipamiento municipal tiene como misión generar espacios de trabajo y recursos para ponerlos a disposición de artistas, colectivos y diferentes agentes culturales. Se trata de un centro que actúa como polo cultural de creatividad, talento e innovación, con el objetivo principal de dar respuesta a todas las fases de los procesos creativos y de producción de conocimiento, como la investigación, la creación, la producción y la exhibición. 

De hecho, para muchos Fabra i Coats se ha consolidado como la mayor de todas las fábricas de creación de la ciudad porque, entre otras razones de peso para tal reconocimiento, es la única que no está especializada en una sola disciplina. Impulsa múltiples propuestas de arte a nivel local, estatal e internacional, y se enfoca en disciplinas como las artes escénicas, la música y la investigación sonora, las artes plásticas y visuales, la creación multimedia y la creación audiovisual. Uno de sus objetivos principales es convertirse en un centro de recursos para la producción artística, la formación y la investigación, buscando abrir espacios de visibilidad y debate en los que se desarrolle el nuevo pensamiento en el ámbito de la creación contemporánea.

La rehabilitación de la fábrica fue muy respetuosa con el patrimonio industrial y recibió el Premio Ciudad de Barcelona de Arquitectura y Urbanismo en 2012. La nave original presenta una estructura de fábrica de ladrillo visto con pilares y jácenas de perfiles laminados ingleses. En sus 6.500 m², el centro dispone de diversas instalaciones como seis salas de ensayo, estudios y una sala de más de 900 m² con capacidad para 1200 personas, manteniendo la versatilidad de los espacios para la diversidad de actividades creativas. Al margen de todo ello, Fabra i Coats se ha consolidado en los últimos años como el espacio que acoge “La fábrica de juguetes”, en la que duendes y operarios mágicos producen todos los regalos que los Reyes Magos repartirán la noche del 5 de enero. En este recorrido, niños y niñas pueden ver cómo se terminan los juguetes y tienen la oportunidad de entregar sus cartas. Tal iniciativa se ha convertido en una de las actividades estrella y más demandadas de las que se celebran en la capital catalana durante las fiestas de Navidad.

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