La implicación de Felipe II en su gran obra: el monasterio de San Lorenzo de El Escorial

Felipe II retratado por Sofonisba Anguissola entre 1565 y 1573.

Andrea Blez

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El 21 de mayo de 1527 venía al mundo el heredero de Carlos I de España y V de Alemania, el que sería conocido como monarca bajo el nombre de Felipe II. Su nacimiento se produjo en el Palacio de los Pimentel, en Valladolid, donde su madre Isabel de Portugal se encontraba de casualidad para asistir a las Cortes en la ciudad junto a su marido.

Su reinado, que abarca de enero de 1556 hasta 1598, se destacó por ser en el momento de expansión de la corona, con un imperio que albergaba territorios en cada uno de los continentes habitados y conocidos, y tuvo un icono en la arquitectura con la construcción del monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Las razones de Felipe II para la construcción de San Lorenzo de El Escorial

Felipe II tenía desde temprana edad el deseo de construir un edificio que fuera símbolo de la monarquía y de su reinado, y encontró el momento perfecto tras la victoria de sus tropas el 10 de agosto de 1557 en la Batalla de San Quintín, en la que vencieron a los franceses en las llamadas guerras italianas porque se habían producido tras la invasión del reino de Nápoles.

A ello se unió en 1558 el fallecimiento de su padre, el rey Carlos I, que pidió no ser enterrado en Granada como en principio había afirmado en su testamento, y con ello, Felipe II se puso a buscar un emplazamiento en un edificio nuevo y que estuviera en pleno centro del territorio.

Así fue como se eligió El Escorial, entonces una pequeña aldea, como lugar para construir el edificio, y que sería clave para que la capital de España se trasladara de Toledo a Madrid, que quedaría a tan solo 50 kilómetros del monasterio y palacio que tenía pensado Felipe II.  

El Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial: símbolo del contraste entre religión y astronomía de Felipe II

La primera piedra del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial se colocó un 23 de abril de 1563, en un proyecto en el que estaba Juan Bautista de Toledo como arquitecto real, así como Juan de Herrera y Juan de Valencia como adjuntos. De hecho, tras la muerte del primero, de Herrera sería el que tomaría la reorganización del proyecto en 1572, en el que se unió más tarde Giovanni Battista Castello ‘El Bergamasco’.

Felipe II estuvo muy implicado en su planificación y construcción, tanto que se construyó una silla para observar cómo avanzaban las obras, e incluso pidió fallecer allí en 1598. En el edificio, planeó un monasterio como expresión de su fe religiosa, así como también un palacio y espacios como un panteón real y biblioteca, con el que se daba ejemplo de su poder e influencia.

La Biblioteca del Monasterio del Escorial donde Felipe II acumuló tratados de astronomía y matemáticas.

El Monasterio de El Escorial se vinculó a los monjes jerónimos, una orden muy relacionada con la monarquía, además de que incluyó simbolismo religioso, con cuya decisión el rey quería institucionalizar la dinastía como defensora de la fe cristiana.

Pero en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Felipe II también expresó una de sus grandes inquietudes, la astronomía, en la que pudo tener influencia también Juan de Herrera, pues el arquitecto tenía conocimiento en esta ciencia. El monarca fue en su tiempo mecenas también del arte y estas ciencias, y se rodeó de astrónomos y matemáticos que protegía en el edificio.

Felipe II estaba fuertemente interesado en la observación de los cielos como una visión del mundo, e incluso se afirmó que se había basado en esto para la toma de algunas decisiones durante su reinado. Así, acumuló obras de astronomía, matemáticas y otras ciencias en la biblioteca de El Escorial, a pesar de que estas estaban prohibidas por la Inquisición entonces, que estaba apoyada por el propio monarca.

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