Marte, otra vez en el punto de mira: los científicos creen que terraformarlo ya no es imposible
El polvo se levanta con cada paso sobre la superficie agrietada, mientras la temperatura apenas supera los -50 °C y la atmósfera, tenue y saturada de dióxido de carbono, apenas filtra la radiación solar. En ese entorno hostil, sin agua líquida a la vista ni una presión atmosférica que permita respirar sin ayuda, Marte permanece como un planeta inhóspito, aunque no del todo inerte.
Los casquetes polares, formados por hielo seco y agua congelada, ocultan recursos que podrían transformar este páramo rojo en un entorno modificado. Esa posibilidad, que parecía un desvarío teórico, se empieza a tratar ahora como una hipótesis tecnológica concreta.
Un plan en tres pasos para convertir un planeta rojo en uno verde
La investigadora Erika DeBenedictis, junto a un equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha publicado en Nature una propuesta que plantea tres fases para modificar progresivamente las condiciones del planeta vecino para que sea habitable.
La idea es calentar primero su superficie hasta alcanzar una temperatura estable próxima a los 30 °C, con el fin de liberar dióxido de carbono del subsuelo y así engrosar la atmósfera. Para ello, proponen emplear herramientas como velas solares o nanopartículas capaces de modificar el albedo de la superficie marciana.
Ese primer paso daría paso al segundo, centrado en introducir microorganismos diseñados para sobrevivir en ambientes extremos. El equipo prevé usar extremófilos modificados genéticamente, capaces de soportar la radiación y la baja presión, y con potencial para producir oxígeno y materia orgánica. Este proceso marcaría el comienzo de una alteración ecológica en cadena que permitiría construir una base biológica rudimentaria.
La última etapa es la más ambiciosa y la que podría prolongarse durante siglos. El objetivo sería consolidar una biosfera autosuficiente, con una atmósfera enriquecida en oxígeno y suficiente presión para permitir la vida vegetal y, más adelante, la estancia humana sin equipos de soporte.
Según Edwin Kite, investigador de la Universidad de Chicago y coautor del estudio, ese proceso requeriría una coordinación continua de múltiples disciplinas científicas. Tal y como explica, “reverdecer Marte podría considerarse el mayor reto de la restauración ambiental”.
Marte podría servir como laboratorio ecológico pero también plantea dilemas éticos profundos
Aunque los autores reconocen que las limitaciones técnicas actuales impiden avanzar más rápido, creen que ya es posible comenzar a probar partes del plan en ambientes controlados. Marte serviría como campo de pruebas sin interferencias industriales, donde podrían testarse tecnologías aplicables a la crisis ambiental terrestre. Así lo explica DeBenedictis al afirmar que “Marte es un mercado objetivo único porque no tiene petróleo, infraestructura existente ni statu quo”.
Sin embargo, parte de la comunidad científica mantiene cautela ante la posibilidad de alterar un entorno tan poco explorado. Nina Lanza, especialista del Laboratorio Nacional de Los Álamos, advierte que “si decidimos terraformar Marte, lo transformaremos de maneras que podrían ser reversibles o no”. La preocupación central es que, al modificar el entorno marciano, se podrían perder para siempre señales de su historia geológica y biológica, incluso si existió vida en algún momento.
Esa posibilidad pone sobre la mesa un dilema que va más allá de la ingeniería planetaria. La decisión de avanzar hacia la terraformación de Marte implica también un posicionamiento ético y científico sobre la intervención humana en otros mundos. Aunque el equipo liderado por DeBenedictis defiende que el planeta rojo podría impulsar tecnologías verdes, otros investigadores insisten en que convendría estudiar más a fondo su composición original antes de alterar sus características de forma irreversible.
Por ahora, el debate continúa abierto, con una propuesta concreta que traza un camino técnico posible, aunque todavía lejano. La transformación de Marte, según el estudio, podría no estar tan lejos en lo teórico, pero aún queda muy lejos en lo práctico.
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