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Facebook diseña un bot que regatea para conseguir lo que quiere

Fotograma de la película 'Her'

José Antonio Luna

Siri o Cortana son asistentes personales que facilitan tareas, pero con los que actualmente no se puede mantener una conversación mucho más allá de las funciones del teléfono. Pero la inteligencia artificial del futuro no solo aspira a buscar una dirección o un contacto en la agenda. El equipo de IA de Facebook ha mostrado un estudio sobre bots que poseen una nueva habilidad hasta ahora imposible para las máquinas: la de negociar con seres humanos.

En un artículo recientemente publicado por la compañía de Mark Zuckerberg, se reflejan muchos de los avances que están desarrollando en materia de inteligencia artificial. Los ingenieros de la red social quieren crear chatbots con los que se pueda dialogar de verdad y que no estén solo limitados a cumplir funciones básicas, como poner una canción o pedir comida a domicilio.

En un escenario donde cada decisión provoca una reacción, como podría ser un juego de tres en raya o el ajedrez, es relativamente fácil entrenar a una IA para que valore el mejor movimiento posible de la partida. Sin embargo, la dificultad aumenta a medida incrementa el número de decisiones posibles. Por eso, es muy complejo que una máquina se desenvuelva de forma creíble en una conversación humana, donde las respuestas son casi infinitas y a menudo están condicionadas por emociones.

Para que un bot pueda negociar, debería ser capaz de anticiparse a la conversación y pensar en con qué va a obtener mayor recompensa. Como refleja el estudio publicado por el departamento de investigación de inteligencia artificial de Facebook, la compañía ha desarrollado una novedosa técnica en la que un bot puede simular una conversación y sus diferentes posibilidades para, previamente, elegir la línea de diálogo que más beneficios tendrá.

Como apuntan en Quartz, los ingenieros de Facebook investigaron más 5.808 conversaciones para determinar cómo los humanos reaccionan ante una negociación. Esto permitió crear un sistema que imitaba las decisiones que alguien tomaría en su lugar.

“Facebook posee la ventaja de que tiene millones de conversaciones almacenadas y usan esa cantidad de datos para entrenar una red neuronal que aprenda a conversar”, explica a eldiario.es David Llorente, director ejecutivo de Narrativa, una start-up española de IA.  “Ellos identifican un patrón de comportamiento y generan una respuesta en base a los datos que tienen almacenadas”, continúa el responsable de esta empresa, creadora de un software capaz de analizar textos escritos por periodistas para generar otros de forma automática.

Cuando un robot aprende a mentir

En el caso de Facebook, no solo consistió en imitar a personas, sino que usaron aprendizaje de refuerzo automatizado. Esto permitió a los robots aprender por sí solos a reconocer e interpretar patrones no programados a priori.

De hecho, los bots mantuvieron largas conversaciones en las que fingieron tener interés en un artículo sin valor para conseguir otro con mayor beneficio. Lo más sorprendente es que este comportamiento no fue programado por los investigadores, sino que el robot lo empleó por sí solo para alcanzar su meta.

Con la intención de evaluar el éxito del nuevo descubrimiento, los programadores de Facebook inciaron conversaciones con personas reales que desconocían quién se situaba al otro lado del chat. El resultado, según presentan en el artículo publicado por la compañía, es que la mayoría ni siquiera se dio cuenta de que estaba interactuando con una máquina.

A pesar de ello, todavía los robots no tienen capacidad para entablar una conversación de forma natural. Como explica David Llorente, “dependiendo de la pregunta te das cuenta que es un bot. A día de hoy es difícil que sean capaz de engañarte”.

Pero Facebook, Google o Apple tienen información suficiente para desarrollar una compleja inteligencia artificial que permita mantener una conversación fluida. “Las grandes compañías de inteligencia artificial son las que tienen datos”, explica Llorente, que apunta que pronto seremos incapaces de distinguir entre conversaciones con máquinas y humanos. “Eso va a cambiar, no sé con qué rapidez, pero lo hará”, señala.

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