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Las incógnitas del nuevo 4Chan

La primera regla de 4Chan es...

Raúl Minchinela

Chris Pool ha vendido 4Chan y, de momento, Internet contiene la respiración. Lo habitual en las ventas de puntocom es calibrar el acto a partir del desembolso, pero en este caso el calibre está en la importancia de 4chan. Que es, por supuesto, muy difícil de explicar.

4Chan es un tablón de publicaciones que se fundó en 2003. Se creó a imagen y semejanza de otro japonés, llamado Futaba channel, pero más conocido como 2Chan. Ese foro había nacido espontánemente cuando los usuarios de otro canal, llamado 2Channel, se mudaron temiendo la llegada del control corporativo. 4Chan adoptó el espíritu de ese 2Chan autónomo y vocacional. Inicialmente era un foro donde los usuarios compartían información sobre tebeos y dibujos animados, pero creció como hongo en otoño hasta alcanzar los veinte millones de usuarios únicos. Su fundador Christopher Pool -conocido como moot en el foro- lo consiguió sin ningún tipo de ayuda financiera. Pool vendía bonos anuales entre quienes querían publicar sin el engorro de identificarse como humano cada vez que lo hacían, y el resto lo ponía de su propio bolsillo. Mientras sus primos moderados como Reddit o Imgurl atraían millonadas de capital riesgo, 4Chan cubría gastos como un hobby.

4Chan es el origen de buena parte de las ocurrencias que han plagado el Internet del siglo XXI. “Ese meme que te envía tu cuñado por WhatsApp probablemente viene de Twitter, donde alguien lo posteó después de verlo en Forocoches, cuyos usuarios lo tradujeron de Reddit, que a su vez lo tomó de 4chan”, señalan Teknautas; “es el origen de todo”. La clave de la explosión 4chan fue la firme defensa del anonimato de sus participantes. En su apartado “/b/”, que recogía todo lo que no podía clasificarse en los demás apartados del sitio, se ha visto de todo: sexismo, racismo, pornografía, troleo, violencia. Muchos lectores lo eran por el campeonato mundial de “hala-lo-que-ha-dicho”. Ese aparente concentrado de energúmenos ha sido el laboratorio de la interacción en la era digital. Allí se probaba de todo y lo que funcionaba se propagaba luego hasta el último rincón de la Red.

4Chan es lo que La Odisea de Homero llamaba “La voz de Zeus”: el origen de los rumores, el núcleo que dispersa las frases que corren de boca en boca hasta perder su origen y proyectarlo en el Olimpo. Lo mismo produce Lolcats, esos gatos que hablan mono con letras cambiadas, que el RickRollin' que reflotó al cantante Rick Astley por un chiste donde se falseaban enlaces del juego GTA4. Es epicentro del cachondeo extremo pero también del Ciberactivismo. Allí nació Anonymous, inicialmente un grupo de trolls que se tornaron activistas cuando las entidades bancarias le hicieron el bloqueo económico a Wikileaks. Para cualquier actividad que, por impunidad o por precaución, requiriese ocultar tu identidad, para lo chusco y para lo fino, para lo bueno y para lo muy malo, 4Chan era el lugar. Esta semana, Pool entregaba las llaves a cambio de una cantidad desconocida y difícil de aventurar. Por un lado, sus millones de visitas diarias son un reclamo importante; por otro, los contenidos del foro ahuyentan a cualquier anunciante, que se vería asociado con lo más abyecto en un mal golpe de ratón. Lo que nos lleva a la pregunta importante: ¿cambiará 4chan con el cambio de dueño?

Los retos de Nishimura

Como viene siendo habitual, el propietario saliente ha intentado apaciguar a sus lectores defendiendo la legitimidad del comprador. El nuevo dueño de 4Chan es Hiroyuki Nishimura, precisamente el fundador del 2Channel primigenio. Pool ha dicho que “es literalmente la única persona del mundo que tiene más experiencia que yo dirigiendo una comunidad anónima de millones de usuarios”. El otro dato interesante es que Mishimura ya vendió 2channel en 2009 a una compañía de Singapur llamada Packet Monster. Indicadores como Alexa muestran que la web japonesa tiene hoy más volumen que la norteamericana; allí ocupa la posición 302, mientras 4Chan aparece en la posición 800. Pero Japón es una sociedad más restrictiva donde se aprecia especialmente un foro que permite expresar los sentimientos sin filtros ni censuras, liberados del corsé del decoro y de la prudencia gracias al anonimato.

Comprar 4Chan ¿es comprar su circulación o es gestionar su producto? ¿Es la editorial más influyente de nuestro tiempo, con sus creaciones filtrando hasta los teléfonos de la cafetería más cercana, o es un territorio sin ley disponible para su asimilación en el circuito de consumo estándar, como los descampados anexos a un hipermercado? Denuncias pertinentes salpimentadas de groserías intolerables, un magma que luego nutre las conversaciones de nochevieja que intercambian gracietas a tiempo para las campanadas. Pero es sobre todo el arcón de los antifaces, que ha permitido con las identidades maquilladas articular las mayores actividades simultáneas, el equivalente digital de las manifestaciones, con miles de personas aunando ordenadores por una causa.

4Chan ha cambiado de manos y nadie sabe si lo que se ha comprado son los clicks de las visitas, las imágenes photoshopeadas elaboradas por trabajadores que no cobran, la administración en origen de lo que luego se propaga hasta los bolsillos, o las identidades y el historial de los participantes que cabalgaron el anonimato hasta la desobediencia civil con el rostro genérico de V de Vendetta. No se sabe si se ha comprado el flujo, el producto, la gestión o los secretos, y por eso Internet guarda momentáneamente el aliento.

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