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Sobria o borracha, pero con miedo: el auge de las apps de geolocalización para mujeres

Las apps de geolocalización para mujeres son una herramienta contra la inseguridad en el espacio público

Clara Giménez Lorenzo

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De vuelta a casa en el autobús nocturno, Ana Gómez recuerda haber sido acosada varias veces. Dos fueron especialmente desagradables. En la primera de ellas, un grupo de chicos la incomodó con palabras. La segunda fue la peor: un desconocido intentó tocarla. Aunque siente que, como mujer, puede ser agredida en cualquier momento y especialmente por la noche, no piensa imponerse un toque de queda. Entre sus mecanismos de defensa, ahora hay también una aplicación de geolocalización dirigida especialmente a mujeres.

Ana es una de las 20.000 usuarias de Sister, una app que puede usar cualquiera pero que está enfocada a “un colectivo que lo demanda”, afirma Marta Baena, responsable de marketing de Wave Location Technologies, la compañía que ha desarrollado la aplicación con un equipo mayormente femenino. Como parte del estudio de mercado, la empresa lanzó una encuesta on-line que se viralizó y fue respondida por más de 35.000 mujeres. El 83% afirmó que siente miedo al regresar a casa de noche en solitario, tras volver de una cena o de una fiesta con amigos o familiares.

Sister tiene dos modos: prevención y emergencia. El primero sirve para compartir la ubicación y muestra la ruta que pasa junto a más comisarías. También da la posibilidad de activar una alarma que suena si pasa el tiempo establecido para llegar a casa, y que puede funcionar como disuasión para el agresor. El modo de emergencia se activa con un click que llama a estos servicios “en cualquier país en el que una esté” y manda ubicación junto a un mensaje de socorro a los contactos de confianza. Además, tras pulsar este botón, la app graba automáticamente audios e imágenes que se guardan en la nube de forma confidencial –“ni los trabajadores de Sister pueden acceder”, asegura Baena– y pueden ayudar a la víctima de cara a una denuncia.

Aplicaciones móviles como mecanismos de defensa

En Google Play y App Store pueden descargarse aplicaciones similares de fabricantes extranjeros, como son SOS Women Safety, o Jiggle App, para la que solo hay que sacudir el móvil. Sister no es la primera aplicación con un “botón del pánico” creada en nuestro país, pues existen otras como AlertCopps, de la Policía Nacional, pero sí la que tiene más funcionalidades dirigidas a un colectivo concreto. Según Baena, comparte espíritu con When & Where, una app de geolocalización para mujeres creada por cinco estudiantes madrileñas que detecta cualquier imprevisto en un trayecto.

En México, donde hay un promedio de 10 asesinadas al día y en 2019 los servicios de emergencia recibieron 197.693 llamadas por incidentes de violencia contra mujeres, existen varias aplicaciones de geolocalización para el colectivo. Dos de ellas, Vive Segura Ciudad de México y No estoy sola Ciudad Juárez, han sido desarrolladas por los gobiernos de ambas ciudades. E incluso tras el asesinato de la joven Mara Castilla a manos de un conductor de Cabify en 2017, se creo Laudrive, un servicio de VTC por y para mujeres.

La India es otro de los lugares donde más proliferan estas apps. En los años posteriores a la violación grupal que tuvo lugar en un autobús de Delhi en 2012, hubo un verdadero 'boom' de aplicaciones de seguridad y geolocalización para mujeres. Por ejemplo, Woman Safety Shield permite tomar fotos y proporciona una lista de hospitales y comisarías, y Secure Her envía una señal de socorro con tan solo tocar dos veces el icono de la aplicación. También está Chilla, una aplicación que se activa al reconocer un grito femenino, sin necesidad de abrirla, o al pulsar el icono cinco veces. “En un ataque, el grito es una reacción natural y el golpeteo es la mejor manera de que la app sirva de ayuda”, señalan los creadores.

Más seguras...¿más vigiladas?

El uso de este tipo de tecnología para aumentar nuestra sensación de seguridad implica un riesgo: la pérdida de privacidad. “El modelo de estas apps se basa en la vigilancia de la propia víctima”, apunta la periodista y experta en tecnología Marta Peirano. “Si tienes miedo de volver a casa sola, pide a tus amigos que te acompañen. No delegues en una app”, asevera.

Peirano alerta de los peligros de proporcionar información sensible a empresas que podrían ser hackeadas o tal vez usar nuestros datos para otros fines. “No sabemos si venden nuestra información bajo la mesa a otras empresas de de databrokers o a grandes compañías como Facebook”. “Cabe preguntarse cómo se financian muchas de estas aplicaciones”, señala.

“El diseño de aplicaciones de seguridad dirigidas a las mujeres para su uso en espacios públicos no tiene en cuenta que la mayoría de los casos de violencia sexual son perpetrados por personas conocidas de la víctima”, escribe Nayantara Ranganathan en la web del proyecto indio Gendering Surveillance, ante el 'boom' que hubo en el país asiático con este tipo de apps. Por ejemplo, de 2014 a 2017, los casos de acoso sexual a mujeres en el entorno laboral aumentaron un 54%, según datos oficiales, un entorno donde el agresor suele ser alguien cercano.

Ranganathan incide en que el parche que supone esta tecnología no puede reemplazar un esfuerzo más amplio para cambiar las actitudes sociales que ponen en peligro a las mujeres, y en que los enfoques que abordan el fondo de la cuestión pasan más por la acción de las instituciones que por delegar la seguridad en agentes privados. Además, opina que, en un país tradicional como puede ser India, estas apps a menudo se usan como dispositivos de control por parte de parejas o familiares.

Gendering Surveillance analizó 50 de las apps disponibles en India en 2017. 32 ni siquiera tenían un enlace a la política de privacidad en Play Store. “Y cuando las políticas de privacidad estaban presentes, ya sea en el listado de la Play Store o en el sitio web del desarrollador, faltaba información sobre qué datos recogen, si almacenan, procesan y venden los datos, etc. Muchas podrían ser ser libres de utilizar los datos, inferir patrones a partir de ellos y venderlos a las partes interesadas”, apunta Ranganathan.

No es el caso de la app española Sister, sujeta de la GDPR y cuyos datos se encriptan a nivel militar, según sus responsables, “para dificultar al máximo la intrusión y proteger la privacidad de las cuentas”. Solo se puede acceder a ella bajo una petición expresa de una usuaria que demuestre que va a poner una denuncia. Ninguna clase de datos se comparte con terceros y la app ni siquiera lleva publicidad, pues “de momento solo nos financiamos con los fondos de Wave Location Technologies, la matriz de varias apps, incluida Sister, pero sí hemos pedido subvenciones y esperamos aumentar el capital de esta forma”, afirma Baena.

Ana Gómez, que además estudia derecho de las nuevas tecnologías, dice ser consciente de los posibles riesgos de delegar en una aplicación. “Leo la política de privacidad y busco información sobre el desarrollador antes de descargar”, asevera. Seguirá utilizando este tipo de tecnología, pues le compensa la sensación de seguridad. No siempre puede volver acompañada a casa. Tampoco, como estudiante, permitirse un taxi. “Me parece triste que tengamos que recurrir a estos sistemas y no poder estar tranquilas en el espacio público, pero no vamos a a dejar de hacer nuestra vida ni renunciar al ocio”.

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