Esta bonita piscina natural está cerca de Tarragona y tiene una cascada y aguas cristalinas
A unos 40 kilómetros de Tarragona, cerca del pueblo de Farena, se encuentra una poza natural conocida como el Toll de l’Olla. Este enclave, que forma parte del curso del río Brugent, ha ganado notoriedad en los últimos años como destino para excursionistas y visitantes que buscan zonas de baño en plena naturaleza. A diferencia de otras piscinas naturales con afluencia masiva, este paraje conserva todavía un entorno moderadamente tranquilo.
El acceso más habitual parte del núcleo de Farena, una pedanía de montaña situada en la comarca del Alto Campo. Desde allí, un camino forestal permite llegar en aproximadamente 20 o 25 minutos a pie hasta el paraje del Toll de l’Olla. La ruta atraviesa zonas de pinar y bosque de ribera y presenta escasa dificultad técnica, con un desnivel leve que la hace accesible para personas con poca preparación física.
La zona del Toll de l’Olla se caracteriza por la presencia de una cascada que alimenta una pequeña poza de agua clara, utilizada como zona de baño durante los meses cálidos. La roca ha sido moldeada de forma natural por la acción del agua, generando formas semicirculares que rodean el charco principal.
Este enclave, sin embargo, no está señalizado de forma oficial ni cuenta con cobertura de socorrismo, por lo que su uso se realiza bajo la responsabilidad individual de quienes acuden al lugar. Durante los fines de semana y festivos del verano, la afluencia puede saturar el entorno, lo que ha llevado a las autoridades locales a restringir el aparcamiento y limitar el tráfico de vehículos motorizados en los accesos cercanos.
Un entorno natural sin señalización oficial
El Toll de l’Olla está ubicado en un espacio de alto valor ecológico, caracterizado por la presencia de vegetación típica mediterránea como pinares y bosques de ribera, que ofrecen refugio a diversas especies de fauna local. La ausencia de señalización institucional y de infraestructuras turísticas mantiene la zona en un estado más natural y menos alterado, favoreciendo una experiencia más auténtica para quienes deciden explorar el entorno.
La ruta desde Farena hasta la poza transcurre por senderos poco transitados, donde el visitante puede disfrutar de un paseo tranquilo en contacto directo con el paisaje. La gestión del espacio depende en gran medida de la responsabilidad individual y del respeto al medio ambiente, dado que no existen servicios habilitados para el confort o la conservación, lo que implica que los usuarios deben planificar bien su visita y llevar consigo lo necesario para no dejar impacto.
Lugares de interés en Farena
Farena, además de su entorno natural, conserva varios elementos patrimoniales de interés que reflejan su pasado medieval y su estructura rural tradicional. Uno de los puntos más relevantes es la iglesia de San Andrés, una edificación románica cuya construcción se sitúa probablemente en el siglo XII. El edificio, de dimensiones modestas, alberga en su interior un mural contemporáneo pintado por el artista Anton Català i Gomis.
Los restos del antiguo castillo de Farena aún pueden identificarse en los antiguos establos de una propiedad conocida como Can Vilalta. De la antigua estructura defensiva se conservan algunas paredes, integradas parcialmente en edificaciones actuales. El topónimo “Castellot”, que designa una formación rocosa en la parte alta del núcleo, hace referencia directa a este pasado fortificado y mantiene viva la memoria del castillo como elemento dominante en el paisaje de la zona.
El centro histórico de Farena conserva la disposición urbanística propia de los núcleos rurales medievales. Las casas, de una o dos plantas, se agrupan en torno a la iglesia, ubicada en el punto más elevado del pueblo. A partir de ese punto, las viviendas se escalonan de forma descendente hacia el cauce del río Brugent, adaptándose al terreno.
Este núcleo compacto, que mantiene algunas trazas de la antigua muralla y de las estructuras del castillo desaparecido, está documentado desde el siglo XII. La arquitectura del pueblo combina materiales locales y formas tradicionales que han permanecido relativamente inalteradas con el paso del tiempo, lo que le otorga un carácter homogéneo y bien conservado.
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