La isla de Italia que en Navidad se convierte en un festival de luces
En el segundo lago más grande de Italia, entre Piamonte y Lombardía, hay una pequeña isla que vive la Navidad de una forma sorprendentemente distinta. Mientras casi todos los pueblos europeos se aferran a los rituales habituales (árbol, pesebre, mercadillo) este enclave del Lago Maggiore convierte diciembre en un juego de luces que se refleja sobre el agua como si el lago entero participara en la fiesta. La escena, es tan especial que muchos visitantes vuelven solo para verla encenderse al caer la tarde.
La isla que se enciende al anochecer
Se trata de la Isla de los Pescadores, la única habitada del archipiélago de las Borromeo. Un lugar diminuto (apenas 100 metros de ancho y 350 de largo) que enamoró incluso al filósofo Montesquieu, quien la definió como “el lugar más bello del mundo”, según recuerda National Geographic. Esta miniatura flotante ha sido durante siglos el hogar de una comunidad de pescadores que aún hoy sale al amanecer con sus redes a trabajar sobre el agua. Desde hace tres años, la isla se transforma cada diciembre en Isole di Luce, un festival lumínico que ilumina fachadas, balcones y plazas a través de un espectáculo llamado Texturas de agua en el Lago Maggiore. Las luces (que, según explica Grotta di Babbo Natale ), se inspiran en los tonos tradicionales de las redes de pesca teñidas desde 1948 en un horno de cobre) convierten el minúsculo casco urbano en un arcoíris que flota sobre el lago hasta el 6 de enero.
Cada día, entre las 17:00 y las 00:30, la isla despliega una coreografía de colores sobre sus casas de dos y tres plantas, en la iglesia de San Vittore (una construcción del año 1000 reconstruida entre los siglos XVII y XVIII) y en su pequeño jardín panorámico. Todo se ilumina salvo el cementerio, que permanece en penumbra como gesto de respeto.
Cómo ver el espectáculo desde dentro y desde fuera
Para vivir el festival desde dentro, lo ideal es navegar al atardecer por el Lago Maggiore. Barcos turísticos salen desde Stresa, Lido di Carciano y Baveno, cuyos embarcaderos están conectados por paseos lacustres perfectos para disfrutar de la vista nocturna, tal y como recomiendan medios locales.
La otra opción es observar la isla desde la distancia. Stresa ofrece algunos de los mejores miradores, especialmente desde el paseo entre Corso Italia y Corso Umberto I, mientras que las carreteras serpenteantes de Carciano y Someraro regalan panorámicas elevadas del archipiélago. Desde Baveno, además, se puede ver cómo la isla encendida parece flotar en el Golfo de Borromeo.
Más allá de las luces: palacios, jardines y aves exóticas
Cuando las luces se apagan, el lago ofrece otro tipo de belleza. En la cercana Isla Bella se encuentra el Palacio Borromeo, la antigua residencia de una de las familias nobles más poderosas de Lombardía. Sus salones, jardines en terrazas y numerosas piezas de arte lo han convertido en un clásico del turismo cultural del norte de Italia
En la vecina Isla Madre, los jardines románticos acogen más de 2.000 especies vegetales, además de pavos albinos, faisanes dorados y papagayos que llenan el aire de colores y sonidos. Una mezcla de naturaleza y aristocracia que contrasta con la sencillez marinera de la Isla de los Pescadores, pero que completa un itinerario perfecto para una escapada invernal.
Entre luces flotantes, balcones de pescadores y palacios que miran al agua, esta pequeña isla italiana demuestra que la Navidad también puede celebrarse desde la orilla de un lago y bajo el reflejo de un arcoíris nocturno. Una tradición luminosa que convierte al Lago Maggiore en uno de los escenarios más inesperados (y más bellos) del invierno europeo.
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