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Roald y la fábrica de chocolate

Retrato de Roald Dahl.

Sabrina Duque

Un señor británico, de familia noruega, que fue petrolero, piloto de guerra, escritor y guionista nació un día como hoy y vinculó para siempre las palabras infancia, chocolate y magia.

En Francia, en 1995, quisieron homenajear a este señor, llamado Roald Dahl, declarando Día Mundial del Chocolate la fecha de su cumpleaños. Dahl construyó en su imaginación una fábrica de chocolate mítica: ese reino de maravillas que le pertenecía a Willy Wonka en Charlie y la Fábrica de Chocolates. Dahl es el creador de un niño llamado Charlie Bucket, muy cariñoso y bien portado, que se gana uno de los cinco boletos dorados para visitar la fábrica de Wonka, que lleva muchísimos años cerrada al público.

Charlie Bucket empezó a nacer durante la adolescencia de Dahl, cuando era un niño internado en una escuela en Derbyshire, en el centro de Inglaterra. En aquellos días, la fábrica de chocolates Cadbury enviaba cajas de sus nuevas invenciones a la escuela, para que los alumnos los probaran y opinaran. Eran unos felices conejillos de indias que vibraban cada vez que llegaban las nuevas golosinas. Y Dahl empezó a soñar que inventaría una nueva barra de chocolate, una barra tan deliciosa que dejaría encantado al mismísimo señor Cadbury.

La vida pasó. Dahl salió del colegio, empezó a trabajar en la petrolera Royal Dutch Shell, que lo envió a Dar-es-Salam, capital del país que hoy se conoce como Tanzania. En aquellos días vio de cerca leones y enormes colonias de hormigas. Su vida de petrolero duró seis años, cuando decidió convertirse en piloto de la Royal Air Force. Su vida de piloto fue breve, tres años, pero vertiginosa. En tres años se estrelló en el desierto africano, se fracturó el cráneo y se rompió la nariz. También se quedó ciego, durante ocho semanas. Cuando salió del hospital, cinco meses después de haber entrado inconsciente, volvió a volar. Era 1941 y la RAF necesitaba a todos los hombres para combatir al eje: Dahl fue enviado a Grecia y ahí tuvo su primera victoria de guerra, cuando derribó un bombardero.

Un año después, lo trasladaron a Washington como agregado aéreo de la Embajada Británica. En Estados Unidos empezó a escribir. En 1942 salió en el Saturday Evening Post su primer cuento, Shot down over Libya, sobre un piloto derribado. En 1943 publicó Los gremlins, sobre unas criaturas malvadas que, según los pilotos de la RAF, dañaban los aviones. El libro fue una encomienda de Walt Disney, quien quería hacer una película sobre esas criaturitas que luego se llenaban de patriotismo y se convertían en mecánicos de los aviones de los Aliados, para ayudarlos a derrotar a Hitler.

Tras esa primera historia para niños, demoró casi veinte años para volver a escribir para ese público. En 1961 salió James y el Durazno Gigante. Y volvieron los recuerdos del niño que quería inventar la tableta que sorprendiera al señor Cadbury y nació Charlie y la Fábrica de Chocolate. Y llegaron Matilda, Fantastic Mister Fox, El Gran Gigante Bonachón y más libros infantiles. Novelas. Poesía. Memorias. Y cuentos de terror para adultos -uno de ello fue convertido en un capítulo de Alfred Hitchcock Presenta y luego, adaptado en Four Rooms, de Quentin Tarantino. Escribió los guiones de Sólo se vive dos veces, cuando Sean Connery encarnaba a James Bond, y Chitty Chitty Bang Bang, con Dick Van Dyke.

Charlie y la fábrica de chocolate, su tercer libro infantil, fue publicado en 1964 y enseguida fue acusado de racista: los oompa loompas eran pigmeos africanos. En 1973 se publicó la versión más famosa, donde los personajes son enanos de piel rosada y cabellos rubios.

Al cine llegó dos veces. Gene Wilder fue el Willy Wonka de la versión de 1971 -donde el mismo Dahl fue guionista. En 2005, Johnny Depp encarnó al aún más excéntrico Wonka de la versión de Tim Burton.

Hoy, 13 de septiembre, es el Día Internacional del Chocolate. La fiesta comenzó en Francia, cuando quisieron homenajear al señor Dalh por llenar de oompas loompas y toboganes de chocolate sus sueños de infancia. En Estados Unidos se unieron al festejo recordando que Dahl comparte día de cumpleaños con Milton S. Hershey, el señor que convirtió a millones en adictos al chocolate azucaradísimo que sale desde su fábrica. Pero en Estados Unidos un día para el chocolate es poco: también celebran el Día del Chocolate, a secas, el 7 de julio, dos Días Nacionales del Chocolate (28 de octubre y 28 de diciembre), el Día del Chocolate Amargo (10 de enero), el Día del Chocolate con Leche (28 de julio), el día del Chocolate Blanco (22 de Septiembre) y el día de Cualquier Cosa Cubierta con Chocolate (16 de diciembre). En Ghana, segundo productor mundial de cacao tras Costa de Marfil, solo lo celebran el 14 de febrero, fecha sensata: es quizás uno de los días en el que se compran más cajas de chocolate.

En honor al aventurero Dahl, en vez de compartir en redes sociales fotos chocolatosas con las etiqueta #DíaMundialDelChocolate, busquemos una biblioteca o una librería para reencontrarnos con el bueno de Charlie Bucket, entrar a la fábrica mágica y soñar con cascadas de chocolate.

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