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No hablen en nombre de todos los españoles

Entidades convocan un acto el 17 de febrero en Barcelona contra Sánchez

Rodolfo Irago

A los políticos de nuestro país les encanta hablar en nombre de los españoles, o al menos en nombre de la mayoría de ellos. Un viejo vicio de nuestros representantes que se ha agudizado en los tiempos de la nueva política.

Desde el 28 de abril, cada líder político ha interpretado los resultados electorales a su manera y ha intentado crear un marco mental sobre bases figuradas, cuando no falsas.

Y así hemos escuchado hasta la saciedad a los dirigentes del PSOE decir que la mayoría de los españoles quiere que haya un gobierno progresista del PSOE en solitario. Es evidente que los socialistas ganaron las elecciones pero solo el 28% del electorado que escogió la papeleta del PSOE apoyaría claramente un gobierno monocolor de los de Sánchez; el 72% restante votó a otras opciones y por lo tanto no apostó por ese gobierno en solitario del PSOE.

Otra afirmación habitual del presidente en funciones, Pedro Sánchez es que los españoles piden un gobierno progresista que no dependa de los independentistas. Las dos premisas son incompatibles porque la única manera de que haya una mayoría progresista en el Congreso es si se suman al PSOE y a Podemos, los diputados de Esquerra Republicana de Catalunya. Además ningún votante del PSOE o de Podemos añadió a su papeleta la condición de que no quería un gobierno que dependiera de los independentistas.

En todo caso, los únicos acuerdos de gobierno que evitarían la dependencia de los independentistas serían los que pudiera alcanzar el PSOE con el PP o con Ciudadanos, opciones inviables a día de hoy.

Así que ni la mayoría de los españoles pidió un gobierno que no dependiera de los independentistas ni reclamó un ejecutivo monocolor del PSOE. Tampoco pidieron los españoles un gobierno de coalición entre los socialistas y Podemos como defienden los dirigentes de la formación de Pablo Iglesias. Ese era el objetivo de campaña de los morados y con ese mensaje lograron el 14% de los votos, muy lejos de cualquier mayoría.

Esta apropiación de las mayorías es generalizada. PP y Ciudadanos lo han hecho también en las Comunidades Autónomas en las que han alcanzado el poder. Madrid es un buen ejemplo. Díaz Ayuso e Ignacio Aguado repiten una y otra vez que la mayoría de los madrileños quiere un gobierno de la derecha, olvidando que el partido más votado y con mucha distancia por los madrileños fue el PSOE y que había otras mayorías posibles si hubieran querido evitar la dependencia de la ultraderecha de Vox.

Así que los políticos españoles deberían dejar de hablar en nombre de la mayoría de los españoles y ponerse a gestionar los resultados electorales, que son la consecuencia acumulada del voto y el deseo personal de cada uno de los españoles. Ese resultado lo que les obliga es a buscar acuerdos y ponerse a gobernar. Basta ya de marear la perdiz y perder el tiempo camino de otras urnas en noviembre.

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