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Por qué mienten los fetichistas del déficit

Antón Losada

Sostiene el ministro Montoro que los informes de Cáritas alertando sobre el crecimiento de la pobreza y la exclusión social extrema no describen la realidad porque se basan en mediciones estadísticas. Para el señor ministro la única realidad válida existe en sus números y demuestran que la recuperación ha comenzado. Seguramente pensará lo mismo de los recientes informes de la OCDE y la UE donde se acredita que España es el país donde más ha aumentado la desigualdad durante la Gran Recesión. Menudencias estadísticas, la realidad va bien. No hemos cumplido el objetivo del déficit, pero solo por algo más de una décima. La cuestión capital de si llegábamos al 6,5 o nos pasábamos ha sido casi felizmente resuelta. El cielo es el límite.

Durante 2013 en España se han ejecutado 200 desahucios diarios. Un millón y medio de familias se hallan en riesgo de exclusión severa. Un millón más de parados han engrosado las colas del desempleo, cuatro de cada diez sin recibir ningún tipo de ayuda. Ya somos el segundo país de Europa en pobreza infantil, líderes tras Rumania. Por cada beca concedida en todos los niveles educativos, han desaparecido tres. Nuestras siempre débiles políticas de innovación e investigación tardarán décadas en recuperarse. El Gobierno ya ha consumido cerca de la mitad de los ochenta mil millones que guardaba la hucha se las pensiones. Funcionarios, pensionistas o trabajadores ganan menos y pagan más por recibir menos de todo. Miles de dependientes y sus familias han quedado abandonados a su suerte. Puede que no hayamos cumplido estrictamente el objetivo del déficit, pero el objetivo del sufrimiento ha sido sobrepasado con creces.

¿Ha valido la pena? ¿Tienen razón los fetichistas del déficit? ¿Realmente era tan importante para la recuperación económica rebajar uno o dos puntos más este año o el que viene el déficit público? La respuesta es no. O mejor dicho la respuesta es aún peor. El coste de oportunidad ha resultado insoportable. Además de los recortes masivos, debemos considerar el impacto que ha causado sobre nuestra economía la detracción rápida y brutal de semejante volumen de recursos.

A lo que hemos perdido, deben sumar cuánto hemos dejado de ganar, todas las políticas a las que hemos renunciado a implementar por rebajar el déficit un par de puntos más este año en vez de hacerlo cuando podamos. Les dirán que todo ese dolor era necesario. Que sin el equilibrio presupuestario la recuperación no resultaba posible. Solo es otra mentira. La contención urgente del déficit solo resulta relevante para los tenedores de deuda española. Para una estrategia sensata de salida de la crisis era y sigue siendo un error y un daño innecesario. Una economía en depresión necesita estímulos, no más castigo.

Pero no se trata de una mentira inocente, o un error de economistas bien intencionados. Cumple una función muy útil. Hay cosas que no han cambiado ni durante lo peor de la recesión. Las empresas del IBEX vuelven a ganar dinero y cierran 2013 con cincuenta mil millones en beneficios. Seguimos soportando la energía, las comunicaciones y los transportes más caros de Europa. Los grandes patrimonios y corporaciones viven en un paraíso fiscal llamado España y durante 2013 incluso les ha ido mejor: la lucha contra el fraude ha recaudado mil millones euros menos que en 2012. Las razones principales que nos condujeron a este desastre siguen intactas y funcionando como nunca. Somos más desiguales, nuestros oligopolios piratas gozan de perfecta salud y cada día nos succionan más y mejor y solo pagan impuestos aquellos que carecen de dinero suficiente para no tener que pagarlos.

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