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El panorama también está incierto en la derecha

Pablo Casado

Carlos Elordi

Como casi todo el mundo preveía, la derecha se ha unido para hacerse con el poder en Andalucía. Cualquier otra posibilidad estaba condenada al fracaso. El anuncio de que se presentaría a la investidura, que Ciudadanos hizo el día después de las elecciones, no cuadraba con la realidad de las cosas. Solo un pacto entre las tres derechas servía para echar al PSOE del poder. La pregunta que ahora cabe hacerse es si lo ocurrido en Andalucía va a ser la guía estratégica para el resto de España, para las decisiones que se tomen tras las elecciones municipales y autonómicas y también tras las generales.

Todos esos comicios están a la vuelta de la esquina: para los dos primeros faltan cuatro meses y aunque la fecha de las legislativas sigue siendo una incógnita que nadie en estos momentos sabe cómo se resolverá, para las legislativas falta, como mucho, entre un año o año y medio. En las próximas semanas se sabrá si ese plazo es mucho más corto porque Pedro Sánchez se vea obligado a disolver las Cortes tras haber sido rechazados sus presupuestos. A primeros de febrero se votarán las enmiendas a la totalidad al texto que el gobierno ha aprobado este viernes. Basta con que uno de los dos partidos independentistas catalanes presente la suya, para que el proyecto sea devuelto a La Moncloa.

Nadie puede asegurar que el PDeCAT no tomará esa iniciativa. La idea de que es bueno prolongar cuanto sea posible la permanencia del PSOE a la cabeza del gobierno, para retrasar unos meses, hasta tal vez un año, la llegada de una derecha dispuesta a todo en Catalunya, parece tener cada vez más adeptos en ese partido y también en Esquerra. Pero hoy por hoy no está dicho que Puigdemont no imponga la posición contraria a los suyos, haciendo saltar la legislatura. Pedro Sánchez tiene un mes para impedirlo.

Si no lo logra habrá elecciones generales en abril o en mayo, puede que hasta en coincidencia con las municipales y autonómicas. Al PSOE no le interesa que eso ocurra. Quiere más tiempo para poner en marcha medidas que sean populares entre su electorado potencial y así frenar el viento de derechas que desde hace unos meses sopla sobre casi toda la geografía política española. Y también para evitar una derrota parlamentaria de gran calado que no beneficiaría precisamente a sus perspectivas electorales.

¿Y las derechas? ¿Quieren de verdad el PP, Ciudadanos y Vox que los comicios se celebren cuanto antes posible? Caben algunas dudas al respecto. Las más claras son de orden técnico: ninguno de esos tres partidos vería con buenos ojos que sus estructuras tuvieran que hacer frente a las ingentes tareas que suponen tres campañas electorales distintas. Claro está que si no tienen más remedio, lo harán como sea.

Las dudas de tipo político y estratégico son de otro orden. Y en ese plano se pueden hacer hipótesis de muy distinto signo. De entrada, si las generales se celebran el 26 de mayo, lo más probable es que la vista oral del juicio contra los dirigentes del procés aún no haya concluido. Es decir, que la crisis catalana y el rechazo mayoritario de la población española a todo lo que tiene que ver con el independentismo catalán seguirán entonces dominando el panorama político y mediático. Lo cual favorecería inevitablemente a las tres derechas que en este punto coinciden sin matices y que del mismo han hecho bandera.

Seis u ocho meses después ese factor se habrá desactivado en buena medida, a no ser que el juicio haya provocado en Catalunya reacciones que nadie pueda controlar. Si eso no ocurre, terminado el proceso, y aún a falta de la sentencia, el PSOE recuperará una cierta capacidad de maniobra y siempre que haga algo distinto de lo que ha hecho hasta ahora podrá intentar mejorar sus perspectivas electorales.

El tiempo, los plazos más o menos cortos, también pueden ser importantes desde el punto de vista de la situación actual de cada uno de los partidos. Los casos del PP y de Vox son los más claros al respecto. Es difícil saber si el pacto entre ambos para que el primero gobierne Andalucía ha frenado la dinámica de crecimiento de Vox a costa del PP que se ha detectado de manera creciente en los últimos meses. Dependerá de cómo lo vendan unos y otros. Pero las primeras impresiones apuntan a que Vox se ha apuntado el tanto del protagonismo del cambio andaluz y que el PP ha aparecido demasiado dispuesto a tragar lo que sea con tal de que no se le escapara la presidencia de la Junta.

Si eso se confirma, el partido de Pablo Casado seguirá perdiendo votos. ¿Hasta qué punto? Nadie lo sabe y en el PP confían en que su presencia organizativa en todo el territorio sirva para frenar las posibilidades municipales y autonómicas de un VOX que aún está en proceso de formación. Desde ese punto de vista, también el PP podría querer una prolongación de la legislatura hasta 2020. Aunque más de uno en ese partido pensará que de qué van a valer unos meses más si en los últimos siete u ocho no han sido capaces de hacer nada para revertir la caída.

 A la vista de lo anterior y de otros factores parece claro que a Vox le da bastante igual que las elecciones sean en mayo o más tarde. Está creciendo, a costa del PP, éste es su momento y nada indica que vaya a dejar de serlo a corto plazo.

¿Y Ciudadanos? Hay que partir del hecho de que las cosas no le van nada mal al partido de Albert Rivera. Acaba de subir en Andalucía, las encuestas dicen que se acerca mucho al PP en la escena española y también que mejorará posiciones en las autonómicas y municipales. Sigue atrayendo a descontentos del partido de Casado, también del PSOE –hasta 80.000 en Andalucía- y sigue manteniendo su perfil autónomo, aunque su imagen se haya escorado significativamente hacia la derecha.

Hasta el punto de que una hipótesis que perfectamente se puede verificar es que Ciudadanos sea el primer partido en las próximas generales. O en todo caso que lo sea en el terreno de la derecha. Que esas elecciones se celebraran en los primeros meses de 2020 podría favorecer la consecución de ese objetivo.

Y si eso ocurre, Rivera podría elegir socios para entrar en el gobierno. Podrían ser el PP y Vox, como en Andalucía. Pero también el PSOE. Dependerá de muchas cosas, entre otro cual estos dos últimos partidos llegue primero.

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