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Aún hay partido, pero cambiando de estrategia

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Sílvia Claveria

El 25 de julio se ha celebrado la segunda votación de investidura. El Congreso ha rechazado la designación de Pedro Sánchez como presidente del gobierno y se ha perdido una oportunidad para tener el primer gobierno de coalición de izquierdas. Sin embargo, aún se pueden convocar nuevos intentos antes del 23 de septiembre, que es la fecha límite para poder formar gobierno, antes de la convocatoria de nuevas elecciones.

Hasta ahora, las culpas de no haber llegado a un acuerdo pueden estar repartidas entre PSOE y Unidas Podemos (UP). Para que ambos partidos puedan llegar a un acuerdo, tendrán que cambiar la estrategia de negociación. En las negociaciones que se han producido, el PSOE desperdició mucho tiempo en intentar llegar al poder con un gobierno en solitario, cuando era sensato formar un gobierno de coalición con UP, dados los resultados de las elecciones. Después de pedir que Pablo Iglesias no entrara en el gobierno y que UP aceptara, pudieron empezar a negociar. Con lo cual, dejaba poco tiempo para llegar a un acuerdo de fondo. En este tiempo, principalmente, las dos formaciones se han centrado en cómo se repartían las diferentes áreas de actuación, es decir, como se repartían los ministerios, antes que establecer un programa de gobierno.

¿Por qué es importante establecer el programa de gobierno? Porque los ministerios pueden resultar poco eficaces al adoptar políticas públicas cuando no se ha establecido qué medidas se van a llevar a cabo en el conjunto del gobierno. En otras palabras, cuando un partido de la coalición no controla ningún ministerio con poderes económicos, como pasa en el caso de UP, es difícil impulsar medidas que impliquen el gasto de dinero sin el consentimiento del Ministerio de Economía o Hacienda, que ostenta el PSOE. Existen las llamadas Comisiones Delegadas que son órganos colegiados del gobierno, encargados de examinar las cuestiones de carácter general que tengan relación con varios ministerios. Específicamente, la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos tiene la función de examinar todas aquellas propuestas que tengan contenido económico. Esta Comisión normalmente está presidida por el Ministerio de Economía o Hacienda, y ha tenido mucho peso en la aprobación de diferentes medidas en los últimos gobiernos. La inclusión o exclusión de otros Ministerios / Secretarías de Estado en las reuniones de este organismo depende de criterios políticos. Con lo cual, hubiera sido posible que, aunque UP tuvieran ministerios relevantes, no se pudieran llevar a cabo las medidas de su programa, sin antes pasar por la aprobación económica del PSOE. Esto es especialmente relevante cuando los socios junior de los gobiernos tienden a perder un 17% en las siguientes elecciones, si no saben diferenciarse bien de sus socios de gobierno, como muestran las investigaciones de Heike Kluver y Jae-Jae Spoon.

Por tanto, el retraso del acuerdo puede ser beneficioso para establecer las líneas conjuntas de actuación, y para que el valor de los ministerios repartidos tenga implicaciones reales. De esta manera, es más fácil que ambas formaciones puedan aprobar diferentes políticas de sus programas electorales. Sin embargo, el retraso de este acuerdo puede hacer surgir otros problemas. Se incrementa la desconfianza entre las dos formaciones. Además, PSOE no tendría incentivos de negociar o de ofrecer unas condiciones mejores a UP. Esto se produce porque, mientras el PSOE podría salir beneficiado de unas nuevas elecciones, UP no obtendría tantas recompensas en una repetición electoral. Además, si no se llega a una investidura exitosa, el PSOE puede traspasar fácilmente las responsabilidades a UP. Otro de los problemas de retrasar la investidura es que otros actores esenciales como los partidos independentistas: ERC, JxCat, pueden virar su posición en función de los acontecimientos que se produzcan en los próximos meses.

No se debe olvidar que fracasar en la investidura en setiembre significaría que muy probablemente los partidos de derechas llegaran al poder. En unas nuevas elecciones, con unas tasas de abstención altas, el voto a la izquierda descendería.

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