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Elecciones en EE.UU: Subrepresentación de las minorías

Voto latino

Yuri Gabriel Beltrán Miranda

Artículo publicado en el USAPPBlog de la LSE: Latin American voters cannot save the 2014 midterms for the Democrats, but the party could do far worse if they do not turn outLatin American voters cannot save the 2014 midterms for the Democrats, but the party could do far worse if they do not turn out

En medio de la tormenta que amenaza con revertir la mayoría demócrata y entregar el Senado a los republicanos, el voto latinoamericano –fundamental en la victoria de Obama- no sólo puede no ser suficiente para rescatar al partido del Presidente, sino que incluso podría perjudicarlo. Paradójicamente, los demócratas podrían encontrar respuestas a éste problema en el sistema de representación proporcional, común en América Latina.

Estampida de elefantes

Hoy será un día ajetreado para la democracia estadounidense. Ambos partidos ven estas midterms como la antesala de las presidenciales de 2016, así que la tensión no es menor. Se elegirán 471 representantes: 36 senadores (se incluyen 3 elecciones extraordinarias) y los 435 integrantes de la Cámara Baja.

En el 113° Congreso, el partido republicano lidera la Cámara baja con 233 representantes, frente a los 119 de los demócratas. Mientras que los demócratas sostienen la mayoría en el Senado con 53 senadores, frente a los 45 del GOP. Sin embargo, la mayoría de las predicciones respecto al Senado parecen favorecer claramente a los republicanos.

“Voto latino…”

El voto “latino” tiene más influencia en las elecciones presidenciales que en las legislativas que se celebran hoy. Por sus características geográficas tiene poca injerencia en la formación del Congreso. La razón es que se trata de un electorado muy minoritario en la mayoría de los estados. Como se observa en el gráfico tan sólo Colorado, con el 15% de los electores registrados como “de origen hispano”, tiene una población de ascendencia latinoamericana que podría resultar significativa en las elecciones. Además, el electorado latino tiene un porcentaje de participación significativamente menor que los otros grupos de electores, especialmente en las elecciones legislativas.

En la competencia entre distritos la influencia política latina se diluye aún más porque las “bolsas” de votantes latinoamericanos tienden a la concentración espacial. La mitad de todos los votantes considerados parte de esta categoría y registrados en las listas electorales viven en 65 de los 435 distritos en los que se divide el territorio estadounidense. Esto implica que, con la distribución actual, su impacto político es desigual ya que es excesivo en algunos territorios y escaso en otros.

Republicanos sin nada que perder contra Demócratas sin nada que ganar

Los republicanos se han batido en retirada en aquellos distritos en dónde el voto latino es significativo. Hoy el GOP ya no tiene mucho más que perder en estas circunscripciones. Esta es en parte la causa de que la derecha estadounidense no se acobarde frente a los comicios de hoy, y de que probablemente consiga la mayoría en ambas Cámaras. Aunque cabe aclarar: es posible que la mayoría no se decida hoy. En Georgia y Louisiana las elecciones podrían decidirse en una segunda vuelta, y la del primer estado no tendría lugar hasta el 6 de enero… tres días después del inicio de las sesiones del 114° Congreso Estadounidense.

Los demócratas, por su parte, son conscientes de que se enfrentan a severas consecuencias si no consiguen atraer a las urnas a sus simpatizantes latinoamericanos. Aún así, el reto puede ser incluso mayor en el futuro ya que en cinco años se espera que 25 millones más de electores pertenezcan a dicho grupo.

Un sistema de representación que no cumple

Pese a los comentarios que atribuyen la previsible derrota de los demócratas a la aprobación de la Ley de Asistencia Asequible promovida por el ejecutivo de Obama, conocida en la prensa como “Obamacare”, la causa bien podría encontrarse en un sistema electoral que ya no satisface las peculiaridades del sistema político que lo utiliza.

En 2012, los demócratas ganaron solamente el 46% de las circumscripciones a pesar de haber obtenido un mayor número de votos que el GOP. Esto puede atribuirse a la alta concentración urbana de los primeros, o a una tendencia de manipulación artificial de los distritos electorales (Gerrymandering) sobre las circunscripciones más competitivas de todo el país.

Por ejemplo, en el sur, donde la concentración latina es mayor a lo largo de la frontera con México, los distritos se han trazado de manera alargada y vertical para poder equilibrar la mayoría latina. Este es el caso de los distritos 1 y 4 en Arizona.

En los Estados Unidos un gran número de regiones tienen una tendencia política claramente definida. Esto deja poco margen a la competencia política, y por tanto poco margen de elección. Por ello quizá no sea mal momento para repensar el voto de representación proporcional.

El movimiento progresista de principios del siglo XX ya lo había intentado. Para evitar las estrategias de las mafias locales, como la oscura maquinaria electoral de Tammany Hall en Nueva York, algunos intelectuales propusieron reformas como la adopción del “Administrador de Ciudad” (nombrado, no electo) y la Representación Proporcional. La idea era dar entrada a la oposición, poniendo cercos a la corrupción y al favoritismo.

Se trata, nada menos, de una pelea frontal contra el poder tradicional, amenazado con la apertura de nuevos espacios. Los defensores de la Representación Proporcional en Estados Unidos argumentan que el sistema actual funciona tan mal para dar cabida a la oposición que, desde 1962, sus detractores lograron expulsarla de todo el espectro político, a excepción de Cambridge, en Massachusetts.

La oportunidad

La cuestión latina plantea un reto interesante: la oportunidad de observar la evolución del sistema político estadounidense en los últimos cien años. Propuestas como la que hicieron los republicanos el pasado agosto, para expeditar la deportación de los niños centroamericanos que migran sin compañía de un adulto (“Dreamers”), demuestran que el sistema político no ha superado el miedo y la hostilidad a las minorías profesado desde principios del pasado siglo.

La crisis de representación no es exclusiva de los Estados Unidos. En México, recientemente la misma formación política que en los 90 propuso la inclusión de la oposición a través de la representación proporcional, ahora propone elevar la barrera de entrada reduciendo los espacios de representación proporcional. Será tarea de los organismos electorales proveer información sobre la composición del sistema electoral y el significado de sus partes.

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