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Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.

Juristas y economistas promueven un decálogo para cambiar la cultura bancaria

Cartel de protesta ante una sucursal del Banco Santander

Andreu Missé

Las numerosas regulaciones sobre la actividad financiera que se han aprobado tras la crisis económica no han logrado acabar con las malas prácticas bancarias ni recuperar la confianza de los ciudadanos. Académicos y reguladores están cada vez más preocupados por la creciente desconfianza de los ciudadanos hacia la banca y los efectos distorsionadores de la actual cultura bancaria sobre el crecimiento. Destacados investigadores están convencidos de que el actual modelo de banca basada en la búsqueda de beneficios a cualquier precio es insostenible.

A principios de este año, Luigi Zingales, profesor de la Universidad de Chicago e investigador de la Universidad de Harvard, publicó un interesante trabajo titulado ¿Las finanzas benefician a la sociedad? que ha abierto una nueva línea de reflexión sobre el papel de los bancos en la economía. Zingales destaca la gran diferencia existente entre la percepción que tienen los expertos sobre la banca y la que tienen los ciudadanos. El profesor recoge una encuesta realizada entre los lectores de The Economist, (un colectivo no especialmente antipático con el mundo financiero), que en un 57% manifiestan que no creen que las finanzas contribuyan al crecimiento. Además, en el caso de Estados Unidos, un 48% piensa que el sistema financiero daña la economía y sólo un 34% cree que le favorece.

Zingales sostiene que muchas de las críticas que se realizan al sector financiero tienen una sólida base real. “Una industria” señala, “no paga 139.000 millones de dólares en multas en dos años si no ha hecho nada malo”. Y precisa: “Algunas de las prácticas financieras no son tan sólo un derroche sino que son fraudulentas. Si tratamos de defenderlas todas, podemos ganar algunas batallas pero perderemos la guerra”. En su opinión “un sistema financiero competitivo e inclusivo sólo puede existir si se respeta la ley y se espera que sea respetada en el futuro. Pero estas expectativas son insostenibles si existe una animadversión de la mayor parte de los ciudadanos contra el sistema financiero en su conjunto”.

En España los estragos causados por los abusos bancarios (desahucios, participaciones preferentes, cláusulas suelo, swaps y demás prácticas abusivas) han provocado una fuerte desconfianza de los ciudadanos hacia el sistema financiero. Según el Trust Barometer (barómetro de confianza) 2014 elaborado por la agencia de comunicación Edelman, en España un 84% de los ciudadanos no confía en la banca, el peor resultado después de Irlanda, donde la desconfianza es del 85% de los usuarios. En India y China la confianza es del 91% y 85%, respectivamente y en Canadá del 62%.

Esta situación ha llevado a un grupo de juristas, académicos y asociaciones a promover un decálogo para cambiar la cultura bancaria en nuestro país. La iniciativa ha sido promovida por Fernando Zunzunegui, abogado y profesor de Derecho del Mercado Financiero, de la Universidad Carlos III. Zunzunegui afirma que “el actual modelo de banca basado en el corto plazo, y en la venta de productos con el fin de aumentar las remuneraciones y maximizar los beneficios es insostenible”. A su juicio, las regulaciones “son una condición necesaria pero no suficiente para recuperar la confianza en la banca”. Para Zunzunegui, es fundamental que “la banca actúe en interés de los clientes”.

Los puntos del decálogo son los siguientes:

  1. Responsabilidad social. La banca debe contribuir al progreso social y económico canalizando el ahorro hacia la inversión productiva.
  2. Conflictos de interés. La banca debe actuar en interés del cliente evitando los conflictos.
  3. Buen gobierno. La ética debe ocupar el centro del negocio bancario.
  4. Juramento hipocrático. Los profesionales de la banca deben prometer defender y no dañar el interés del cliente.
  5. Asesoramiento de cabecera. La oferta de productos complejos o de alto riesgo debe contar con asesoramiento independiente.
  6. Concentración bancaria. No deben existir bancos demasiado grandes para caer.
  7. Pluralismo institucional. La diversidad de modelos bancarios, incluyendo las mutualidades, es una riqueza que hay que preservar.
  8. Financiación alternativa. La concurrencia entre la financiación bancaria y no bancaria debe ser leal.
  9. Servicios de reclamaciones. Deben existir sistemas efectivos de resolución de conflictos entre la banca y sus clientes.
  10. Educación financiera. La educación financiera se debe impartir en los colegios al margen de la industria bancaria.

El decálogo ha sido suscrito también por las asociaciones Asufin y Adabankia, el profesor Juan Ramón Sanchís, del Departamento de Economía de Empresas de la Universidad de Valencia y la Fundación ¿Hay Derecho?, y están estudiando la propuesta la Caixa Popular y la Caixa de Ontinyent.

La iniciativa se inspiró en un decálogo similar promovido en el Reino Unido por ResPublica, que ha elaborado un trabajo Virtuous Banking, que pretende “situar la ética en el corazón de las finanzas”. Los autores de este trabajo consideran que la reciente crisis financiera “ha destacado la perniciosa cultura en la industria que ha priorizado los beneficios a corto plazo por encima de los beneficios a largo plazo”. El objetivo de estos economistas británicos es lograr que “los bancos sirvan bien a sus clientes individuales y empresas y apoyen a las comunidades en las que viven”.

Esta preocupación por el impacto negativo de la banca en la economía y en la sociedad ha sido también detectada en Suiza, uno de los países con más indicios de malas prácticas bancarias y el mayor receptor de dinero sucio. Tres investigadores de este país, Alain Cohn, Ernst Fehr y Michel André Maréchal, han analizado el comportamiento de los empleados bancarios para averiguar si había algo específicamente malo en la gente que trabajaba en las actividades financieras. Lo que han descubierto estos economistas es que cuando se preguntaba a los empleados bancarios por sus actividades sobre la vida y el ocio en general, sus respuestas eran las mismas que las de los trabajadores de otros sectores económicos. Pero cuando se les preguntaba por su trabajo en el banco tendían a mentir. Para los autores “la deshonestidad de los empleados de banca refleja más la cultura existente dentro de la industria en la que trabajan que una característica de la gente que trabaja en ella”.

En su opinión, la cultura bancaria supone una mayor tolerancia hacia las malas prácticas y pone el énfasis en los valores materialistas y en la búsqueda de un mejor estatus social. Se trata por tanto de un problema de la cultura dominante en el mundo financiero. Su sugerencia es que hay que eliminar todos los incentivos financieros que promueven las conductas deshonestas.

En España, dentro de la propia banca existe preocupación por los malos comportamientos. En una reciente intervención del presidente de la patronal bancaria, José María Roldán, en una reciente conferencia en el IESE, ha señalado que “el coste de los litigios asociados a fallos en la cultura y la conducta no sólo ha supuesto un sustancial drenaje de recursos para las entidades sino también un desgaste de su credibilidad, hasta poner en duda su propia viabilidad”. Roldán precisó que “no se trata de hacer lo correcto sólo por una cuestión moral, sino porque va en el propio interés del banco”.

El BCE, por su parte, incorporará el análisis de las malas prácticas en los próximos tests de estrés a la banca, según la reunión mantenida en Londres a finales de noviembre entre representantes del supervisor europeo y de las entidades financieras.

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